|  | CAPÍTULO VI
 
                    [los Iniciados, Guías y Conductores de la raza atlante, no 
                  eran evidentemente astrales, ni estaban condicionados por la 
                  gran ola de psiquismo desbordante. Eran Miembros de la Gran 
                  Logia Blanca del Planeta y después del cataclismo atlante, 
                  “salvados milagrosamente del Diluvio”, llevaron nuevamente la 
                  antorcha viva de la evolución, del Plan y del progreso 
                  espiritual a otras regiones del Planeta; Egipto, Asia, 
                  Grecia...]
                      
                  FACULTADES PSÍQUICAS
 
 Por azar o destino, estamos estrechamente relacionados con 
                  personas de alto relieve espiritual, verdaderos investigadores 
                  de las leyes ocultas de la Naturaleza y poseedores de una 
                  mente profunda y asombrosamente organizada, que no tienen 
                  ninguna de las “facultades psíquicas” que tanto valora el 
                  vulgo. Conocemos a otras, por el contrario, cuyo tipo de mente 
                  es más bien corriente y de lo más normal, y a veces sin llegar 
                  a ello, están dotadas de grandes facultades psíquicas: 
                  clarividencia, clariaudiencia, psicometría, mediumnidad, 
                  etcétera.
 
 La explicación de este hecho, al parecer contradictorio según 
                  la opinión de muchos, es, sin embargo, lógica y racional si 
                  tenemos en cuenta:
 
                  a) Que las facultades psíquicas corrientes, 
                  las que podemos apreciar en el tipo común de personas que nos 
                  rodean, son de origen astral y proceden mayormente de los 
                  bajos niveles de este plano.
 b) Que el verdadero investigador de las leyes ocultas de la 
                  Naturaleza, el aspirante espiritual avanzado, el discípulo y 
                  el iniciado actualizan un tipo de vibración de más alta 
                  frecuencia y se mueven preferentemente en los niveles 
                  superiores del plano mental.
 Existe, no obstante, “una zona de alta 
                  evolución psíquica” hacia la cual se van espontáneamente 
                  aproximando los verdaderos investigadores y discípulos 
                  espirituales del mundo. Examinando, por ejemplo, el proceso 
                  histórico de la vida de Apolonio de Tyana, de Cristo, de Buda, 
                  de los grandes e insignes yoguis y de todos los verdaderos 
                  Iniciados, se aprecia en ellos unas facultades psíquicas de 
                  orden realmente portentoso y extraordinario, pero tengamos en 
                  cuenta que tales facultades nada tienen que ver ni están 
                  relacionadas con la evolución del mundo astral, de ese mundo 
                  donde se agitan los deseos y aspiraciones de los hombres, sino 
                  que son expresiones naturales y directas de la propia vida de 
                  la DEIDAD CREADORA de los Mundos.
 Tales facultades están lógicamente más allá y por encima de la 
                  comprensión humana corriente. Son destellos de la “facultad 
                  creadora de Dios”, reflejos de Su poder en los tres mundos de 
                  la evolución humana. No vamos a referirnos a este tipo de 
                  facultades, demasiado elevadas para nuestro entendimiento, 
                  sino más bien a señalar los vicios y peligros de las 
                  facultades psíquicas inferiores con las que todos estamos más 
                  o menos directamente relacionados.
 
 Hemos podido comprobar en repetidas ocasiones que ciertas 
                  personas altamente psíquicas son en su mayoría físicamente 
                  enfermas, y que valoran las experiencias de la vida casi 
                  exclusivamente desde el ángulo de sus propias facultades 
                  psíquicas y no desde el terreno de la lógica y del sentido 
                  común. Son, en general, personas inadaptadas que escapan 
                  frecuentemente a la realidad de la vida que les rodea con sus 
                  magníficas oportunidades.
 
 Las personas psíquicas, las que producen fenómenos de orden 
                  físico y los médiums que actúan bajo el control, inmediato o 
                  remoto de otras entidades humanas encarnadas o desencarnadas o 
                  quizá de sus propias reacciones subconscientes, pierden 
                  paulatinamente el equilibrio físico y la salud orgánica, 
                  porque sin darse cuenta han dejado de seguir el rastro de luz 
                  de sus propias Almas que conduce al centro de Salud Espiritual 
                  y están siguiendo, por el contrario, unas corrientes de 
                  energía que desde el ángulo de apreciación esotérico o de la 
                  Jerarquía planetaria circulan actualmente y desde hace muchos 
                  siglos muy por debajo del nivel normal de la conciencia humana 
                  en evolución.
 
