LA HUMANIDAD Y EL MUNDO DEVICO
                  
                  La naturaleza y el mundo dévico
                  
                  Uno de los principales cometidos de los Ashramas de la 
                  Jerarquía, en relación con los discípulos mundiales de esta 
                  era de transición que estamos viviendo, es prepararles para 
                  establecer contacto consciente con el reino dévico. Este 
                  reino, en sus infinitas gradaciones abarca estados de 
                  evolución que se extienden desde las pequeñas criaturas que 
                  viven en los elementos de la Naturaleza y constituyen las 
                  cualidades características del fuego, del agua, del aire y de 
                  la tierra y de los distintos éteres del plano físico, hasta 
                  los más exaltados Arcángeles, de categoría similar -en lo que 
                  a evolución espiritual se refiere- a la de los propios Logos 
                  creadores. En esta inmensa escalera de Jacob, simbólicamente 
                  hablando, “por la que ascienden y descienden los Ángeles”, 
                  cada deva y cada elemental constructor a sus órdenes, conocen 
                  exactamente la índole particular de su misión que ordenada en 
                  su conjunto constituye el Universo manifestado, es decir, el 
                  campo expresivo de los Dioses y de los hombres.
                  
                  Quizás tengamos ocasión de ver más adelante cómo trabajan y 
                  evolucionan los devas en sus distintas gradaciones o 
                  jerarquías. Pero, lo que interesa, es despertar el interés de 
                  los aspirantes en el Sendero por el mundo dévico, por esta 
                  inmensa área esotérica espiritual, corrientemente dejada de 
                  lado incluso por muchos de los llamados “esoteristas”.
                  
                  La mayoría de personas, las potentemente polarizadas en el 
                  mundo mental concreto, caen a veces en la falsa postura de 
                  considerar una superstición hablar de los devas, sin saber que 
                  éstos, como agentes constructores de la Naturaleza y 
                  depositarios del Plan específico de la evolución planetaria 
                  diseñada por la Voluntad divina a través de los 
                  indescriptibles Arquetipos superiores, están tan 
                  indisolublemente unidos al proceso histórico, racial y 
                  espiritual de la humanidad como lo están la sangre y los 
                  tejidos nerviosos dentro del cuerpo humano.
                  
                  Hay también la posición de aquellas otras personas que 
                  “hastiadas” de las enseñanzas, frecuentemente dogmáticas, de 
                  las religiones organizadas, se resisten a tomar en 
                  consideración toda información relativa a este importante 
                  aspecto de la enseñanza esotérica. Comprendemos claramente la 
                  razón de ambas posturas y nos guardaremos de criticarlas. Lo 
                  único que podemos hacer en todo caso, es relatar nuestras 
                  propias experiencias en relación con el mundo dévico, hablar 
                  de la entrañable amistad del mismo respecto al reino humano, 
                  contar algunos de nuestros contactos con devas de distintos 
                  niveles de evolución, transmitirles algunas de sus enseñanzas 
                  y tratar de hacer comprensibles el exquisito interés de los 
                  mismos por todos los hijos de los hombres, su excelso amor por 
                  los niños por quienes velan amparados por su inocencia con 
                  entrañable y singular afecto, su protección decidida a 
                  aquellos que sinceramente se aman, sus tiernos y fraternales 
                  cuidados para los enfermos y todos cuantos sufren, y su 
                  especial devoción y simpatía hacia los seres humanos capaces 
                  de comprenderles y recibir sus mensajes llenos de sencillez, 
                  profundidad y ternura.
                  
                  Los aspirantes espirituales que empiezan a hollar el Sendero 
                  deberían saber que el discípulo en entrenamiento iniciático ha 
                  de ser capaz de establecer contacto con la obra de Dios en 
                  todos los niveles posibles, desde los niveles etéricos, aún en 
                  orden físico, hasta el propio plano búdico en donde mora 
                  habitualmente el Maestro, pasando por los distintos subplanos 
                  de los planos astral y mental, hasta llegar a ser plenamente 
                  consciente de su Yo superior, el punto central de todo su 
                  posible y extenso campo de percepciones y relaciones. La toma 
                  de conciencia de cada plano jalona el camino iniciático, y es 
                  partiendo de la plena conciencia individual de un plano que se 
                  pasa al siguiente superior. El método que sigue el discípulo 
                  en este proceso de traslación de su conciencia es de 
                  “investigación científica”. ¿Qué se quiere significar 
                  exactamente con estas dos palabras? La misión específica de la 
                  ciencia es investigar y comprobar. Esto es precisamente lo que 
                  hace el discípulo, de manera que cuando formula una 
                  declaración, y hay que advertir que ciertas declaraciones 
                  entrañan una gran responsabilidad, ya sea en relación con el 
                  Sendero que está recorriendo o con la conciencia de 
                  determinado plano, sus palabras tienen no sólo un carácter 
                  netamente afirmativo, sino que aportan además el testimonio de 
                  ciertos hechos habitualmente ocultos dentro de los tupidos 
                  repliegues de la conciencia humana.
                  
                  Al referirnos a los devas o a algún hecho o experiencia de 
                  carácter espiritual vividos dentro o fuera del Ashrama 
                  partimos de este principio básico de investigación y 
                  comprobación científica.
                  
                  La técnica del silencio
                  
                  Establecer contacto con los moradores del mundo dévico no es 
                  tan difícil y complicado como a simple vista parece. Es 
                  indispensable, sin embargo, “creer en ellos”, estar 
                  persuadidos de su existencia. Este es el primer punto de 
                  aproximación, más adelante se aprenden las necesarias técnicas 
                  que facilitan el contacto; que son de constante y permanente 
                  estímulo y, posteriormente se aprende la ciencia de su 
                  lenguaje, lo cual presupone el desarrollo de ciertas áreas de 
                  nuestra mente, netamente intuitivas y sólo en latencia en la 
                  mayoría de las personas.
                  
                  La enseñanza relativa a los devas ha de excluir, por lo tanto, 
                  todo culto a lo maravilloso o fantástico, es decir, hay que 
                  aceptar su existencia con toda sencillez, como un “hecho” de 
                  la Naturaleza. Una de las cosas que hemos podido constatar con 
                  respecto a los devas, es que su mente es extremadamente 
                  sencilla y exquisitamente sensible a las impresiones 
                  provenientes de todos los reinos de la Naturaleza con los que 
                  se hallan misteriosamente conectados a través de los elementos 
                  constructores que trabajan específicamente en cada uno de los 
                  distintos planos de evolución. Esta exquisita vulnerabilidad e 
                  indescriptible sencillez de sus mentes les dota de un potente 
                  y gozoso dinamismo que infiltran en el ánimo de todo aquel que 
                  es capaz de reconocerles y escucharles. Hay que admitir 
                  también que un deva no puede ser debidamente contactado 
                  utilizando el método normal de acercamiento mental concreto 
                  que utilizamos en relación con las cosas y hechos corrientes 
                  de la vida. Hay que educar pues un tipo de mente que sea 
                  asimismo sencilla y altamente sensible. El culto al silencio y 
                  a la contemplación, aún en sus iniciales etapas, puede 
                  ayudarnos en nuestros intentos de aproximación al mundo de los 
                  devas. Hay que tener presente que en etapas superiores de 
                  entrenamiento espiritual le es exigido al discípulo una 
                  silenciación total de todos sus deseos y pensamientos para que 
                  pueda oír aquello que en lenguaje místico se denomina “voz del 
                  silencio”:
                  
                  La voz del silencio podría ser descrita como una síntesis de 
                  todos los sonidos de la creación. Se la puede oír en su 
                  elevada trascendencia después de la pronunciación correcta del 
                  OM sagrado. Se produce entonces un vacío dentro de nosotros y 
                  a nuestro alrededor que es llenado por esta fuerza misteriosa 
                  del silencio que, en sus aspectos universales, es aquel 
                  SILENCIO o GRAN PRALAYA, que precede a la creación de los 
                  mundos. Es también el sonido invocativo de las huestes 
                  angélicas, de nuestros desconocidos hermanos de los mundos 
                  invisibles. El silencio realizado dentro de nosotros, tras las 
                  necesarias disciplinas de serenidad mental y estabilidad 
                  emocional, emite un sonido particular inaudible que atrae a 
                  los devas. Según sea el grado de silenciación de nuestros 
                  efectos y cualidades personales, así será el poder e 
                  intensidad de nuestro sonido invocativo y por lo tanto, la 
                  elevación espiritual de los devas, con quienes podemos 
                  establecer contacto.
                  
                  Es precisamente a esta técnica de “silenciación”, a la que se 
                  refiere “LUZ EN EL SENDERO” en aquella esotérica máxima de “El 
                  discípulo no puede hablar en presencia del Maestro hasta no 
                  haber perdido toda posibilidad de herir” (por medio de la 
                  palabra, del verbo humano). Sólo la palabra que surge de lo 
                  profundo del espiritual silencio establecido en nuestras 
                  mentes y corazones es incapaz de herir. Es, expresado de otra 
                  manera, la voz del VERBO revelado, a que se refiere Juan, el 
                  iniciado evangelista.
                  
