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CAPÍTULO VIIILAYA YOGA
 
 
a) La ciencia de los centros
 
 Si se admite como lógica y racional la idea de que nuestro Universo, con todo su 
contenido, es el Cuerpo físico de una Entidad Cósmica, que infundida en la 
Conciencia de nuestro Logos Solar, permite la vida y expansión de cada vez más 
nobles Arquetipos solares dentro del gran Esquema Universal "en donde vivimos, 
nos movemos y tenemos el Ser", será también lógico y plausible admitir, ya que 
contamos con la clave hermética de la analogía, que el Sol, los planetas y el 
conjunto de cuerpos celestes, visibles e invisibles y los diferentes sistemas de 
relación entre todos y cada uno de los elementos que realizan su evolución 
dentro de esta maravillosa estructura universal, no son sino los distintos 
centros o chacras, mayores y menores, que permiten la afluencia de energía 
cósmica a este organismo, dotándole de facultades, cualidades y capacidades de 
acción y reacción, lo mismo que ocurre con nuestro cuerpo físico, condicionado 
por todas las corrientes vitales, pránicas y espirituales que el Eter, gran 
substancia de relación cósmica, permite llegar a nosotros. El proceso universal 
se mueve, tal como puede ser observado, dentro de las más elementales reglas del 
juicio analítico. El Sol, dentro del Universo, puede ser considerado así como el 
Centro mayor de vida espiritual y física, coordinador perfecto de todas las 
actividades cíclicas que dentro de un correcto sincronismo de funciones tratan 
de revelar a un glorioso Ser, o conciencia Psicológica, en incesante proyección 
y movimiento creador.
 
 Se nos dice esotéricamente que el Chacra Cardíaco de tal indescriptible Entidad 
cósmica o Señor de nuestro Universo, es el planeta Júpiter, el cual viene 
vitalizado por una Entidad psicológica del segundo Rayo misteriosamente 
vinculada por razones kármicas que escapan por completo a nuestra comprensión, 
con la vida del Logos Solar, Quien, como esotéricamente se sabe, pertenece 
asimismo a la línea de actividad del segundo Rayo Cósmico y utiliza para Su 
expresión las energías cósmicas que demuestran y revelan la cualidad magnética y 
atrayente del Amor. Se nos dice también que el planeta Vulcano, "velado y 
encubierto durante eones por el Sol" constituye el Centro Sahasrara, o chacra 
coronario, del Logos Solar, siendo el Señor de Vulcano, o Logos planetario de 
aquel sagrado Esquema, tan misteriosamente velado a la indagación de los 
observadores esotéricos y aun a la percepción de una gran mayoría de Iniciados 
de nuestra Logia planetaria, Quien transporta a nuestro Universo las energías 
cósmicas del primer Rayo que revelan las cualidades místicas de la más elevada 
sabiduría e indomable Resolución espiritual.
 
 Prescindiendo, sin embargo, de estas razones tan concretamente expuestas, 
podemos asegurarnos basándonos en las sabias leyes de la analogía, que la 
totalidad de los llamados "planetas sagrados", es decir, Mercurio, Venus, 
Vulcano, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, constituyen los "chacras" que el 
Logos Solar utiliza para la correcta expresión y evolución de nuestro Universo y 
que todo el proceso del Yoga a medida que el espíritu humano va reconociendo, 
integrando y poniendo en funcionamiento sus distintos cuerpos expresivos y 
recorriendo paso a paso su destino de perfección a través de las sucesivas Razas 
y subrazas que van apareciendo sobre la superficie de la Tierra, es la lenta 
aunque infatigable y progresiva tarea de estructuración de un perfecto sistema 
de relaciones entre cada uno de los centros etéricos y glándulas endocrinas 
correspondientes con aquellos Centros mayores de vinculación espiritual dentro 
del Sistema Solar.
 