 Hablando sinceramente, ¿saben ustedes de alguno de estos 
                  médiums, de alguna de estas personas tan acusadamente 
                  psíquicas que no adolezca de alguna fuerte irregularidad 
                  física? Existe en ellos una rasgadura de la trama etérica que 
                  protege ciertos delicados órganos de relación espiritual, 
                  principalmente el bazo y ciertos puntos del cerebro y penetran 
                  por allí constantemente y “sin ser debidamente filtrados” 
                  gérmenes de enfermedades que deberían estar ya virtualmente 
                  muertos, átomos nocivos y ciertas energías del mundo astral 
                  que mejor sería mantener en reposo en las bajas zonas de su 
                  mundo por las profundas y negativas tensiones que producen. Y 
                  es inútil que se pretenda contrarrestar la expresión de estas 
                  corrientes de fuerza por la invocación protectora de aquellas 
                  entidades que los médiums y los psíquicos llaman su Guía. La 
                  mejor intervención de un verdadero Guía espiritual, cuando tal 
                  Guía realmente exista, sería obviamente “obturar” con energía 
                  espiritual las rasgaduras producidas en la trama etérica del 
                  cerebro, del bazo o de otros órganos afectados por estas 
                  irregularidades psíquicas y restablecer así el equilibrio 
                  vital en la vida física del médium. Esto no sucede 
                  desgraciadamente así, porque la mayoría, por no decir todos, 
                  de tales Guías tienen sus propios problemas kármicos a 
                  resolver y no saben ni pueden destilar de sus vidas 
                  espirituales la luz que sus protegidos necesitan. Así, el 
                  problema de la comunicación mediúmnica y de otras formas de 
                  contacto astral, así como de toda expresión psíquica sin 
                  control interno, se convierte en un “problema social” que 
                  afecta a muchas personas, a los propios psíquicos, a sus 
                  familiares y singularmente a todos aquellos que a ellos acuden 
                  en busca de consejo, consuelo, esperanza o alivio de sus 
                  enfermedades.
 
 El aspirante espiritual y mayormente el discípulo tiende por 
                  ley hacia “un psiquismo de tipo superior”, viniendo 
                  caracterizado éste por el desarrollo y actividad dentro de la 
                  vida personal de ciertas facultades del Alma. Estas facultades 
                  se expresan por medio de los vehículos más sutiles de la 
                  personalidad cuando éstos han sido debidamente entrenados por 
                  el recto vivir y un sincero y sostenido propósito interno. Al 
                  contrario de lo que sucede con las facultades psíquicas 
                  inferiores, desarrolladas y utilizadas sin el debido control 
                  espiritual, las facultades superiores se expresan siempre por 
                  propia voluntad e iniciativa, libres por completo de presiones 
                  externas o a través de una potente formulación interior que 
                  mueve y actualiza ciertas corrientes de energía específica 
                  para producir determinados resultados. Citaremos dos casos 
                  típicos de expresión del psiquismo superior.
 
 Durante un viaje a Filadelfia trabé amistad con un caballero 
                  hindú. Parecía joven, aunque, según confesó, tenía más de 
                  ochenta años. Una tarde, en la habitación del hotel en donde 
                  se alojaba y con un grupo de amigos esoteristas, entre quienes 
                  me encontraba, movió a distancia y volcó finalmente un vaso de 
                  agua derramando su contenido, encendió y apagó varias veces la 
                  luz de la habitación sin necesidad de darle vuelta al 
                  conmutador eléctrico e hizo aparecer y desaparecer a varios 
                  objetos de la alcoba, algunos de ellos bastante pesados, como 
                  por ejemplo un jarrón de porcelana lleno de flores; me di 
                  cuenta inmediatamente del magnífico poder de voluntad que 
                  poseía aquel caballero, así como de su tremenda potencia 
                  mental que originaba ciertas corrientes de energía ambientales 
                  a las que impulsaba muy luego en definidas direcciones, 
                  creando verdaderos campos de fuerza magnética sobre los que 
                  operaba después produciendo aquellos interesantes fenómenos.
 