                  El valor del verbo
                  
                  En etapas trascendentes de este espiritual entrenamiento 
                  aprende el discípulo el valor absoluto del Verbo en relación 
                  con las leyes expresivas de la Naturaleza. Sabe entonces, en 
                  virtud de ciertos poderes espirituales implícitos en la 
                  iniciación, cómo invocar y cómo dirigir conscientemente las 
                  fuerzas que actúan en y sobre la Naturaleza, y puede crear 
                  entonces a voluntad aquellos prodigios, llamados milagros, que 
                  no son otra cosa que el poder de invocar y utilizar a los 
                  devas, o a los elementales constructores para ciertos fines de 
                  orden mágico y de acuerdo a determinados aspectos de servicio 
                  creador. Todo Iniciado posee el poder invocativo de las 
                  fuerzas constructoras de la Naturaleza, el control de los 
                  poderes elementales y la decidida protección y ayuda de los 
                  Grandes Devas que presiden el desarrollo evolutivo de la 
                  creación.
                  
                  Podría añadir quizás dentro de este orden de ideas que el 
                  hombre habla (el sentido creador del Verbo) y que el deva 
                  escucha (la Voz del Silencio). El hablar y escuchar, la 
                  invocación y la evocación, armoniosamente compenetradas 
                  constituyen la síntesis de todas las cosas existentes. Pero, 
                  esta compenetración natural entre los hombres y los devas sólo 
                  puede provenir del esfuerzo humano por silenciar 
                  progresivamente sus apetencias personales y del creciente 
                  desarrollo de sus poderes invocativos.
                  
                  Respecto al discípulo debemos indicar que el resultado de sus 
                  esfuerzos de apaciguamiento mental-espiritual es la conquista 
                  de la intuición, siendo ésta el Antakarana o vehículo de luz 
                  superior por el que asciende a las sublimes alturas donde 
                  establece contacto con el Maestro, con su propia Alma 
                  inmortal, con sus condiscípulos del Ashrama y con los Devas, 
                  las fuerzas vivas de la Naturaleza. De cada una de estas 
                  Fuentes superiores recibe el discípulo las inspiraciones 
                  precisas y el poder necesario para manifestar ostensiblemente 
                  en la vida la gloria revelada de un perfecto Hijo de Dios, 
                  gloria hacia la cual tiende incesantemente dejando en cada 
                  recodo del Camino jirones de honra y de bienes personales.
                  
                  Cada uno, dentro de la particular esfera de relaciones 
                  impuestas por su karma personal, puede prepararse también para 
                  estos contactos trascendentes empezando desde ahora un lento y 
                  callado proceso de silenciación de todos los innecesarios e 
                  inútiles deseos y pensamientos albergados todavía en su ánimo 
                  y que les impide acercarse limpiamente a la Realidad 
                  espiritual que constituye la esencia de sus propias vidas. 
                  Dediquen unos momentos de su vida cotidiana a esta sencilla 
                  pero universal tarea.
                  
                  No hay que olvidar las palabras de Madame H. P. Blavatsky, 
                  cuando decía: “La mente es la matadora de lo Real”, es decir, 
                  de la intuición, pues nuestra mente concreta o inferior a la 
                  que se refiere concretamente este axioma, es constantemente un 
                  hervidero de pensamientos, conceptos figurativos y opiniones 
                  contradictorias que impiden entrar en la suave quietud de la 
                  vida espiritual. Insistiendo sobre este punto, y para 
                  desvanecer posibles dudas, debo afirmar que la perfecta 
                  silenciación mental no comporta en manera alguna la 
                  aniquilación de la mente concreta o intelectual, sino el sabio 
                  gobierno de ésta por la Voluntad superior que la puede 
                  utilizar entonces como un delicado instrumento de relación y 
                  contacto con los tres mundos de la evolución humana.
                  
                  Valiosa enseñanza
                  
                  Debemos decir, para estímulo de algunos estudiantes de 
                  esoterismo, que la misión especial de ciertos devas 
                  -denominados en lenguaje místico “los Ángeles del Silencio”- 
                  es sensibilizar las mentes de los hombres para hacerles 
                  receptibles al silencio espiritual y a la voz infinita de la 
                  Naturaleza. Los hombres enseñados por tales devas aprecian en 
                  todas las cosas de la vida, aún en las más sencillas e 
                  insignificantes, una vida interior palpitante que está dando 
                  su mensaje de amor divino.
                  
                  En edades pasadas de las que la historia no guarda noción, los 
                  devas vivían junto a los hombres en el seno de las primitivas 
                  humanidades, enseñándoles el arte de vivir, de moverse y de 
                  relacionarse. Ellos enseñaron a aquellos instintivos seres, 
                  que más tarde serían hombres, las primeras verdades respecto a 
                  la Naturaleza, desde el culto al sol, fuente de vida, hasta el 
                  conocimiento del fuego que caracterizó una etapa definida 
                  dentro del proceso evolutivo de la humanidad. Ellos 
                  presidieron los primarios e incipientes motivos de vida que 
                  condujeron a la perpetuación de la especie y enseñaron también 
                  los principios básicos de relación que culminarían más tarde 
                  en el anhelo vivo de conciencia. Fueron ellos, los devas, los 
                  que prepararon el campo de la vida animal para contener la 
                  simiente de la mente humana, y fueron los Ángeles Solares, 
                  estos misteriosos testigos de la Luz, de los que tan poco 
                  sabemos, los que infundieron el aliento de su propia vida y 
                  conciencia en el ser instintivo animal a través de la gloria 
                  inmarcesible de la mente.
                  
                  Por todos estos motivos está sobradamente justificada toda 
                  enseñanza relativa a los devas. Su consustancial relación con 
                  el reino humano, su participación constante en la evolución 
                  espiritual del hombre y de las sociedades humanas, determina 
                  un eje fatal de relación a través del cual giran, 
                  indisolublemente unidas las evoluciones humana y dévica.
                  
                  Cuando al estudiante esotérico se le presentan las verdades 
                  contenidas en términos científicos tan conocidos como los de 
                  “energías y fuerzas”, se le advierte ante todo que tales 
                  términos están íntimamente relacionados con la vida oculta de 
                  la Naturaleza y con aquellos misteriosos habitantes de los 
                  mundos invisibles que llamamos ángeles, devas o elementales 
                  constructores.
                  
                  El discípulo en el Ashrama sabe apreciar por propia y obligada 
                  experiencia y por el proceso riguroso de investigación 
                  científica a que se halla sometido, la distinción, cualidades 
                  y funciones de las distintas jerarquías de devas y pueden 
                  ejercer sobre aquel mundo oculto y desconocido, el poder 
                  creador de la vida espiritual.
                  
                  Un poderoso Deva con el cual nos fue posible establecer 
                  contacto y cuya enseñanza facilitó extraordinariamente el 
                  curso exigido de entrenamiento espiritual sobre los reinos 
                  ocultos de la Naturaleza nos dijo en cierta ocasión: 
                  
                  “Cuando la ciencia humana haya logrado liberarse del proceso 
                  absolutamente técnico o mecánico de sus experimentos y acepte 
                  lógicamente la existencia de nuestro mundo, empezará para ella 
                  un proceso de aseveración de hechos y verdades que ahora ni 
                  remotamente sospecha, perdida en el laberinto de las 
                  ecuaciones concretas. Podrá ver directamente en la luz del sol 
                  aspectos vibratorios que están más allá de los que puede 
                  captar actualmente a través de sus aparatos científicos. Será 
                  consciente también de los factores dévicos que concurren en el 
                  gran misterio de la electricidad y tendrá también una 
                  explicación lógica y racional para ella todo cuanto hasta aquí 
                  ha sido encuadrado dentro de este orden vago y misterioso que 
                  el mundo llama “milagro”. Conocerá a Dios más realmente de lo 
                  que lo hace ahora a través de sus grandes avances técnicos y 
                  descubrimientos. Simplificará tanto su proceso de 
                  investigación y estudio que las maravillosas computadoras e 
                  ingenios electrónicos serán meramente unos juguetes mecánicos 
                  que sólo interesarán a los cerebros juveniles. El contacto 
                  directo con la realidad le abrirá las perspectivas de un mundo 
                  insospechado cuyo sondeo debe ser verificado con una mente tan 
                  ágil y libre que ningún ingenio creado, por perfeccionado que 
                  sea, podrá equiparársele. Esta nueva legión de investigadores 
                  científicos cuenta ya dentro de sus filas con algunos 
                  elementos despiertos dentro del orden espiritual, que saben ya 
                  por experiencia lo que significa estar en consciente contacto 
                  con la Realidad universal cuyo poder creador y ordenador los 
                  preside todo”.
                  