 Para un correcto y al propio tiempo completo estudio del Laya Yoga deben ser 
tenidas en cuenta, pues, las siguientes condiciones:
 
 a. El progresivo desarrollo de los centros etéricos y, consiguientemente, de las 
glándulas endocrinas conectadas con aquellos.
 
 b. El reconocimiento de que cada uno de los centros etéricos, o chacras, está 
directamente vinculado con la actividad de algún planeta, sagrado o no, de 
nuestro Universo.
 
 c. Que uno de los centros etéricos, enlazado con la cualidades de alguna 
definida Potestad planetaria, Señor de Rayo y expresándose por medio de un 
planeta sagrado, constituye el núcleo de vinculación con aquella Entidad 
psicológica que esotéricamente llamamos Ángel Solar.
 
 d. Que otro de los centros etéricos, el que con mayor intensidad condicione el 
entero Sistema endocrino, constituye la base de la personalidad humana 
caracterizando un definido tipo psicológico o temperamental.
 
 e. Hay, finalmente, el reconocimiento espiritual que conduce a la Iniciación, 
merced al cual todo el sistema endocrino y de evolución de los centros etéricos 
es la exacta representación, aunque en miniatura, de un esquema cósmico, 
caracterizado por una Entidad central, el Logos Solar y los llamados "Siete 
Espíritus ante el Trono de Dios" (tal como puede leerse en la Biblia), o Logos 
Planetarios, manifestándose a través de Siete Planetas Sagrados y condicionando 
con su actividad la evolución de otros planetas no sagrados, entre ellos nuestro 
planeta, la Tierra, que también cumplen una importante y muy definida función en 
la evolución cósmica de nuestro Universo.
 
 Toda esta infinita relación tiene que ver naturalmente con la naturaleza mística 
de los Rayos, o corrientes de energía, expresándose por medio de los Siete Logos 
planetarios, Señores de un planeta sagrado y condicionando la expresión y 
evolución de los Siete Planos de la Naturaleza y aquellas corrientes de Vida que 
darán lugar a las Siete Dimensiones del Espacio, a Siete Reinos de la 
Naturaleza, a Siete Razas Humanas y, cuando el momento sea llegado, desde el más 
elevado ángulo de apreciación mística, al indescriptible Misterio de la Séptima 
Iniciación, interpretándose así la gran Sinfonía Solar en la que cada Ser, cada 
Reino, cada Plano y cada cosa, contribuye con su particular e inconfundible 
armonía.
 
 Al llegar a este punto, invitamos a una serena reflexión acerca del alcance del 
Laya Yoga, considerándole ya no como un sistema de disciplinas conducentes a un 
cierto estado de evolución psicológica por medio del desarrollo de algún 
determinado centro etérico y de su glándula endocrina correspondiente, sino como 
la Intención inmutable del Dios de nuestro Universo de expresar determinadas 
Cualidades inherentes a Su indescriptible Vida psicológica por medio de los 
seres humanos.
 
 b) Laya Yoga - El Misterio del Fuego
 
 Laya Yoga, la Ciencia de los Centros, tiene su correspondencia esotérica con el 
poder místico del Fuego. Cuando mencionamos Fuego en relación a los centros 
etéricos y con la evolución espiritual de los seres humanos, nos referimos 
concretamente a aquella misteriosa y potentísima substancia ígnea conocida en 
los estudios esotéricos sobre el Yoga bajo el nombre de Kundalini.
 
 Pero..., ¿qué es exactamente Kundalini? Kundalini es el Fuego promotor de la 
vida física del planeta, es el poder ígneo que arde en la entrañas mismas de la 
Naturaleza planetaria y en el centro de todo ser y cosa creada; es el Talismán 
Sagrado mediante el cual el Logos Solar puede hallar continuidad de vida y de 
conciencia en nuestro planeta y expresar aquel aspecto creador de Su naturaleza 
espiritual, definido corrientemente en los estudios esotéricos y místicos como 
Espíritu Santo, Inteligencia creativa o Actividad del Tercer Logos.
 
 No puede acercarse a este "Globo de Fuego" en el centro de la Tierra en un 
descabellado intento de experimentar el beneficio de sus causas originales. 
"Sólo aproximándose muy cautelosamente y a prudente distancia es posible 
percibir algunos de sus aspectos asequibles y más inmediatos". Cuanto en este 
apartado situamos entre comillas pertenece a ciertos pasajes referentes a 
Kundalini entresacados de "El Libro de los Iniciados". Otra sutil referencia a 
Kundalini permite entrever en una cierta medida su extraordinaria peligrosidad: 
“... El Foco central de Fuego es de tal infinito fulgor y de tal extraordinaria 
radiación que sus rayos actúan a manera de dardos de fuego y queman la vista del 
osado observador... Agni, el Dios del Fuego, es celoso guardador de su 
indescriptible Poder y solamente lo transmite a aquellos que por su pureza de 
vida se han convertido en Fuego y han convertido sus vehículos en Moradas del 
Espíritu Santo..."
 