 Otro caso, quizá no tan importante pero sí muy interesante 
                  también desde el ángulo científico, me ocurrió durante el 
                  verano de 1959. Fui invitado a pasar unos días con unos amigos 
                  en la región valenciana. Su casita se hallaba en pleno bosque, 
                  lindando a unos doscientos metros con una casa de campo donde 
                  vivía un labrador con su familia. Entre ambas casas, 
                  solitarias en aquel apacible lugar, había un grupo de 
                  frondosos árboles y en la espesura de su espeso follaje una 
                  legión de pajarillos que inundaban el aire con sus incesantes 
                  trinos. Una de las habituales distracciones o aficiones de 
                  nuestro vecino labrador -según pude comprobar más tarde- era 
                  la de capturar y dar muerte, seguramente con fines 
                  gastronómicos, a aquellos inocentes pajarillos. Utilizaba a 
                  este fin unas jaulas, dentro de las cuales tenía encerrados a 
                  otros pájaros que servían de reclamo a los demás que vivían en 
                  plena libertad. Tendía al efecto entre todas estas jaulas una 
                  gran red de malla y, cuando consideraba que había ya 
                  suficientes pajarillos cerca de las jaulas, tiraba de una 
                  cuerda desde abajo y los dejaba aprisionados dentro de la red. 
                  Los bajaba después del árbol junto con las jaulas y, luego de 
                  quitar cuidadosamente éstas, catapultaba violentamente la red 
                  contra el suelo y mataba así de esta manera tan cruel y 
                  despiadada a sus inocentes prisioneros. Una tarde, hallándome 
                  en meditación bajo uno de estos árboles, vino el referido 
                  labrador y, sin siquiera saludarme, empezó la brutal tarea a 
                  la que estaba ya habituado. La vista de aquel espectáculo 
                  -ante el cual no tenía opción a protestar por la distinta 
                  sintonía de nuestras mentes- suscitó en mí un profundísimo 
                  sentimiento de piedad. Una ola infinita de compasión se 
                  apoderó de mí y la masa sanguinolenta de aquellas pequeñas 
                  vidas sacrificadas estaba presente todavía en mí cuando me fui 
                  a acostar. Aquella noche, durante el sueño, me vi ascendiendo 
                  por las ramas del árbol, siendo plenamente consciente de que 
                  abría las puertecitas de las jaulas y de que liberaba a 
                  aquellos pajarillos que con sus trinos atraían a los demás, y 
                  que destrozaba finalmente las jaulas lanzándolas violentamente 
                  contra el suelo.
 
 A la mañana siguiente me despertaron unos grandes y 
                  desaforados gritos y una fuerte disputa que sostenían mis 
                  amables anfitriones y el referido labrador. Éste les increpaba 
                  duramente y les hacía responsables del destrozo de sus jaulas 
                  y les conminaba a devolverle los pajaritos que había dentro de 
                  las mismas. Durante esta disputa, de la que procuré 
                  naturalmente mantenerme aparte, mis amigos se enojaron tanto 
                  que incluso amenazaron al labriego con denunciarle a las 
                  autoridades. Se marchó éste finalmente echando pestes contra 
                  mis pobres amigos, que no sabían a qué atenerse sobre las 
                  injustas acusaciones de su iracundo vecino. Durante el 
                  desayuno les conté a mis amigos, como yo estudiantes de 
                  esoterismo, las incidencias de mi “sueño”, y entonces cayeron 
                  en la cuenta del por qué su vecino el labrador les había hecho 
                  responsables del destrozo de las jaulas y de la liberación de 
                  los pájaros de reclamo. No es necesario decir que comentando 
                  el caso y analizando críticamente las circunstancias en que 
                  éste se produjo, nos regocijamos plenamente juntos bajo la 
                  inspiración del poder celestial.
 