                  Las palabras de este Gran Amigo fueron muy inspiradoras para 
                  nosotros. Ellas dan la clave de mucho de lo que se refiere a 
                  la relación entre la inspiración espiritual y la técnica 
                  humana, entre la intuición y el instrumento intelectual. Por 
                  la intuición se establece contacto con el mundo causal de las 
                  realidades subjetivas, aunque en un mundo ordenado de acuerdo 
                  a un sinnúmero de principios concretos, es realmente difícil 
                  llegar a esta directa percepción que elimina todos los 
                  posibles intermediarios. No obstante, hay que repetir hasta la 
                  saciedad que si bien el proceso perceptivo de la Realidad 
                  pertenece a la mente intuitiva o abstracta del hombre, el 
                  proceso de organización y plasmación de estas percepciones e 
                  inspiraciones pertenece a la mente concreta. Es para 
                  establecer el mágico equilibrio de la vida en sus distintos y 
                  variados niveles de actividad que las escuelas esotéricas del 
                  mundo y principalmente los Ashramas de la Jerarquía ofrecen a 
                  los aspirantes espirituales y a los discípulos mucha 
                  información oculta sobre el mundo dévico o angélico.
                  
                  Una de las primeras enseñanzas del Ashrama trataba 
                  precisamente del contacto dévico. Virtualmente estas entidades 
                  -en sus innumerables graduaciones- actúan también sobre la 
                  humanidad desde distintos niveles vibratorios, aunque no nos 
                  demos cuenta de su misteriosa y eficaz influencia sobre 
                  nuestras vidas. Señalaré la primera vez que establecí contacto 
                  consciente con un Deva. Sentí como si una brisa suave y fresca 
                  penetrara profundamente dentro de mí llevándose todos mis 
                  deseos y pensamientos. Una vez “vacío completamente de mí 
                  mismo” me sentí lleno de un profundo y dinámico gozo interno, 
                  como si convergiera en mi ser toda la alegría indescriptible 
                  de la Naturaleza, y entonces oí su voz. No era una voz humana, 
                  sino una maravillosa combinación de armónicos sonidos, 
                  refulgentes colores y delicados perfumes. De la conversación 
                  que el Deva sostenía conmigo parecían participar todos los 
                  elementos naturales del lugar donde nos encontrábamos (un 
                  verde prado en un hermoso y solitario rincón de la Suiza 
                  Alemana). El Deva me estaba hablando a través de las diminutas 
                  hierbas, de las delicadas florecillas campestres de los 
                  inquietos pajarillos, de los gigantescos castaños, del aire 
                  que hacía ondular el tallo de los juncos lejanos. Y, ¡cosa 
                  curiosa!, yo sabía exactamente lo que me estaba diciendo, me 
                  sentía penetrado de la sencilla profundidad de su Mensaje 
                  espiritual e insuflado de un amor sin límites por la obra del 
                  Creador, extendida ante mi vista y abarcando el marco de toda 
                  posible perspectiva. Para mí, la existencia de los Devas y su 
                  directa participación en nuestra vida a través de la 
                  Naturaleza viva que nos rodea, es una realidad y no un sueño 
                  ni una fantasía.
                  
                  Los ejercicios ashrámicos de contacto dévico fueron muy 
                  sencillos al principio, y se iniciaron con la invocación de 
                  pequeñas criaturas, habitantes de las regiones etéricas, 
                  algunas de ellas realmente bellísimas, graciosas y juguetonas, 
                  otras terriblemente repulsivas, repelentes y esquivas. El 
                  Maestro nos dijo: “Debéis aprender a amar tanto las unas como 
                  las otras, pues así como el Bien y el Mal, en sus aspectos de 
                  Luz y Sombra, son consustanciales en la vida evolutiva del 
                  planeta, basada en la conciencia de dualidad, la labor de 
                  estas pequeñas criaturas -cada cual desde su particular nivel 
                  o elemento- contribuye a la realización del Gran Plan.
                  
                  Una cosa quiero que grabéis en vuestras mentes y corazones. 
                  Estas pequeñas criaturas de los éteres, viven en los elementos 
                  que motiva la expresión de la Naturaleza en todos sus 
                  aspectos. Ellas trabajan de acuerdo a un modelo mayormente 
                  impuesto por la propia evolución de los hombres. A medida que 
                  la humanidad avance y tienda hacia la unidad esencial, 
                  desaparecerá de la tierra toda fealdad y desarmonía, pues no 
                  habrá en ella las pequeñas criaturas de los éteres que 
                  trabajan con la sustancia de las sombras. Pero, mientras 
                  tanto, amadlas como creaciones vuestras, fecundadas, gestadas 
                  y nacidas del inestable humor de vuestro ánimo, que pueden 
                  mejorar considerablemente con el impulso creador de vuestro 
                  propósito interno. Y no olvidéis nunca que en lo que acabo de 
                  deciros subyace el misterio oculto de la gran verdad esotérica 
                  que ha de estar presente en el ánimo de todo discípulo: “La 
                  Naturaleza cumplirá su verdadera misión cuando el hombre haya 
                  cumplido la Suya”.
                  
                  Maravillosa excursión a Montserrat
                  
                  Casi en el centro geográfico de Cataluña, a unos 60 kilómetros 
                  por carretera de Barcelona, se alza una de las más bellas 
                  montañas de Europa, la montaña de Montserrat.
                  
                  Su sorprendente configuración y el orden caprichosamente 
                  magnífico de sus rocas que la hacen parecer un museo de 
                  escultura natural, convierten este lugar en el más interesante 
                  centro de atracción turístico de Cataluña.
                  
                  La montaña de Montserrat contiene multitud de leyendas, a cual 
                  más atrayente y sugestiva desde el ángulo de la investigación 
                  esotérica. Una de las más conocidas y la que mayormente atrae 
                  la atención de los espiritualistas es la de que el gran músico 
                  Ricardo Wagner se inspiró en ellas para componer su famosa 
                  obra “Parsifal”. Este hecho en sí no tendría importancia 
                  trascendente dada la profunda inspiración del músico alemán. 
                  Pero, la tiene sin embargo, si aliamos esta leyenda a otra 
                  anterior que asegura existe en un remoto y secreto lugar de 
                  esta montaña un templo iniciático o un centro magnético donde 
                  se realizan periódicamente ciertos rituales mágicos a cargo de 
                  altos Iniciados de la Gran Logia Blanca del Planeta. Sea lo 
                  que sea, estas montañas tienen justificado renombre 
                  espiritual. Existe allí también un monasterio benedictino, que 
                  fundó en el año 1031 el Abad Fr. Oliva, con un templo 
                  realmente magnífico donde pueden contemplarse maravillosas 
                  obras de arte. Este templo está dedicado a la famosa Virgen 
                  Morena de Montserrat, a la “Moreneta” como la llaman 
                  familiarmente los creyentes catalanes.
                  
                  Sería interesante recordar aquí que el origen del culto a la 
                  Virgen Negra, o “Señora Negra de las Cavernas” es, 
                  esotéricamente hablando, contemporáneo de los primeros hombres 
                  post-diluvianos, entre los cuales -según la tradición o la 
                  leyenda- “no se encontraba ni una sola mujer blanca para 
                  reconstruir a la humanidad salvada del diluvio”. Esta 
                  tradición o leyenda no debe de ser sin embargo descartada, por 
                  lo menos en lo que se refiere a la étnica de los habitantes de 
                  las planicies etíopes salvados del diluvio que se 
                  establecieron en Egipto. Pues, es precisamente en Egipto donde 
                  tuvo nacimiento el culto a las “vírgenes negras”, cuya 
                  diseminación por toda la tierra parece tener una causa o 
                  carácter universal. Sabido es que la Virgen negra era adorada 
                  también por los celtas bajo el nombre de Dana.
                  
                  En lo que al esoterismo se refiere, la Madre negra es la 
                  representación de La Divinidad oculta y del trabajo sutil y 
                  misterioso que se realiza en la clandestinidad de las “cuevas” 
                  y de los templos ocultos de orden iniciático. Quizás no sea, 
                  pues, sin razón justificada esta misteriosa relación de la 
                  Virgen Morena de Montserrat con el templo iniciático que se 
                  supone existe en cierto “lugar secreto” de sus montañas, y la 
                  hipótesis cada vez más aceptada de la procedencia atlante de 
                  las mismas. La extraña forma arquitectónica de Montserrat y 
                  las incrustaciones de conchas y caracoles marinas petrificadas 
                  halladas en sus rocas, nos hablan indudablemente de un pasado 
                  lejanísimo en el que estas montañas estuvieron realmente 
                  sumergidas en la profundidad de los océanos y que terribles 
                  convulsiones geológicas -posiblemente algunas de las que 
                  determinaron el hundimiento del gran Continente de la 
                  Atlántida- las hicieron irrumpir en la superficie bajo esta 
                  forma extrañamente magnífica.
                  
                  La Excursión
                  
                  Desde hacía tiempo, un grupo de estudiantes de esoterismo de 
                  Barcelona, había proyectado una excursión a Montserrat. Lo 
                  integraban el Sr. Luis Lorenzana, Secretario de la S. T. en 
                  España; Sra. Josefina Maynadé, escritora, esposa del primero; 
                  Sr. José Soteras, un amigo investigador esotérico; mi esposa y 
                  yo. La fecha programada era el 22 de Mayo de 1968, hacía 
                  solamente unos días que habíamos celebrado el Festival Wesak y 
                  aún sentíamos en nosotros les energías de la potente Bendición 
                  de Buda.
                  