 Observando pues muy cautelosamente y a distancia el proceso de distribución del 
Fuego planetario, vemos cómo éste asciende desde el globo de Fuego central, sede 
de Kundalini y "morada de Agni”, hacia la superficie, en la forma de ondas 
concéntricas a igual que se transmiten por el éter las ondas de la luz y del 
sonido, vivificando a su paso todos los estratos geológicos que constituyen la 
osamenta del planeta o reino mineral y a todas aquellas formas de vida 
semietérica y etérica que los habitan. Puede ser observado también que las ondas 
de Fuego no sólo llegan a la superficie de la Tierra creando todas las 
condiciones vitales de existencia, sino que continúan propagándose hacia la 
atmósfera creando un "Cinturón de Fuego (aunque sería quizás mejor denominarlo 
"Esfera de Fuego), un círculo infranqueable dentro del cual se verifica la 
maravillosa alquimia de fundir el Fuego con el Eter, cualificando el Prana o 
sustancia solar, con la vitalidad del Tercer Logos y determinando cierto tipo de 
vibración que es propio de la sustancia creativa de la Naturaleza y produciendo 
un sonido característico y especial "que puede ser visto, oído y reconocido por 
los Grandes Promotores del Sistema" como formando parte del equipo expresivo del 
Logos Planetario, o Personalidad Psicológica distintiva de un determinado Ego 
cósmico.
 
 Dejando, sin embargo, de lado estas consideraciones de orden muy esotérico, 
habrá de ser reconocido el hecho de que el Fuego central, como esencia de Vida 
planetaria, es el impulsor del movimiento de rotación de nuestra Tierra. Tal 
movimiento de rotación, en no importa qué astro o cuerpo celeste, indica 
principalmente aliento vital y expresión psicológica, siendo éste uno de los 
conocimientos secretos impartidos al candidato a la segunda Iniciación. Al 
rasgar este movimiento los éteres del espacio cósmico se produce una nota, un 
Sonido distintivo y, al propio tiempo, la fricción determina una especie 
particular de Fuego, que no es ya Kundalini planetario, sino que al aliarse con 
el Prana solar cualifica los éteres con un tercer elemento o substancia, la que 
corresponde al primer aspecto del Logos Planetario, constituyéndose entonces la 
clave del triple elemento creativo, el AUM, característico de la Voluntad de 
Aquel Logos con respecto a nuestro planeta. Un conjunto de notas diversas 
consubstanciales con el AUM y expresando las cualidades inherentes a la Vida de 
la Naturaleza, con sus planos, reinos, razas y elementos, constituye la llamada 
"Música del planeta", es decir, su Voz, su Canto, su Sonido y el conjunto de 
voces, cantos y sonidos universales o "Música de las Esferas", constituye el 
distintivo específico de una entidad Solar, o Logos, Señor de un Universo. Estas 
explicaciones pueden parecer maravillosas o novelescas, pero en realidad son de 
orden muy lógico si aplicamos convenientemente la clave de la analogía.
 
 Basta considerar, por ejemplo y como punto de referencia, a nuestro satélite la 
Luna. Es un “astro inmóvil" en el espacio celeste. Carece de movimiento de 
rotación y está permanentemente sujeto al movimiento de rotación o de vida de 
nuestro planeta. En relación con el tema que estamos considerando podríamos 
decir que carece de Fuego de Kundalini. Agni, el aliento vital, abandonó la Luna 
en el mismo momento cíclico cósmicamente señalado, en que la Entidad planetaria 
o Logos del Esquema Lunar, consideró terminado su ciclo de evolución a través de 
aquel astro y buscó nuevos horizontes de perfección para Su Infinito y 
persistente Propósito creador.
 
 En orden a nuestro estudio sobre el Laya Yoga, como Ciencia del Fuego de 
Kundalini humano, podemos afirmar también que la Luna, como astro sin vida y 
como elemento gastado ya dentro de la economía del Sistema Solar, puede ser 
considerada asimismo como un "chacra" trascendido, de la misma manera que en el 
proceso de evolución de la vida humana existen en el interior del organismo 
etérico-físico ciertos centros o chacras inferiores provenientes de un ciclo de 
evolución anterior, que están siendo trascendidos o eliminados en el devenir de 
nuevas corrientes de vida espiritual o psicológica.
 