 Ahora bien. Prescindiendo de lo interesante de tales 
                  experiencias psíquicas..., ¿es éste el verdadero campo de 
                  actividad de un discípulo espiritual de la Nueva Era? He dicho 
                  en vastas ocasiones que “el discípulo prescinde 
                  voluntariamente de ciertos poderes y facultades” en aras de un 
                  destino espiritual de orden superior. A veces tales facultades 
                  y poderes se convierten sutilmente en un lazo que nos mantiene 
                  atados a las cosas superficiales de la vida fenoménica. 
                  Recuerdo al respecto una anécdota en la vida de aquel santo 
                  varón que se llamó Ramakrishna. Había enviado a su discípulo 
                  Narendra a experimentar sólo durante unos meses fuera de su 
                  Ashrama, en contacto con las gentes y con los problemas de la 
                  vida social. Cuando regresó al Ashrama, cumplida la finalidad 
                  que el Maestro le habla sugerido, le preguntó éste: “Dime, 
                  ¡oh, Narendra!, de todas tus experiencias durante tu ausencia, 
                  ¿a cuál concedes tú más importancia?” Respondió Narendra: .... 
                  - al pasar por Benarés, allí donde se estrecha el Ganges, 
                  había una balsa que transportaba a los viajeros de uno al otro 
                  lado del río. Se acercó un viejo peregrino y suplicó a los 
                  barqueros que le llevasen a la otra orilla, pero que no tenía 
                  con qué pagar su pasaje. Los barqueros no sólo no le 
                  concedieron un sitio en la balsa, sino que incluso se mofaron 
                  de él. Entonces el viejo peregrino se postró en el suelo e 
                  invocó a la Madre Divina. Seguidamente penetró en el río y 
                  comenzó a andar por encima de las aguas sin sumergirse. Así 
                  llegó a la otra orilla, ante la admiración de los barqueros y 
                  de los demás viajeros de la balsa, que no cabían en sí de tal 
                  prodigio”. Interpeló nuevamente Ramakrishna a Narendra: “¿A 
                  estos prodigios concedes tú tanta importancia? Veamos, ¿a 
                  cuánto ascendía el preció del pasaje dentro de la balsa?” 
                  Respondió Narendra: “A dos rupias, Maestro mío”, “Pues bien, 
                  querido Narendra -dijo el gran Ramakrishna-, tal es 
                  exactamente el precio del prodigio realizado por el viejo 
                  peregrino”. Me pregunto si no les asignamos también nosotros 
                  demasiada importancia a las facultades psíquicas y si no 
                  exageramos en demasía el valor de tales experiencias frente a 
                  esta edad singularmente técnica que estamos viviendo. 
                  Olvidamos con frecuencia que la Edad de Acuario, en la que 
                  paulatinamente nos vamos introduciendo, es profundamente 
                  “mental” y que la mente humana ha de cobrar un valor 
                  especialísimo como centro de contactos con “fuentes de energía 
                  espiritual y de experiencia humana”, de las que ni siquiera 
                  remotamente somos capaces de sospechar.
 
 Hay, por otra parte, y esto es evidente en la mayoría de las 
                  personas psíquicas, especialmente en los médiums, un fondo de 
                  orgullo y autosuficiencia que acrecienta la confusión y el 
                  peligro en que viven sumergidos. La mayoría se consideran 
                  superiores a los demás cuando analizan sus facultades 
                  psíquicas o mediúmnicas, es decir, las cosas que ven. Los 
                  sonidos que oyen, los guías que les protegen, olvidando -esto 
                  es importante- que nuestros remotos antepasados, más allá de 
                  las fronteras de lo que llamamos prehistoria, poseían ya y 
                  utilizaban estas facultades psíquicas y estos poderes 
                  supernormales (mejor sería, no obstante, calificarles de 
                  anormales) y que los salvajes y los animales domésticos, el 
                  perro, el gato, el caballo, etc., son asimismo psíquicos y que 
                  ven y oyen “cosas” del mundo etérico y del astral inferior que 
                  nosotros, personas civilizadas, no podemos percibir pese al 
                  elevado desarrollo de nuestra inteligencia...
 