                  La intención básica de este viaje era tratar de descubrir, 
                  mediante la forma de un ritual mágico, la orientación posible 
                  del centro magnético o templo iniciático de Montserrat o, 
                  cuando menos, tratar de beneficiamos de sus radiaciones. Lo 
                  demás, la belleza del paisaje, el hecho de sacudirse por un 
                  tiempo del aire viciado de la ciudad y el embrujo magnífico de 
                  aquellas suntuosas moles arquitectónicas, aunque realmente 
                  interesante, quedaba reducido a algo meramente circunstancial. 
                  La inestabilidad del tiempo redujo el número de los viajeros. 
                  Desde el primer momento comprendimos todos que el hecho de 
                  haber quedado reducido a cinco el número de los componentes 
                  del grupo excursionista no se debía al azar. El cinco, número 
                  sagrado por excelencia por estar en misteriosa relación con la 
                  Vida mística del Cristo “Señor de los Ángeles y de los 
                  Hombres”, me pareció tener un efecto sorprendente sobre la 
                  experiencia conjunta que había abierto a nuestras mentes y 
                  corazones el ansia de una participación activa en los 
                  Misterios que, al parecer, se reproducen cíclicamente en el 
                  centro sagrado de las montañas de
                  Montserrat.
                  
                  El día era realmente desapacible y al llegar soplaba un viento 
                  frío, casi invernal, y caía una fina lluvia. Algo parecía 
                  desafiarnos a quedarnos abajo, en las dependencias comerciales 
                  contiguas a la Basílica, en busca de confort y de placentero 
                  diálogo. Pero, no era ésta nuestra intención y por ello, 
                  arriesgándonos a todas las posibles incomodidades decidimos 
                  emprender nuestra excursión a las cumbres. Tomamos pues un 
                  autocar hasta la estación del funicular que debía conducirnos 
                  a San Gerónimo (estación de llegada) y desde allí dirigirnos a 
                  pie al Santuario de San Juan.
                  
                  Durante este trayecto empezó nuestra aventura espiritual. 
                  Desde la estación del funicular de San Gerónimo en dirección 
                  al Santuario de San Juan hay que descender por un camino que 
                  conduce a una pequeña ermita cerrada, donde hay una 
                  bifurcación de dos senderos uno, el de la izquierda, que lleva 
                  a San Juan y el otro, casi una prolongación del anterior en 
                  descenso que conduce a un hotel en la cresta de la montaña.
                  
                  Al llegar al fondo y casi frente a la pequeña ermita, percibí 
                  a un Deva resplandeciente de Luz, cuya aura de un vivísimo 
                  color azul-violeta daba a entender que se trataba de un Deva 
                  de elevado desarrollo espiritual. Huelga decir que la 
                  impresión que me causó esta Presencia fue realmente 
                  extraordinaria y que desde aquel momento me sentí invadido por 
                  una profunda sensación de paz. Pero, nada comuniqué de 
                  inmediato a mis amigos, aunque sí después, cuando en el 
                  momento de celebrar el ritual mágico meditativo me sentí 
                  potentemente impelido a transmitirles el Mensaje de aquel 
                  Deva.
                  
                  Nos habíamos sentado los cinco en una pequeña hondonada bajo 
                  el camino que conduce al hotel de la cumbre. Como la 
                  inestabilidad del tiempo había restado afluencia a estos 
                  lugares habitualmente muy concurridos, el silencio era casi 
                  absoluto. Nuestro ánimo sereno y nuestra mente en calma 
                  propiciaban en efecto un trabajo espiritual realmente 
                  positivo. Por una -digamos extrañacasualidad el sol había 
                  salido en aquellos momentos por entre el claro de dos espesas 
                  nubes; allá y acullá parecía llover. Más abajo, por entre la 
                  espesura de pinos, alegres pajaritos empezaron a acariciar 
                  nuestros oídos con sus trinos.
                  
                  El mensaje
                  
                  En aquellos momentos, y con voz serena y apacible, transmití 
                  el siguiente mensaje dévico: “¡Salud, amigos nuestros!
                  
                  Es realmente inspirativo y conmovedor el contacto que puede 
                  establecerse entre los hombres y los ángeles, entre los hijos 
                  de la Naturaleza y las fuerzas vivas que la crean.
                  
                  Nuestro gozo es inmenso, indescriptible para vuestra razón 
                  humana y quisiéramos que lo compartieseis.
                  
                  Sabemos por qué habéis venido aquí. Conocemos vuestras 
                  intenciones y sabemos lo que estáis buscando. Sí, aquí existe 
                  realmente lo que llamáis un “lugar secreto” aunque sólo es 
                  secreto para los ciegos a la luz espiritual. Continuad 
                  viniendo aquí, con mente ligera y corazón libre y lo 
                  descubriréis.
                  
                  Es muy raro ver por estos lugares a seres humanos henchidos de 
                  altos ideales y de intenciones puras, asequibles a la 
                  inspiración a la que es propicio nuestro mundo.
                  
                  Aquellos que vienen aquí, no en busca de distracciones vanas 
                  sino llenos de inquietud por descubrir el aliento ligero de 
                  las cosas, acaban por descubrir el secreto de la vida oculta 
                  de la Naturaleza. Y éstos trabajan por el día en que los hijos 
                  de los hombres y los ángeles de la Naturaleza, conscientemente 
                  unidos y complementados, cantarán juntos la gloria del Señor. 
                  Tal día marcará el Sendero de una Nueva Edad en el que la 
                  Creación entera rendirá homenaje a Su Creador y las sociedades 
                  humanas estarán regidas por un equilibrio consciente y una 
                  determinación divina. El mundo en el cual todos vivimos será 
                  entonces un planeta sagrado y su radiación teñirá de una nueva 
                  luz los éteres inmortales.
                  
                  Estos contactos, tan raramente producidos a causa de la 
                  ceguera de los hombres, que desde hace tanto tiempo perdieron 
                  el estado de gracia o de inocencia son, sin embargo, la 
                  promesa divina de los tiempos presentidos que todos anhelamos.
                  
                  Pues de la misma manera que un relámpago, aunque rápido y 
                  fugaz, da una magnífica idea de la luz de donde emana, así 
                  estos contactos entre los hombres y los ángeles, abren la 
                  esperanza de un mundo ideal en que el pensamiento humano y el 
                  sentimiento de los devas, armoniosamente compenetrados, den a 
                  luz una mejor forma de civilización y una nueva vitalidad en 
                  la expresión de la vida de la Naturaleza.
                  
                  Quisiera ayudaros en vuestras pesquisas internas, pues os guía 
                  la buena intención y percibo en vosotros una perfecta aura de 
                  amistad. Mantened firmemente esta amistad, gloria del destino 
                  humano, que os hará asequibles al amor inmortal de los devas.
                  
                  Volved más adelante. Hay lugares sagrados aquí, henchidos de 
                  fuerza magnética que pueden ayudaros mucho en la consumación 
                  de vuestro particular destino. Pero no vengáis en grupos 
                  numerosos, sino eligiendo cuidadosamente aquellos que 
                  verdaderamente se sientan inspirados por la fuerza de la 
                  devoción espiritual y el perfecto culto a la vida de la 
                  Naturaleza. Con estas santas disposiciones siempre hallaréis 
                  aquí, o en otros lugares sagrados, a un Deva o a un grupo de 
                  Devas dispuestos a ayudaros.
                  
                  Regocijaos ahora con nosotros y participad en silencio de la 
                  Paz natural de estos lugares. Que esta Paz sea el premio de 
                  vuestra recta intención y os sirva de potente estímulo para 
                  continuar la obra que cada cual ha de realizar en el mundo 
                  para mayor gloria del Señor.
                  
                  Yo os bendigo con Amor y os ofrezco mi amistad con el destello 
                  natural de nuestra vida de equilibrio, y en tanto permanezcáis 
                  aquí estaréis bajo mi protección. “Seguid adelante con la 
                  vista eternamente orientada hacia las doradas cumbres en donde 
                  los Dioses Creadores y Sus Ángeles Servidores tienen para el 
                  reino humano un futuro de perfección”.
                  
                  Mis palabras cada vez más lentas y suaves, se habían ido 
                  infiltrando sutilmente a través del oído en nuestros 
                  corazones, llenándonos de un sentimiento de paz 
                  indescriptible. Cada cual a su manera, había notado claramente 
                  la presencia de aquel DEVA, misterioso habitante de los mundos 
                  invisibles, pero todos habíamos convenido en que el hecho de 
                  encontrarnos allí reunidos no era fortuito, y que una 
                  misteriosa sucesión de acontecimientos causales nos habían 
                  puesto en contacto con la más poderosa de las Fuerzas de la 
                  Naturaleza, el Reino de los Devas, de los Ángeles del Señor, 
                  verdaderos agentes fraternales del Poder de Dios manifestado.
                  
                  Sí, volveremos a Montserrat. Nos dejaremos llevar por el 
                  “aliento ligero de las cosas” y, tal como nos aconsejó nuestro 
                  Gran Amigo el Ángel de las Montañas Sagradas de Montserrat, 
                  trataremos de mantener firmemente los lazos de amistad que es 
                  la fuerza creadora más positiva en la humanidad y dentro de la 
                  vida oculta de la Naturaleza.
                  