 Ciñéndonos ahora directamente al tema del hombre, del ser humano, como una 
Morada para el Fuego de Kundalini o del Espíritu Santo, vemos que su 
constitución física y contraparte etérica adoptan para el observador 
clarividente y mentalmente disciplinado, la forma de un Árbol luminoso cuyo 
tronco es la columna vertebral, siendo la cabeza la copa del mismo, orientada 
siempre hacia las alturas (buscando verticalmente la Sabiduría), con unos brazos 
que asemejan ramas dispuestas horizontalmente (en incesante búsqueda de 
conocimientos humanos) y dos piernas, a manera de dos poderosas raíces que se 
hunden en el suelo y constituyen el soporte vivo de toda la estructura así 
constituida. No tenemos en cuenta aquí, naturalmente, razones de tipo orgánico o 
cualidades meramente físicas, sino que intentamos presentar el cuerpo físico y 
su contraparte etérica como conductores naturales del Fuego místico de la 
Naturaleza. El metabolismo y las transformaciones que realiza este Fuego al 
incidir en la estructura orgánica, sede de la Mónada espiritual, pueden ser 
consideradas particularmente al estudiar cada tipo de Yoga y su centro etérico 
de evolución correspondiente. Explicado esto, y continuando el estudio, podemos 
observar que "las ondas concéntricas" de propagación del Fuego de Kundalini, 
penetran en el organismo físico a través de las dos piernas, siguiendo la 
orientación definida que marcan ciertos centros etéricos, de cualidad menor a 
los técnicamente conocidos, cuya función es facilitar el acceso de Kundalini 
hasta el centro de la base de la columna vertebral. Vemos, así, que el Fuego que 
penetra por los centros etéricos de la pierna izquierda y que posteriormente 
quedará alojado en el "depósito sagrado" u "hogar de la doble serpiente", bajo 
el control natural de un "enviado del Dios Agni", constituye la línea de Fuego 
ascendente a lo largo de la columna vertebral conocida bajo el nombre esotérico 
de Ida. Lo mismo ocurre con las ondas de Fuego etérico que se introducen en el 
cuerpo por medio de los centros de la pierna derecha y que al llegar al depósito 
central de Kundalini se convertirán en la serpiente Pingala, siendo el Susumma, 
el conducto del Fuego central, o columna de mercurio ígneo que, siguiendo las 
variaciones propias del proceso de la evolución humana y símbolos de la 
"temperatura espiritual del Ego" que va ascendiendo y progresando a través de 
los centros etéricos mayores a medida que las dos serpientes Ida y Pingala, 
dentro de un mágico equilibrio espiritual, inflaman con su armoniosa actividad 
el contenido del "depósito sagrado", despiertan el Poder dormido y lo liberan 
progresivamente en una justa y equilibrada ascensión o redención. Con el devenir 
del tiempo la Ciencia que investiga el misterio implícito en la evolución 
genética humana y en su normal expresión, los cromosomas, bases augustas de la 
caracterología y del complejo hormonal, tendrán que penetrar en el estudio del 
Laya Yoga y de la actividad del Fuego de Kundalini, con sus canales de acceso 
Ida-Susumma- Pingala y llegar a reconocer que las leyes kármicas que determinan 
que un cuerpo físico sea masculino o femenino vienen condicionadas por la 
intensidad con que se manifiestan en un momento dado las serpientes Ida y 
Pingala, siendo el canal Susumma, el vehículo central y natural del Fuego, el 
que en una etapa muy posterior de desarrollo espiritual, cuando Ida y Pingala se 
hallen armoniosamente equilibradas y compensadas, marcará el destino de una Raza 
de Hombres verdaderamente puros y honestos, sin opción alguna a karma individual 
y a conflicto psicológico, tal como ocurre en nuestros días, que se manifestarán 
bajo formas netamente Andróginas, retornando al principio de unidad o santidad y 
restableciendo el inmaculado Juicio de la Ley de Dios de la
 cual serán unos adecuados instrumentos...
 