 Estas consideraciones deben hacernos pensar. Vistos los 
                  poderes psíquicos tal como los conocemos, es decir, en su 
                  inferior cualidad astral, aparecen desde el ángulo esotérico 
                  de la vida como un fenómeno de regresión, de vuelta al pasado, 
                  pese a la importancia que le asignan los profanos del mundo 
                  oculto y, en general, todas aquellas personas de tipo mental 
                  corriente interesadas en esta clase de comunicaciones. Este 
                  sentido de importancia se centra preferentemente en la actitud 
                  psicológica de autoglorificación de la mayoría de los médiums. 
                  Me pregunto, después de un sinnúmero de observaciones 
                  personales, si hay algún médium del tipo al que nos vamos 
                  refiriendo, que no pretenda estar guiado o protegido por 
                  alguna insigne personalidad del pasado o de altísima 
                  valoración religiosa, como el Maestro Jesús, la Virgen María, 
                  Santa Teresa, San Pablo, Sócrates, etc. Conozco a un señor que 
                  pretende estar en comunicación constante y directa con 
                  Napoleón Bonaparte... Como enormes campanas vacías y sin 
                  resonancia alguna, tienen que citar nombres muy importantes 
                  para que el vulgo les dedique su admirada atención. La 
                  humildad, esta perla preciosa de la virtud espiritual, brilla 
                  por su ausencia en la personalidad de estos médiums que 
                  generalmente se autodefinen como transmisores de la voluntad 
                  divina. En realidad, son personas que viven más en el pasado 
                  que en el presente. Su manifiesta inadaptación al ritmo mental 
                  dinámico de nuestros tiempos crea en ellas profundas 
                  perturbaciones psíquicas y alteraciones físico-orgánicas de 
                  orden sensible y, tal como he dicho anteriormente, son “un 
                  verdadero problema social”, un peso muerto que impide la 
                  elevación de un sinnúmero de almas.
 
 Indudablemente existen verdaderos médiums, nunca he negado 
                  esta contingencia. Existen muchas personas de buena fe dotadas 
                  psíquicamente para recibir y transmitir mensajes y 
                  comunicaciones del “mundo astral”, noten que decimos “mundo 
                  astral”. Quisiera significar, una vez más, que para poder 
                  establecer relación y contacto con un verdadero SER superior, 
                  ya sea un poderoso Deva o un alto Iniciado del mundo 
                  espiritual, se precisa una elevada capacitación mental, 
                  entendiendo por ello no una mente muy sobrecargada de 
                  conocimientos, sino muy sencilla y amante de la síntesis, así 
                  como una exquisita educación interna y un elevado y recto 
                  propósito de vida. Deberé decir y repetir muchas veces que el 
                  verdadero “Hombre Espiritual”, Dios en nosotros, o esta divina 
                  Entidad que llamamos Alma o Yo superior, sólo puede ser 
                  positivamente contactada a través de la mente y no a través 
                  del cuerpo de los deseos y de las emociones. La mente 
                  plenamente ejercitada y exquisitamente vulnerable es el 
                  “único” instrumento de comunicación con los Seres superiores 
                  de la humanidad, previamente la consciente relación con el Yo 
                  superior y el debido enfoque interno.
 
 En el caso citado anteriormente sobre mi experiencia psíquica, 
                  hay una explicación muy lógica de este tipo. Por ejemplo, el 
                  profundo sentimiento de compasión que se adueñó de mí al ver 
                  el comportamiento brutal del labrador para con los pajarillos, 
                  creó dentro de mi ser personal una línea de ascensión que me 
                  conectó directamente con mi Yo superior. Desde allí recibí más 
                  tarde, durante el sueño, el poder necesario para densificar lo 
                  suficientemente mi cuerpo etérico para poder realizar aquello 
                  que mi mente había sutilmente proyectado, es decir, la 
                  liberación de los pájaros de reclamo, la destrucción de las 
                  jaulas, etc. Otra versión pudiera ser, fundándonos siempre en 
                  el profundo sentimiento de compasión -un poder realmente 
                  extraordinario que está en la base de las facultades psíquicas 
                  superiores, (la resurrección de Lázaro, la cura de los 
                  leprosos, etc.), la de la invocación de un Deva de gran poder 
                  espiritual, que aprovechando las energías que estaba yo 
                  liberando con mi profundo sentimiento de piedad, pudo 
                  “movilizar” a un cierto número de elementales a sus órdenes y 
                  produjo aquellos hechos que anteriormente les he relatado. Si 
                  tal fuese el caso “yo me hallaba en aquellos momentos en que 
                  se producían los hechos, simplemente observando la actividad 
                  dirigida de aquellas criaturas de los elementos por la 
                  intercesión del Deva, aunque en mi “sueño” pareciera que era 
                  yo quien producía aquellos concretos resultados.
 