                  El verdadero investigador nunca afirma ni nunca niega 
                  categóricamente. Se limita simplemente a investigar, y cuando 
                  sus investigaciones dan un fruto como consecuencia de sus 
                  pesquisas entonces adquiere aquella especial virtud de 
                  asentimiento que sólo puede provenir de la experiencia. Hablar 
                  de un hecho sin haberlo comprobado indica falta de madurez. No 
                  se pueden descifrar ciertos enigmas o misterios de la 
                  Naturaleza, recurriendo únicamente a la imaginación. Uno puede 
                  imaginar fácilmente un DEVA. Tenemos toda una idea formada de 
                  cómo son los devas, los ángeles. Los hemos visto desde nuestra 
                  niñez plasmados en cuadros y en estatuas. Pero, ¿Son ellos tal 
                  como nos los han presentado los artistas en sus lienzos o en 
                  sus piedras talladas, o como los han descrito ciertos 
                  investigadores?
                  
                  La corriente de vida que culmina en el mundo dévico, contiene 
                  una gradación infinita. Esto implica naturalmente que “sus 
                  formas” expresivas, así como sus especiales funciones, son 
                  muchas y muy variadas. El color con que se muestran al 
                  investigador contiene también infinidad de matices, algunos de 
                  ellos de tal naturaleza y de tal extraño fulgor, que nuestros 
                  colores conocidos, los clásicos siete del espectro solar y los 
                  innumerables que surgen de sus infinitas combinaciones, no 
                  pueden ni remotamente dar la más mínima idea del mismo. En 
                  estas condiciones, el hecho de “ver” un Deva, y su posible 
                  descripción por parte del clarividente observador, está 
                  condicionado a muchos pormenores y a muchas dificultades, 
                  debido a los distintos elementos en que se muevan los devas, a 
                  las cualidades de los mismos, a su tipo vibratorio y..., 
                  singularmente, a la formación espiritual del observador y a su 
                  grado de madurez interna. Conocemos algunas personas que 
                  aseguran que ven a los ángeles, a los devas, y que incluso 
                  hablan con ellos. No dudo de sus palabras, aunque cada cual 
                  verá y oirá, aquello que está a su inmediato alcance o en su 
                  mismo nivel vibratorio. En cierta ocasión, después de un 
                  profundo proceso meditativo de grupo, una señora clarividente 
                  dijo que cuando cierta persona había pronunciado el OM 
                  sagrado, se habían rasgado encima de ella, los éteres del 
                  espacio, y que había aparecido un ángel resplandeciente de luz 
                  con “las manos” en actitud de bendecir. Nos chocó esto de “las 
                  manos” al referirse a un ÁNGEL. En realidad un Ángel es una 
                  ráfaga de luz, de color, de sonido. No tiene una configuración 
                  humana, salvo en determinadas circunstancias, aquellas en las 
                  que él (y me refiero a un Deva superior), quiere presentarse 
                  bajo esta forma. Existe también el juego de la imaginación 
                  humana, acostumbrada a cierto tipo de formas. No es extraño 
                  que un ángel se preste a este juego de la imaginación, 
                  singularmente si esta imaginación viene estimulada por motivos 
                  puros y por impulsos realmente espirituales. Pero, la forma de 
                  un Ángel es muy distinta de la que nosotros tenemos en nuestra 
                  mente. Su exquisita plasticidad, el poder que tienen los Devas 
                  superiores sobre los elementos naturales, hace que su forma se 
                  adapte siempre a las condiciones de este ambiente. Por 
                  ejemplo, los devas solares, los que viven en y SON la luz del 
                  sol, aparecen como ráfagas luminosas del color de este astro, 
                  pero de tan extraordinario fulgor que resulta imposible 
                  mirarlos. Sólo cuando se sienten observados y comprenden los 
                  sanos motivos del observador, disminuyen la intensidad de su 
                  brillo y aparecen como surgiendo del profundo seno de la luz 
                  en donde viven. En tal caso se los puede apreciar con 
                  flameantes cabelleras del color ígneo del sol que 
                  prácticamente cubre “sus cuerpos”. Hablamos en forma muy 
                  figurada y tratando solamente de dar una simple idea de 
                  aquello que la imaginación es casi incapaz de dar forma. 
                  Cuando hablamos de ráfagas al referirnos a los devas, nos 
                  atenemos a lo inmediato que surge en nuestra mente. El color 
                  define estas ráfagas y el observador puede darse cuenta del 
                  tipo de deva que está observando. Es muy interesante está 
                  definición. Al hablar de “cuerpos” no nos referimos a cuerpos 
                  parecidos a los nuestros, sino más bien al aspecto que adoptan 
                  las ráfagas de vida angélica en un momento determinado, y de 
                  acuerdo con las cualidades espirituales del observador.
                  
                  El aspecto científico de la enseñanza esotérica en lo que 
                  atañe a los devas, reino desconocido o imperfectamente 
                  conocido por la mayoría de las gentes y aún por muchos 
                  estudiantes de esoterismo, constituye un requisito básico en 
                  lo que se refiere al entrenamiento espiritual de los miembros 
                  de un Ashrama. Entendemos por aspecto científico:
                        
                  a) El mundo dévico en relación con las 
                  energías que operan en la Naturaleza y en todos los reinos que 
                  evolucionan en la misma.
                  
                  b) La experiencia directa del discípulo en entrenamiento 
                  esotérico con entidades más o menos evolucionadas del mundo 
                  dévico.
                  
                  c) Las distintas gradaciones de devas, solares unos y lunares 
                  otros, pero que en su mutua interdependencia o conjunción 
                  magnética producen el gran misterio de la electricidad en 
                  nuestro planeta.
                        
                  Esta última afirmación puede parecer como muy 
                  vaga e imprecisa dado el carácter científico que se trata de 
                  dar, pero nos permitimos apuntar el hecho, de que la Ciencia 
                  humana pese a sus tremendos avances técnicos está utilizando 
                  una energía, la electricidad, cuya naturaleza esencial 
                  desconoce prácticamente todavía. Sin intentar desmerecer el 
                  gigantesco desarrollo científico de la humanidad durante los 
                  últimos tiempos, hay que admitir un hecho básico: La Ciencia 
                  se halla situada, frente al gran misterio de la electricidad, 
                  en la misma posición de cualquier persona que sin tecnicismo 
                  eléctrico alguno es capaz de producir la luz con sólo dar una 
                  simple vuelta a la llave de un conmutador. El alarde 
                  científico sigue pues un proceso rigurosamente técnico 
                  extendiéndose en efectos realmente singulares y grandiosos, 
                  como en el caso de las computadoras electrónicas, pero la 
                  causa esencial que vivifica el proceso, permanece oculta 
                  todavía en las profundas raíces cósmicas del gran secreto de 
                  la vida de la Naturaleza.
                  
                  Al penetrar algo más profundamente en el maravilloso mundo de 
                  los devas, tendría que desarrollar el investigador ciertas 
                  cualidades mentales y morales de orden superior, para poder 
                  establecer contacto consciente con Devas de elevado desarrollo 
                  espiritual y evitar también el peligro de caer bajo la 
                  influencia frecuentemente obsesiva y maléfica de ciertos devas 
                  inferiores, o elementales de la Naturaleza, habitantes de las 
                  bajas esferas o substratos inferiores de los éteres de nuestro 
                  mundo.
                  
                  Un tipo especial de devas, gobernados por poderosos Devas 
                  solares, viven en la luz y forman parte consustancial de la 
                  misma. Se les puede percibir, cuando existe la debida 
                  preparación mental-espiritual, agitándose gozosamente en toda 
                  manifestación de luz y de color. Todos los colores, no sólo 
                  los primarios del espectro solar, sino la infinita variedad de 
                  colores que resultan de las combinaciones de los siete tipos 
                  de base, están regidos por la vida esencial de estos devas. La 
                  actividad de una especie particular de los mismos constituye 
                  el aspecto “calor” de la luz, habida cuenta de que toda 
                  expresión de luz y calor en nuestro Universo es una 
                  manifestación del sol al coincidir sus rayos sobre los éteres, 
                  o aura particular, de todos y cada uno de los planetas del 
                  Sistema Solar. Las cualidades especiales de cada planeta 
                  expresando su grado de evolución quedan así exaltadas o 
                  elevadas en su sintonía por la acción del sol, centro y vida 
                  del Sistema. Toda manifestación de luz y de calor obedece al 
                  principio universal de “fricción”, este principio condiciona 
                  la evolución total del Universo en donde vivimos, nos movemos 
                  y tenemos el Ser. Hay que entender por “fricción” el contacto 
                  del Espíritu con la Materia, del aspecto masculino con el 
                  femenino, de la Vida con la Sustancia. Esta fricción o 
                  contacto produce las infinitas modificaciones de la sustancia 
                  material por imposición del espíritu divino y la creación y 
                  desarrollo de la conciencia en todos los seres y en todas las 
                  cosas. En el devenir de este proceso básico, existen una serie 
                  de factores que escapan normalmente a nuestra penetración y 
                  percepción, como por ejemplo el concurso de los devas y 
                  también las reacciones del complejo atómico de los tres mundos 
                  físico, emocional y mental, en donde vivimos sumergidos. Pero, 
                  no se trata de este tipo de conciencia en evolución que tiene 
                  como campo de experimentación lo que esotéricamente definimos 
                  conciencia del átomo, sino que lo mencionamos únicamente por 
                  sus implicaciones o relaciones con todo cuanto tiene que ver 
                  con la vida de los devas, cuya especial función, en orden al 
                  proceso estructural de todas las formas que existen en la 
                  Naturaleza, está directa e indisolublemente vinculada a la 
                  infinita e indescriptible variedad de vidas y conciencias que 
                  evolucionan en el mundo de los elementos químicos y de los 
                  átomos.
                  