 c) La progresión mística del fuego
 
 Hemos tratado de explicar a grandes rasgos el proceso de la ascensión mística 
del Fuego de Kundalini, el cual ilustra convenientemente el Principio de 
Analogía, sobre el Mito del jardín del Edén y de la serpiente que asciende por 
el Árbol del conocimiento del Bien y del Mal (el principio de Discernimiento y 
de Libre Albedrío), que tienta a Eva (el principio femenino del ser humano), la 
cual, a su vez, tienta e incita a Adán (el principio masculino), provocando "por 
fricción" la ascensión del Fuego de Kundalini por el interior del Árbol de la 
Vida, de la columna vertebral, verdadera savia ígnea, vivificando todo el 
sistema de la evolución planetaria. El Mito del Edén era simbolizado 
anteriormente en otras descripciones místicas que datan de la más lejana 
antigüedad, por una serpiente de dos cabezas enroscada a un Árbol que daba 
frutos de Sabiduría, simbolizando esta serpiente la doble naturaleza del ser 
humano, representada en la doble corriente de Fuego que opera en su interior, o 
sea, Ida y Pingala, enroscada alrededor del Árbol de Susumma. El símbolo del 
Caduceo de Mercurio es todavía más ilustrativo; la serpiente de dos cabezas o la 
doble serpiente en este caso, el incidir en lo alto del Caduceo se transforma en 
dos alas, simbolizando aquella elevada etapa mística en la cual el Fuego de 
Kundalini rebasando las fronteras de la vida humana, se propaga hacia el Cosmos 
Absoluto. Esta etapa de liberación total del Fuego de Kundalini marca el destino 
inenarrable de los Adeptos, los frutos maduros de la evolución humana; Aquellos 
que realizaron el proceso místico de la Ascensión y verificaron en sí mismos la 
eclosión del más grande de los Misterios, al unificar en un sólo centro de Fuego 
Solar, el Fuego del Cielo, Fohat y el de la Tierra, Kundalini. En lo que 
respecta al Universo en su total expresión, Fohat viene simbolizado en la 
serpiente Pingala y Kundalini en la serpiente Ida, siendo el Fuego Solar, el que 
corresponde a este Universo de Segundo Rayo, el Susumma por donde asciende todo 
tipo de Fuego equilibrado y redimido de la Naturaleza buscando la Gloria de la 
manifestación Divina.
 
 La alusión directa al Fuego de Kundalini como ejecutor de la Voluntad de la 
Mónada, nos ilustra sobre un punto generalmente pasado por alto aún en los altos 
estudios sobre el Yoga y es que la evolución de un "chacra", irradiando una 
especie particular de energía monádica, determina la invocación mística del 
Fuego de Kundalini, la Fuerza Madre de la Naturaleza, por el desarrollo natural 
de este centro, llegando así a la conclusión, no sólo desde el ángulo puramente 
esotérico sino también por la evolución de un razonamiento lógico de que el 
proceso de expansión del Fuego no se halla solamente en la cualidad mística y 
ascendente de Kundalini. Hay que tener en cuenta, principalmente, el proceso de 
desarrollo de los chacras (puntos de especial interés meditativo para el Ángel 
Solar en un momento dado), los cuales en la línea de su particular evolución 
invitan al Fuego dormido de la Materia para que se despierte de su profundo 
letargo y ascienda en forma de serpiente ígnea a lo largo de la columna 
vertebral, haciendo vibrar el contenido de su canal Susumma. Ha de ser 
comprendido pues, que no es el Fuego en sí el elemento que desarrolla los 
chacras sino que son los propios chacras, vitalizados y purificados mental y 
espiritualmente por el Observador Silencioso de nuestra vida, la Mónada 
Espiritual por medio del Ángel Solar, desde el centro mayor de la cabeza, los 
que realizan el proceso de ascensión de Kundalini en busca del Fuego de Manas.
 