 Tengo que hacer frente -como he dicho en varias ocasiones- a 
                  una gran responsabilidad, la de presentar honradamente, y de 
                  la manera más clara y convincente, las implicaciones de la 
                  afirmación “soy un discípulo”.
 
 Los trabajos serán tanto mejor comprendidos, pese a la 
                  claridad que trato de imprimirles, cuando con más sentido 
                  mental fuesen leídos y considerados. El sincero deseo de hacer 
                  partícipes a los demás de algo que considero de verdadero 
                  valor espiritual, debiera encontrar asimismo en el lector una 
                  resonancia espiritual recíproca. Es por esta causa que trato 
                  de penetrar muy profundamente en todos los casos y problemas 
                  que someto a consideración.
 
 Cuando un médium llega a la conclusión de que es guiado o 
                  dirigido por un Ser superior, y para el médium cuantos tratan 
                  de comunicar mensajes a través de sí pertenecen a esta 
                  categoría, caen en la falsa idea de que todo se halla ya 
                  resuelto en su vida y que únicamente deben limitarse a 
                  transmitir mensajes, impartir consejos o curar enfermedades.
 
 Al iniciar este proceso de comunicación astral, que es la 
                  mayoría de las veces de “actitudes personales dirigidas” por 
                  muy eficaces que puedan parecer a simple vista, ha quedado 
                  espiritualmente estancada la vida del médium. Ha dejado de 
                  ascender por las gloriosas rutas de la singularidad individual 
                  que marcan el proceso de la autoconciencia y caído en la 
                  limitada condición de simple vehículo de un propósito ajeno. 
                  Con ello pierde de vista una gran oportunidad de vida 
                  realmente espiritual. La trama etérica, a que anteriormente 
                  nos hemos referido y que protege su vida psíquica y física, se 
                  rasga en uno o varios puntos de su delicado tejido y por allí 
                  se escapa -simbólicamente hablando- el poder que confiere la 
                  visión directa y sin intermediarios de la realidad interna. 
                  Ruego mediten muy impersonalmente estas últimas palabras, por 
                  favor.
 
 No es lo mismo, debemos decirlo y repetirlo hasta la saciedad, 
                  “vida espiritual” y “vida psíquica”. Hay un tremendo abismo 
                  entre ambos conceptos, un abismo de miles de años, exactamente 
                  el que separa en el tiempo a la civilización potentemente 
                  astral de los atlantes, de la civilización altamente mental, 
                  técnica y especializada de la raza aria de nuestros días. No 
                  es evidentemente el mismo el nivel en que se produce “la 
                  comunicación astral”, ya sea clarividente, clariaudiente o 
                  mediunímica de los psíquicos corrientes, efectuada a través 
                  del plexo solar, cerebro instintivo que utiliza el reino 
                  animal en evolución y que está siendo rápidamente trascendido 
                  por el hombre pensante, que aquel nivel, aquel punto sagrado 
                  dentro del cerebro humano que la ciencia denomina “glándula 
                  pineal” y a través del cual los aspirantes espirituales 
                  avanzados y los discípulos establecen contacto con su Alma, 
                  con su verdadero Yo divino. Esta es, la sede espiritual de lo 
                  que podríamos con justicia denominar verdadera “mediumnidad”; 
                  aquí en este lugar o retiro sagrado el hombre no recibe 
                  mensajes ajenos, sino únicamente la guía e inspiración de su 
                  Alma. Hay que darse cuenta de la absoluta diferencia de ambos 
                  centros de comunicación y de lo que hay que entender por 
                  MEDIUMNIDAD en el sentido verdadero espiritual. Desde este 
                  centro inmaculado el tiempo y el sostenido propósito interno 
                  trabajan armoniosamente para la redención del hombre y de la 
                  raza entera.
 