                  Una manifestación inferior de devas solares puede ser 
                  fácilmente perceptible al ojo humano cuando se contempla el 
                  azul del cielo un día intensamente soleado. Se trata de 
                  aquellos corpúsculos o puntos luminosos, en incesante 
                  movimiento, que se agitan en el espacio. Pese a su extrema 
                  pequeñez, su función es muy importante si tenemos en cuenta 
                  que su actividad vitaliza los organismos vivos. En general, 
                  las distintas gradaciones de devas solares en sus innumerables 
                  interacciones, combinaciones, modificaciones o estados, a 
                  través de los diferentes éteres planetarios, producen por 
                  “fricción” aquella sustancia vital, que los esoteristas llaman 
                  PRANA.
                  
                  Los Devas Solares y el Prana
                  
                  PRANA, es una manifestación de la infinita vitalidad de Dios 
                  llevada al Universo, o a cada uno de los planetas y satélites 
                  del Sistema, por mediación de los devas solares, a través de 
                  los rayos del sol por los cuales viajan o se proyectan por los 
                  éteres universales. La forma como PRANA se manifiesta en cada 
                  uno de ellos carece de importancia, dado que cada planeta 
                  posee una vida especial que se expresa a través de 
                  determinadas cualidades o tipos de Rayo; lo que nos interesa 
                  es la consideración del principio, ya que la comprensión del 
                  mismo puede llevarnos por analogía al descubrimiento del 
                  verdadero SER, DIOS, velado precisamente por estos principios 
                  originales, que promueven la vida de todo lo existente dentro 
                  del contenido universal.
                  
                  Debemos saber, desde un buen principio, que PRANA lo llena 
                  todo, que al respirar, al comer, al actuar, al pensar, al 
                  sentir y al relacionarnos con el ambiente que nos rodea, 
                  movemos una indescriptible diversidad de elementos pránicos, 
                  es decir, una infinita gama de devas que, al interpenetrarse 
                  con nuestra aura y al asociarse con nosotros, colaboran 
                  estrechamente en nuestros procesos de pensar, de sentir y de 
                  desarrollar nuestra conciencia hacia aquellas sempiternas 
                  alturas en donde DIOS omnipotente, velado por principios pero 
                  más allá de todos los principios, preside serenamente el drama 
                  solemne de la evolución del Universo.
                  
                  Pero, analicemos lo más inmediato. Al respirar inhalamos 
                  constantemente una ingente cantidad de corpúsculos 
                  vitales-lumínicos-eléctricos (PRANA), que al penetrar en 
                  nuestro organismo vitalizan nuestras funciones corporales, 
                  especialmente la circulación de la sangre. Cuando estas vidas 
                  que nacen de la fricción de los rayos del sol (los devas 
                  solares) sobre nuestra atmósfera planetaria, (de cualidad 
                  todavía lunar), sean estudiadas por la Ciencia y se inicie un 
                  estudio formal y sin prejuicios de los “desconocidos 
                  elementos” que viven en los éteres y que son los creadores y 
                  sustentadores del cuerpo vital o pránico de los hombres, se 
                  tendrá en las manos el verdadero y único poder que puede 
                  vencer definitivamente la enfermedad en nuestro planeta.
                  
                  La Era de Acuario conocerá efectivamente un tipo de Ciencia 
                  ocupada única y exclusivamente en el estudio, comprobación y 
                  utilización inteligente de las infinitas modificaciones de 
                  energía del mundo dévico, ampliando sus perspectivas de tal 
                  manera que la curación de las enfermedades será absoluta y 
                  radical, aún en aquellos casos extremos, como en el del 
                  cáncer, por ejemplo, sobre el cual la ciencia médica no ha 
                  hallado aún remedio válido y eficaz pese a sus nobles intentos 
                  y reiteradas pesquisas.
                  
                  El cáncer es una enfermedad de tipo eminentemente vibratorio. 
                  Las causas del mismo son muy sutiles; no se hallan 
                  precisamente en las tendencias hereditarias que pueden ser 
                  corregidas con un adecuado tratamiento magnético y una dieta 
                  pura y controlada, sino en la inquietud, el temor, el 
                  nerviosismo, la irritación, la angustia vital, y en general, 
                  en todas las violentas tensiones emocionales, incidiendo allí, 
                  en aquel punto del esquema corporal en donde las reservas de 
                  energía son más débiles, o en donde existen de antemano 
                  predisposiciones hereditarias o kármicas.
                  
                  Nuestra experiencia en el Ashrama con respecto al mundo de los 
                  devas me ha dado la clave de la Ciencia del futuro, no sólo la 
                  parte de la misma que se ocupa de la curación de los 
                  organismos físicos y la de aquella que tiene como campo de 
                  experimentación el equilibrio psicológico de las gentes, sino 
                  también aquella otra que se orienta hacia el control y 
                  aprovechamiento de la infinita fuerza que llamamos “energía 
                  atómica”.
                  
                  Quizás resulte un poco extraño que enfoquemos las enseñanzas 
                  en el Ashrama acerca de los devas, hacia esos aspectos tan 
                  conocidos como la curación de las enfermedades, el equilibrio 
                  psicológico y la liberación de la energía contenida en el 
                  átomo. Lo extraño sería dada la responsabilidad que entraña la 
                  enseñanza dévica, que nos limitaremos únicamente a referir 
                  anécdotas acerca de las innumerables entidades invisibles que 
                  se agitan en los éteres y que constituyen con la expresión de 
                  su vida, todos los elementos que participan en la evolución y 
                  desarrollo de este gigantesco cuerpo que llamamos Tierra. Nos 
                  referiremos siempre acerca de los devas en términos 
                  científicos de fuerzas y energía. Es tal como debe hacerse. La 
                  razón es que el verdadero esoterismo, es la ciencia que trata 
                  de los factores ocultos o desconocidos que promueven las 
                  energías y las fuerzas, aquel aspecto subjetivo causal que 
                  condiciona toda expresión objetiva de la Naturaleza. Conocemos 
                  además el corazón humano, llevado siempre del impulso hacia lo 
                  maravilloso y del culto a lo espectacular, fácilmente preso 
                  del relato fácil y entretenido y de la anécdota curiosa, pero 
                  poco amante de las realidades internas que han de suscitar un 
                  verdadero interés científico, razonado o mental. Nuestros 
                  trabajos contienen una carga de dinamismo vital que puede 
                  suscitar por contacto, a través de un profundo y marcado 
                  interés, la liberación de energía mental en determinadas 
                  zonas. El tiempo, secundando ese sincero interés, llevará un 
                  día la mente de los hombres al descubrimiento del maravilloso 
                  mundo oculto donde se fragua la existencia estructural del 
                  Universo, el mundo de los devas. Es de las implicaciones 
                  sutiles de ese mundo, pero en estrecho e íntimo contacto con 
                  nuestra humanidad que vamos a ocuparnos.
                  
                  La vida esotérica es de observación y comprobación, no de 
                  simple especulación. Ella sigue una línea de máxima 
                  resistencia. Es mucho más fácil entretener el ánimo de las 
                  gentes con relatos maravillosos o espectaculares, que 
                  despertar en ellas un verdadero y profundo interés por 
                  descubrir el mundo de las causas originales de las que brota 
                  la infinita corriente de vida. El esoterista verdadero rehuye 
                  siempre las líneas de mínima resistencia ya que ellas conducen 
                  indefectiblemente al reino de Maya, de la ilusión, de los 
                  dorados aunque inútiles y perjudiciales espejismos. De ahí que 
                  sean tan pocos, sinceramente hablando, los esoteristas, los 
                  verdaderos discípulos en el mundo.
                  
                  En el Ashrama se reciben también ciertas enseñanzas especiales 
                  acerca de la vida en algunos planetas de nuestro Sistema 
                  Solar, íntimamente relacionados con nuestra Tierra, pero sólo 
                  como un requisito ashrámico y cuando se estudia la actividad 
                  cíclica de los Rayos, relacionada siempre con FUERZAS y 
                  ENERGÍAS y, naturalmente, con la función específica de ciertos 
                  poderosos DEVAS planetarios y solares. Por esta razón existe 
                  siempre por parte del discípulo una discreción natural y una 
                  circunspección exquisita cuando se trata de “relatar” cosas de 
                  orden trascendente, pero cuya efectividad en orden al 
                  conocimiento humano y a su posible verificación, es 
                  francamente nula o excesivamente prematura.
                  