 Es posible apreciar así que la evolución mística del Fuego, su ruta ascendente a 
través de los canales etéricos de la columna vertebral, no debería realizarse 
por el acto de voluntad o de autoridad sino siguiendo un proceso rítmico de 
ordenación cíclica determinado por el curso de la evolución individual. 
Pretender lo contrario, tratar de despertar prematuramente la actividad de 
Kundalini, constituye un grave riesgo que deberían evitar todos aquellos que 
anhelando acelerar el proceso de expansión de sus vidas anhelantes y sin contar 
con la adecuada preparación o purificación, se entregan a prácticas y 
disciplinas en relación con el desarrollo de los centros que, tarde o temprano, 
tendrán para ellos fatales consecuencias. El poder místico de la "Serpiente del 
Edén", su terrible Fuego y su cualidad tentadora, si es que podemos expresarnos 
así, sólo debería actuar a partir de un estado de conciencia espiritual 
plenamente establecido, con un claro sentido de valores morales y un conveniente 
control de la vida personal. Hay que reconocer, en todo caso, que lo que decide 
el éxito del proceso no es el intenso deseo, ni aún la propia voluntad, sino el 
luminoso camino que señala el curso sereno de la evolución. Hay que comprender 
asimismo que la necesidad imperiosa de incorporar al proceso evolutivo 
individual la cualidad liberadora del Fuego, se despierta oportunamente en el 
aspirante espiritual. Generalmente siente un gran vacío en su vida, se siente 
como inmerso dentro de un indecible período de soledad, ya sea mental o 
emocional pero de tal naturaleza que ningún ser o cosa alguna de la vida son 
capaces de llenar. Sólo el Fuego que arde en las entrañas vírgenes de la Materia 
y que actúa a manera de "Amorosa Madre", puede llenar este vacío y paliar el 
dolor profundo de aquella augusta soledad y colmar su existencia, tal como 
corrientemente se dice, con los Dones del Espíritu Santo..., siendo Kundalini, 
naturalmente invocado, el Dispensador de los Mismos.
 
 La Serpiente de Fuego asciende así "hacia las Alturas, ocupando progresivamente 
los centros inferiores, convenientemente redimidos de sustancia material de baja 
vibración y, tal como se dice en algunos tratados místicos cristianos, "el Fuego 
Creador quema las últimas escorias". Esta actividad redentora determinará el 
surgimiento de nuevas necesidades de expansión dentro de la naturaleza 
psicológica del ser humano y consecuentemente se producen dos importantes 
hechos:
 
 1. La vida humana se hace más potentemente invocativa. El Fuego de Kundalini, al 
llenar con la expansión de su corriente ígnea el "vacío" de un chacra 
determinado, correspondiente al proceso normal y natural, permite a este chacra 
(es decir, a las innumerables vidas menores que lo constituyen) emitir su propia 
voz, su propio sonido y reflejar al propio tiempo en el éter un color muy 
definido, el que le corresponde dentro de la gama de colores de la Naturaleza.
 
 2. Tales colores y sonidos afectando los éteres, atraen una especie particular 
de Devas, expresando un aspecto evolutivo superior de nuestro planeta, los 
cuales, a través de los "nadis" (el aspecto etérico del sistema nervioso) y a 
partir del desarrollo natural de ese centro, "detienen transitoriamente el poder 
ascendente del Fuego" y, al propio tiempo, ponen en incandescencia los 
filamentos requeridos dentro de la línea estructural de los nadis, poniéndolos 
en contacto con los que están enlazados con el centro etérico superior, 
estableciéndose así un campo magnético de carácter ígneo que obligará al 
aspirante espiritual a realizar un nuevo esfuerzo que, a su vez, creando un 
"vacío" en el interior de aquel centro convenientemente purificado, invitará o 
invocará una más elevada ascensión del Fuego de Kundalini.
 
 d) El sistema nervioso, los nadis y los centros
 
 El Fuego, en todas sus posibles expresiones, desde el puramente físico que se 
obtiene por fricción al espiritual más elevado que se manifiesta como 
electricidad pura (un tipo de electricidad que escapa por completo a la más 
elevada y sagaz concepción científica), es el único "disolvente universal", 
esencia de la verdadera Alquimia por el que suspiraron y lucharon los filósofos, 
místicos y esoteristas de todos los tiempos. En la expansión de su "poder 
radioactivo" se fundamenta aquella actividad científica que constituye Laya Yoga 
o Ciencia de los Centros, que determina la "incandescencia" de los nadis en 
forma natural y racional. Hay que reconocer, por lo tanto, que es esta evolución 
natural y racional la que determina el desarrollo de los centros, el cual consta 
de dos fases consubstanciales.
 
 a) La previa incandescencia de los "nadis" dentro de un sostenido ajuste 
psicológico y nervioso.
 
 b) La incandescencia del "botón central" o punto invocativo del Fuego superior 
en cada chacra, lo cual determina la etapa de “incidencia" o de fusión con el 
Fuego ascendente de Kundalini.
 