                  El mundo de los devas es realmente maravilloso. Es un milagro 
                  en permanente ejecución, ya se trate del estallido de un rayo 
                  de luz sobre el pétalo de una flor, del crecimiento de un 
                  árbol o de la excelencia de un sazonado fruto, como de aquel 
                  Milagro celeste que llamamos INICIACIÓN y que convierte al ser 
                  humano en una Entidad divina. La vida de los devas lo preside 
                  todo. De ahí la importancia de tratar de conocer su mundo, de 
                  establecer contacto con ellos, de invocar su fuerza, de lograr 
                  los beneficios de su amistad..., de consumar inteligentemente 
                  el mandato crístico de “Amaos los unos a los otros”, 
                  infinitamente más profundo y más extenso que el que 
                  circunscribimos únicamente a la vida de nuestra humanidad 
                  terrestre conocida.
                  
                  Los Devas y las formas de pensamiento
                  
                  Dejaremos por ahora el estudio de otro tipo de devas, o 
                  elementales constructores que viven en los elementos de la 
                  Naturaleza, tales como los gnomos o espíritus de la tierra, 
                  las ondinas del agua, los silfos del aire, las salamandras del 
                  fuego, así como alguna de aquellas bellísimas criaturas (tan 
                  bien descritas por Walt Disney en algunas de sus entrañables y 
                  exquisitas creaciones), como son las hadas de las flores, los 
                  espíritus de las plantas, etc. Movidos por un impulso 
                  realmente científico y buscando ante todo el aspecto más 
                  práctico de la enseñanza relativa a los devas, aludiremos a un 
                  fenómeno que ocurre constantemente a nuestro alrededor y del 
                  que somos prácticamente inconscientes. Me refiero al concurso 
                  de los devas en el desarrollo y vitalidad del pensamiento 
                  humano. La facultad de pensar es divina y su poder es 
                  realmente creador, pero a la fuerza ideadora del hombre hay 
                  que añadir siempre la necesaria colaboración de los devas. Una 
                  forma de pensamiento es un estímulo eléctrico de la mente 
                  conteniendo “intención e ideación”. Ambos elementos son 
                  consustanciales dentro de la facultad de pensar. El tercer 
                  elemento “plasmación”, corresponde a los devas. Sin ellos 
                  faltaría el soporte objetivo y visible que promueve toda 
                  posible construcción, desde la de la diminuta estructura de un 
                  átomo hasta la indescriptible objetivación que abarca el 
                  Universo entero. El proceso es siempre el mismo y en este 
                  orden: intención, ideación y plasmación o construcción.
                  
                  La vida entera de la Naturaleza es un ejemplo constante del 
                  concurso armonioso de estos tres factores, lo mismo cuando se 
                  trata de llenar un plano, o dimensión de la Naturaleza, con 
                  determinados tipos de formas de pensamiento arquetípicas, como 
                  cuando se trata del crecimiento de la más humilde florecilla 
                  de los bosques. El deva, en sus innumerables aunque bien 
                  definidas gradaciones es el poder constructor de todo cuanto 
                  existe.
                  
                  Hay un principio esotérico que rige la fraternidad de 
                  relaciones humanodévicas. Podríamos definirlo así: “El hombre 
                  piensa y habla y el Deva escucha y ejecuta”, o mas 
                  concretamente todavía: “La energía sigue al pensamiento”. En 
                  este principio, claramente comprendido y científicamente 
                  interpretado, subyace la clave del conocimiento superior. 
                  Pero, vamos a analizar más detalladamente lo antedicho para 
                  hacer más comprensivas sus significaciones.
                  
                  Cuando nosotros pensamos estamos transmitiendo una serie de 
                  ondas eléctricas al espacio, mediante una serie de estímulos 
                  más o menos potentes de nuestro cerebro, considerado aquí en 
                  su función de central transmisora de mensajes mentales. Ahora 
                  bien, estas ondas dirigidas con intención y conteniendo 
                  ideación quedarían flotando sin destino alguno en el espacio, 
                  a no ser por la participación de los devas mentales, altamente 
                  especializados cuya misión natural y su única función es 
                  “hacerse cargo de los pensamientos de los hombres” 
                  vitalizarlos con su vida y transportarlos a su destino, o bien 
                  cobijarlos y mantenerlos en “gestación” como energía, a la 
                  espera de las requeridas condiciones cíclicas de expresión, 
                  como ocurre con los arquetipos raciales, ideológicos o 
                  espirituales (creados por la mente humana y respondiendo a 
                  Arquetipos causales), o con los procesos destructivos y 
                  grandes cataclismos que asolan periódicamente a la humanidad 
                  como efecto, no digo castigo, de sus inadecuadas, violentas y 
                  agresivas formas de pensar. El principio adoptado por la 
                  UNESCO en su conocido preámbulo “La guerra se fragua en la 
                  mente de los hombres y es en la mente de los hombres donde hay 
                  que construir los baluartes de la paz”, puede dar una idea 
                  realmente clara y concreta de la participación humano-dévica 
                  en la creación y desarrollo de los grandes acontecimientos 
                  planetarios, si es atentamente examinado.
                  
                  Hay que advertir, sin embargo, que los devas “no miden las 
                  consecuencias de los pensamientos humanos”, sino que se 
                  limitan a manejarlos de acuerdo a intenciones e ideaciones, 
                  las cuales, a su vez, vienen condicionadas por los aspectos de 
                  “cualidad” y “potencia” de la mente que los ha emitido. En 
                  estas cuatro palabras: intención, ideación, cualidad y 
                  potencia, siempre presentes en la formulación de cualquier 
                  pensamiento está resumido todo el proceso del pensar humano y 
                  la vía expedita de su realización plástica u objetiva por 
                  parte de nuestros hermanos los devas, así como la comprensión 
                  de cómo se estructura nuestro ambiente individual, familiar, 
                  social y espiritual.
                  
                  La función específica del deva es “recoger el pensamiento 
                  humano y darle conveniente cauce de acuerdo a intenciones, 
                  ideaciones, cualidades y potencia”.
                  
                  El deva no razona sobre los efectos positivos o negativos, 
                  constructivos o destructivos, de las humanas ideaciones, 
                  habida cuenta de que carece de mente, cuando menos del tipo de 
                  mente humana que nosotros conocemos y utilizamos. Los devas 
                  son, “ráfagas puras de sentimiento”. El deva evoluciona por el 
                  camino del sentimiento, siendo el sentimiento el impulso vital 
                  de su existencia. Sólo en etapas muy avanzadas de su 
                  desarrollo evolutivo adquiere el deva la facultad de pensar. 
                  Tenemos entonces un ser mucho más avanzado que el hombre, pues 
                  no sólo posee los más profundos y más ricos matices del 
                  sentimiento de la Naturaleza dévica, sino también la facultad 
                  de “idear”, de “imaginar” o de “crear”, que caracteriza 
                  singularmente al ser humano. En el aspecto de los devas 
                  constructores en materia mental, de estas criaturas que 
                  vitalizan el pensar humano, vemos que ellos encarnan dentro de 
                  sí únicamente aquellos pensamientos que son afines con la 
                  naturaleza o vibración de sus sentimientos y emociones. Ellos 
                  buscan, tal como es su ley y su función, la sintonía de su 
                  vida en pensamientos humanos, y esta sintonía debe estar 
                  forzosamente de acuerdo con su particular vibración o grado de 
                  desarrollo. Sería pues inadecuado decir que existen devas 
                  buenos y devas malos, sino más bien que existen cualidades o 
                  matices de sentimiento dévicos de acuerdo a cada tipo de 
                  pensamiento humano, que puede ser de cualidad vibratoria 
                  superior o inferior. Hay devas de densa vibración dentro de la 
                  escala sintónica del sentimiento; ellos encarnan en 
                  pensamientos humanos de baja vibración. Hay devas de 
                  elevadísima vibración que encarnan solamente en los 
                  pensamientos elevados o sublimes de los hombres. La Musa que 
                  invocan los poetas no es sino el deva que transforma la 
                  ideación poética en sentimiento creador. Y el genio inspirador 
                  de los sabios y de los músicos es siempre el deva que por 
                  sintonía de vibraciones acude siempre a prestarles el aliento 
                  de su vida espiritual con ráfagas puras de sentimiento y de 
                  emoción profunda.
                  
                  Existen infinitas gamas de devas, tantos como matices de 
                  sentimiento y gradaciones cualitativas dentro del pensamiento 
                  humano.
                  
                  Podemos decir, que a cada estado de conciencia humana, o a 
                  cada uno de sus pensamientos y emociones corresponde un tipo 
                  particular de devas. El proceso de la evolución planetaria, 
                  considerado esotéricamente, es de fraternidad humano-dévica. 
                  Esta fraternidad, conscientemente reconocida e 
                  inteligentemente realizada, producirá finalmente el Arquetipo 
                  ideal de belleza y armonía del mundo del futuro. Pero, 
                  desdichadamente, los seres humanos nos hallamos todavía muy 
                  lejos del estado de equilibrio emocional y mental que ha de 
                  permitimos penetrar en el mundo de los devas y dejar que ellos 
                  penetren en el nuestro, como sucedía en los primeros estadios 
                  de la vida evolutiva de la humanidad. Sólo así, unidos 
                  fraternalmente dentro de una reconocida y aceptada 
                  interdependencia, podremos los hombres y los devas contribuir 
                  conscientemente a establecer el Reino de Dios sobre la Tierra.
                  