 El proceso a seguir es muy simple, como lo son en esencia todas las cosas de la 
vida. En las etapas inferiores de desarrollo espiritual la energía que circula 
por los "nadis" es de tipo nerviosa, como una exacta reproducción del sistema 
físico cerebro-espinal. No circula Fuego por los mismos sino una sustancia 
nerviosa de tipo más sutil a la conocida pero que todavía, tal como puede leerse 
en el "Libro de los Iniciados",”…la sustancia del pecado o del Karma…” En estas 
condiciones, el Fuego no puede ascender debido a que los sutiles filamentos se 
hallan obstruidos por aquella sustancia, creando así una verdadera salvaguarda 
de los centros, un fruto todavía inmaduro en el árbol de la humana evolución.
 
 En la evolución intermedia, la más corriente dentro de la humanidad, se observa 
dentro de la línea de proyección de los nadis, ciertas partículas de Fuego que 
tratan de abrirse camino hacia un determinado centro, el que corresponde a la 
línea de evolución natural.
 
 En los aspirantes espirituales, que no se esfuerzan por ejercitar poder alguno 
sobre los centros (obrando así muy cuerdamente), el Fuego y la sustancia 
nerviosa se hallan debidamente equilibrados y compensados. La vida psicológica 
realmente consciente empieza a regir el proceso.
 
 En los discípulos de cierta elevación espiritual y en algunos Iniciados, el 
Fuego va eliminando la sustancia nerviosa, diluyéndola progresivamente en el 
éter, poniendo así en incandescencia la línea de nadis correspondientes a su 
particular proceso de desarrollo y dando lugar a que el Fuego penetre 
paulatinamente en los centros requeridos, como base de un profundo despertar 
interno de carácter iniciático.
 
 Hay, finalmente, el caso de los altos Iniciados y Adeptos de la Jerarquía 
planetaria, cuyos nadis y centros etéricos (en el caso de que utilicen cuerpos 
físicos) son recipientes altamente sensibles y perfectos para el Fuego de 
Kundalini y utilizan la fuerza expansiva de éste para producir la unión o fusión 
con el Prana Solar, con lo cual aseguran la supervivencia o continuidad vital 
del planeta Tierra, como Morada de un Dios o Logos Planetario.
 
 Vean en el desarrollo de este proceso natural, un perfecto sincronismo de los 
Fuegos actuantes dentro y fuera del ámbito Físico planetario y traten de 
imaginar el desarrollo o ascensión de Kundalini, como el resultado de una 
unificación de los otros dos Fuegos superiores de la Naturaleza, el de Manas, 
regido por los poderosos Devas del Quinto Plano de nuestro Universo y el de la 
Mónada espiritual en su propio plano de manifestación, que es de naturaleza 
misteriosamente eléctrica y que se expresa como Fohat.
 
 Por todas la razones antes descritas, se aconseja esotéricamente a todos los 
aspirantes espirituales que dejen que el Fuego cumpla su misión purificadora en 
forma natural y sin utilizar ninguna disciplina de desarrollo que a la larga ha 
de resultar perjudicial, ateniéndose, por lo tanto, a las sagradas leyes de la 
ética y la moral y considerando el Laya Yoga como el verdadero Sendero de 
Cumplimiento Universal. Este Sendero viene caracterizado, a la vista del 
perfecto observador esotérico, por "el nivel alcanzado por el “Fuego " dentro de 
la economía de los centros, pues allí donde Kundalini se halla detenido 
-simbólicamente hablando- se puede catalogar la exacta medida de evolución 
espiritual del ser humano, el límite de sus posibilidades espirituales en un 
momento dado del tiempo y el punto de partida para un nuevo logro interior del 
proceso evolutivo.
 
 Reconozcamos pues, ya con carácter definitivo, que es siempre la Voluntad de 
Dios, expresándose en la magnitud de Su proceso universal a través de cualquier 
ser humano por medio de la Mónada espiritual, la que debe regir el proceso de 
expansión del Fuego creador y vitalizador de la Naturaleza y no nuestra pequeña 
voluntad personal, tan predispuesta a extravíos y equivocaciones. Este 
reconocimiento sincero y lleno de humildad constituirá la garantía perfecta de 
una vida más amplia y más profunda, correctamente orientada hacia la resolución 
del gran Misterio de la Vida de Dios, latente en cada una de las partículas de 
nuestro ser.
 
 
 
              
                
                  
                  
En el Hombre Pingala se halla localizado en el lado derecho.
 En la Mujer Pingala se halla localizado en el lado izquierdo.
 
 Consecuentemente:
 
 En el Hombre Ida se halla localizado en el lado izquierdo.
 En la Mujer Ida se halla localizado en el lado derecho.
 