                  Relato de un contacto dévico
                  
                  Tuve una vislumbre del concurso fraternal de los devas y de la 
                  gracia especial de su intervención en la vida de los hombres, 
                  en un contacto que tuve con uno de ellos.
                  
                  Trabajaba desde hacía meses en la ciudad de Ginebra en la Sede 
                  de la Escuela Arcana, una escuela esotérica a la que 
                  pertenecía desde hacía muchos años. Me habían encargado la 
                  dirección de la reunión de meditación de luna llena del mes en 
                  curso, Enero de 1963. Habitualmente se iniciaba esta reunión 
                  con una alocución de tipo esotérico para predisponer la mente 
                  de los asistentes para el trabajo meditativo. Para esta 
                  ocasión había elegido yo un tema altamente sugestivo: “El OM, 
                  como Mántram Solar”. Había leído algo sobre ello, no mucho, a 
                  través de los libros del Maestro DK, pero confiando mucho en 
                  mi intuición, creí sinceramente que aquella disertación no 
                  tendría dificultades para mí. Pero, he ahí que unos días antes 
                  de la festividad de la luna llena, empezaron a asaltarme unas 
                  muy profundas dudas sobre mi propia seguridad y confianza 
                  respecto a la explicación creadora del sentido realmente 
                  esotérico del OM sagrado. Me iba dando cuenta, conforme se 
                  acercaba el día de mi disertación, que hablar del OM no era 
                  tarea fácil, no sólo por sus implicaciones solares y 
                  jerárquicas, sino también porque tenía que enfrentarme con un 
                  selecto auditorio constituido por estudiantes de la Escuela 
                  Arcana, entrenados en el Arte de la meditación y con ideas más 
                  o menos profundas acerca del OM. Siempre he considerado que la 
                  palabra humana es un poder que involucra una gran 
                  responsabilidad y que hablar únicamente sobre lo que he leído 
                  o estudiado, por bueno que sea y por bien que se explique 
                  carece de estímulo creador, a menos que apoyados en aquellos 
                  conocimientos de base seamos capaces de extraer algo nuevo y 
                  no anteriormente dicho, de nuestra propia cantera espiritual. 
                  Pasé pues unos días muy preocupado intentando por medio de la 
                  meditación profunda y sostenida encontrar dentro de mí aquel 
                  “algo” nuevo con que debería matizar creadoramente mis 
                  palabras el día de la reunión de plenilunio. El día mismo que 
                  debía pronunciar mi disertación como preámbulo meditativo, me 
                  hallaba todavía no sólo confuso sino muy profundamente 
                  preocupado. Aquel mediodía había ido a desayunar en el 
                  restaurante del Palacio de las Naciones Unidas, muy cerca de 
                  la rue de Varembé en donde se hallaba ubicado el Centro 
                  Internacional y los despachos de la Escuela Arcana. Después de 
                  tomar café salí a pasear por los jardines del Palacio de las 
                  Naciones Unidas, y pese al frío reinante me senté a meditar 
                  bajo un frondoso y gigantesco castaño de los muchos esparcidos 
                  en aquel dilatado y bien cuidado parque. Naturalmente, el 
                  motivo de mi meditación era el OM, su significado, sus 
                  implicaciones solares, su correcta expresión por el aspirante 
                  espiritual, la liberación de su energía en el orden 
                  planetario. Pero, mi mente se hallaba perpleja, muda, 
                  impenetrable. Me preocupaba muy profundamente cómo podría 
                  presentar el OM en su función de poder coordinador de los tres 
                  vehículos periódicos del hombre y también su entonación 
                  perfecta para poder producir cambios apreciables dentro de uno 
                  mismo y a su inmediato alrededor, es decir, como vehículo, 
                  sutilísimo de contacto con el Yo superior y la Tríada 
                  espiritual.
                  
                  No sé cuánto tiempo permanecí allí bajo el castaño apoyada mi 
                  espalda a su tronco, ni sé tampoco si me dormí fatigado por el 
                  peso de mi esfuerzo meditativo. Sólo sé y sólo recuerdo que 
                  sentí resonar de pronto el OM sagrado dentro de mí mismo, como 
                  si del fondo de mi corazón surgiese aquella VOZ, muy familiar, 
                  pero que no podía identificar en aquellos momentos con nada 
                  conocido y cuya vibración determinaba en mí un estado de 
                  armonía e integridad que nunca había conocido ni 
                  experimentado. Al abrir los ojos, incapaz de resistir aquella 
                  tensión creadora y aquel poder que me transformaba 
                  internamente, vi ante mí sonriente, pero lleno de majestad a 
                  un resplandeciente Deva. Su forma era casi la humana, aunque 
                  supongo que había adoptado aquella forma para mejor establecer 
                  contacto conmigo. Surgían de su aura como poderosos haces de 
                  luz que se extendían en insoladas ondulaciones de un intenso 
                  color azul violáceo, abarcando con sus destellos toda la 
                  extensión del lugar en donde me hallaba situado. No me 
                  sobresalté sin embargo lo más mínimo. El poder del OM 
                  “pronunciado dentro de mí por aquel bendito Deva” me había 
                  “transfigurado” de tal manera que me era posible contemplarle, 
                  oírle en su mágica expresión y comprender el alcance infinito 
                  de su mensaje. Me hallaba pues en presencia de un Ángel, de un 
                  enviado celeste, del fruto divino a mi profunda y sentida 
                  invocación, de una respuesta directa a mis continuadas 
                  interpelaciones. Aunque lleno de fecundidad mental y 
                  arrebatado por un ígneo poder, me sentía insuflado de ternura 
                  y de devoción hacia aquel gentil exponente del poder 
                  constructor de la Naturaleza. Aunque el contacto fue 
                  extraordinariamente fugaz de acuerdo al concepto tiempo, la 
                  percepción fue excepcionalmente clara y puedo recordarla 
                  incluso ahora con todo detalle. Puedo decir que en aquellos 
                  momentos fui consciente, realmente consciente, de algunos de 
                  los misterios implícitos en el OM y de su debida entonación en 
                  lo que a la nota típica de mi vida espiritual se refería. El 
                  Deva se esfumó progresivamente a medida que mi conciencia 
                  entraba nuevamente en posesión de su estado habitual o de 
                  contacto con el mundo de lo normal, pero cuando recobré el 
                  pleno uso de mis facultades concretas, sabía yo exactamente lo 
                  que tenía que decir y cómo debía pronunciar el OM para que mi 
                  tarea de la noche, durante la meditación de luna llena, 
                  tuviese la necesaria
                  efectividad y trascendencia.
                  
                  Y así fue en efecto. Por primera vez en mi vida pude hablar 
                  del mántram sagrado, del gran sonido de resurrección, como lo 
                  llaman los esoteristas, con conocimiento de causa y directa 
                  experiencia de los hechos.
                  
                  Hemos dicho antes que, la enseñanza acerca de los devas 
                  constituye un aspecto principal del entrenamiento de los 
                  discípulos de un Ashrama.
                  
                  Uno de los trabajos que el Maestro nos sugirió realizar hace 
                  ya bastante tiempo, fue presentar al mundo y de la manera más 
                  simple que fuese posible, la enseñanza que iríamos recibiendo 
                  en el Ashrama acerca de los devas. Otros discípulos, lo 
                  hicieron ya en el pasado y por primera vez quizás en el curso 
                  de la historia presentaron un cuadro de relaciones 
                  dévico-humanas, explicando tipos, funciones y gradaciones de 
                  estos seres angélicos que viven en los elementos de la 
                  Naturaleza y que con el hálito de su vida constituyen el poder 
                  que renueva, destruye, conserva y edifica todas las cosas 
                  existentes, incluido los vehículos periódicos del hombre; el 
                  doble etérico o pránico, el organismo físico, el cuerpo 
                  emocional y el cuerpo mental. Otros devas cuyas vidas 
                  evolucionan en los planos superiores del Sistema solar crean 
                  con el poder con que Dios les ha dotado, los Arquetipos 
                  superiores a los que se ajustan los designios de los Logos 
                  planetarios y los Planes o Esquemas de las distintas 
                  Jerarquías que precisen la evolución universal. Crean y 
                  construyen también los cuerpos superiores o espirituales del 
                  hombre a medida que avanza éste por las rutas obligadas de la 
                  evolución: el búdico, el átmico y el monádico.
                  
                  Nuestra labor debe limitarse forzosamente al reconocimiento 
                  científico del mundo dévico, es decir, abordar lo más directo 
                  e inmediato, lo que podrá ser comprobado al respecto si el 
                  hombre estudioso, el aspirante espiritual y el verdadero 
                  científico, se deciden a penetrar con mente audaz y aguda el 
                  mundo de las causas y de los altos significados, amparados en 
                  un verdadero espíritu de investigación y reconocimiento 
                  humilde lo mucho que le falta aprender todavía para poder 
                  hablar de fuerzas y de energías con verdadero conocimiento de 
                  causa.