 Hay, pues, una reorientación muy definida en orden a la ascensión de Kundalini 
en lo que respecta a los cuerpos masculino y femenino. En todo caso, lo que 
pretende la naturaleza en el ser humano, prescindiendo de la situación de los 
canales que regulan la distribución del Fuego, es el establecimiento de un 
perfecto equilibrio entre la distinta polaridad para que se llegue 
progresivamente a aquel Arquetipo de perfección humana cuya expresión 
característica será naturalmente el Ser Andrógino, el cual surgirá del perfecto 
equilibrio del "par de opuestos" que rigen el proceso de la vida manifestada o 
del equilibrio del Fuego Creador, manifestando así en espacio y tiempo las 
cualidades divinas de una naturaleza redimida.
 
  
              
                
                  
                  
El cuerpo etérico del ser humano corriente en el momento actual, aún cuando son 
previsibles muy importantes cambios en su estructura etérica por efecto de la 
creciente influencia de Shamballa (el centro más inclusivo del planeta) y a la 
actividad de los Rayos que condicionan las Razas, las Eras, cada uno de los 
Reinos de la Naturaleza y las distintas civilizaciones planetarias, tiende hacia 
una evolución superior. El orden en que por analogía aparecen los centros, los 
Rayos y los planetas en el hombre medio, por el cual los Responsables del 
Planeta catalogan el estado evolutivo de la Humanidad en un momento histórico 
del tiempo, es el siguiente:
 
 
              
                
                  
                  
Con respecto al cuerpo etérico de los Iniciados y los Discípulos muy 
evolucionados, el orden de distribución de las energías planetarias y de los 
Rayos sufre importantes modificaciones provocadas por la creciente influencia de 
la Mónada espiritual (en estrecha vinculación con el Centro Shamballa) y, 
excepto un sólo planeta, Plutón, todos los demás planetas son de carácter 
sagrado. Vean, por favor, esta analogía: 
 
              
                
                  
                  
En el cuerpo etérico del Adepto en encarnación física deberemos suponer, 
lógicamente, que toda la energía que se expresa a través del mismo, o de Sus 
Centros etéricos, proviene de planetas sagrados. El planeta que sustituye a 
Plutón es uno, todavía no revelado objetivamente en el Sistema Solar, aunque 
plenamente activo en los niveles ocultos, y trasciende la más aguda y penetrante 
visión espiritual, ya que todavía se halla "místicamente velado por el Sol".
 Extrañará, sin duda, no ver incluido el Cuarto Rayo en la expresión de la 
energía solar actuando a través de los distintos planetas, sagrados o no, sobre 
los centros etéricos de los seres humanos. Esto queda debidamente explicado por 
el hecho de que el Cuarto Rayo es el Rayo de la propia Humanidad, considerando a 
ésta como un centro etérico en el Cuerpo del Logos Planetario o de Su expresión 
etérico-física, Sanat Kumara. Este Rayo es, pues, omnipresente y omniactuante 
sobre el Cuarto Reino o Reino Humano y actúa incesantemente sobre todos y, cada 
uno de los centros etéricos distribuidores de energía, de la misma manera que el 
Quinto Rayo, en un aspecto superior y trascendente es omnipresente y 
omniactuante en relación con el Centro planetario de la Jerarquía, el cual está 
misteriosamente conectado con el planeta Venus, cuyo Logos Planetario pertenece 
al Quinto Rayo. Esto les explicará hasta cierto punto la identidad kármica de 
este Logos con el Señor de nuestro Mundo, Sanat Kumara", así como la misteriosa 
vinculación del Quinto Reino de la Naturaleza [Jerarquía Planetaria o Gran 
Fraternidad Blanca] con el Sagrado Esquema de Venus, con el Quinto Plano de la 
Naturaleza divina y con el Plano Mental Cósmico. Aplicando correctamente la 
analogía, las cosas más difíciles y aparentemente más misteriosas y lejanas, 
pueden ser debidamente comprendidas, al menos en sus implicaciones más cercanas 
y asequibles a nosotros. Como siempre hemos tenido interés en señalar, no hay 
que temer el ampliar constantemente nuestra conciencia mental en dirección a las 
más insondables perspectivas. Es precisamente así como se crece en el mundo 
esotérico y como nuestro ser se explaya en los mares del Infinito.
 
 
 
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