 Algunas experiencias retrospectivas realizadas en el Ashrama 
                  bajo la directa supervisión del Maestro nos demostraron la 
                  realidad de cuanto hasta aquí he venido diciendo sobre el tema 
                  del psiquismo. Remontándonos por las rutas retrospectivas del 
                  tiempo hasta la época atlante, era curioso observar cómo los 
                  métodos de comunicación con el plano astral eran idénticos con 
                  los que todavía hoy, después de algunos millones de años, 
                  practican los médiums y personas psíquicas de nuestros días. 
                  En general, el hombre corriente es todavía muy astral, muy 
                  psíquico, muy atlante podríamos decir, y sin que se aperciba 
                  de ello está practicando todavía muchos de los sistemas de 
                  contacto astral que deberían haberse perdido en lo que a 
                  civilización superior se refiere, en la lejanía de los tiempos 
                  o enterrada bajo el polvo piadoso de los siglos.
 
 Uno de los grandes problemas que enfrenta la Jerarquía 
                  planetaria y que debiera afrontar resueltamente la humanidad 
                  inteligente de nuestros días, es el problema del psiquismo, 
                  limitado y mal orientado que constituye, debo repetirlo 
                  nuevamente, “un verdadero problema social” por el enorme 
                  porcentaje de energía astral que promueve y por los obstáculos 
                  que opone al ritmo mental moderno que propicia la Nueva Era 
                  con sus infinitas oportunidades de redención del género 
                  humano. No he tenido intención alguna de herir 
                  susceptibilidades de aquellas personas que poseen facultades 
                  psíquicas, sino más bien un enorme y fraternal deseo de 
                  inspirar por la buena voluntad y con el testimonio de ciertos 
                  hechos, un tipo muy importante de solución para algunos de los 
                  grandes, profundos y decisivos problemas de nuestros días.
 
 La cualidad altamente emotiva de la raza atlante, el 
                  intensísimo deseo creador de situaciones, el afán desmedido de 
                  poder, los profundos arrebatos emocionales, que originaban 
                  potentes tensiones, y la presencia de ciertas condiciones 
                  astrológicas que favorecían en extremo el desarrollo de las 
                  facultades psíquicas inferiores, modelaron un tipo humano 
                  capaz de vivir simultáneamente en el mundo físico y en el 
                  mundo astral inferior. La comunicación mediúmnica, la visión 
                  astral, el poder de materializar por la fuerza del deseo los 
                  elementos etéreos circundantes (las fuerzas elementarias de la 
                  Naturaleza) y el desdoblamiento sin esfuerzo, aunque sin 
                  control, eran características de la raza atlante
 
                   lo mismo que el proceso analítico del 
                  pensamiento es una característica de la raza aria de nuestros 
                  días. Los más sagaces y audaces, los más astutos y más 
                  poderosamente predispuestos se convirtieron pronto en “magos 
                  negros”. Manejaban extraordinario poder que se acrecentaba con 
                  el concurso de sus seguidores, ávidos como ellos de conquistas 
                  materiales, que utilizaban para favorecer el crecimiento de 
                  una personalidad que fuese capaz de “vivir en lo eterno sin 
                  dejar sus conquistas temporales”. 
                  
            
                  [Esta es una característica propia del Mago Negro, que pese a 
                  la extraordinaria inteligencia que despliega en el orden 
                  concreto, o material de la vida, es incapaz de comprender el 
                  significado esencial de los valores permanentes, que le son 
                  prácticamente inaccesibles. De ahí, afortunadamente para la 
                  evolución planetaria, lo efímero de sus éxitos en el 
                  desarrollo del mal organizado y el terrible Karma final que le 
                  aguarda, una vez la rueda infinita de los ciclos temporales 
                  haya agotado todo residuo de mal en el corazón del hombre.] Este fue el gran error atlante en casi su 
                  totalidad, puesto que el punto medio, el alma inteligente, el 
                  poder coordinador espiritual no pudo manifestarse y el peso 
                  del “mal organizado” invocado de fuentes cósmicas por la 
                  práctica de un saber ciego e irreflexivo, condujo al mundo 
                  entero a una situación de tensión y de peligro de la cual 
                  nuestra mente no puede darse una exacta y clara idea. Basta 
                  decir solamente que esta tensión planetaria, provocando 
                  ondulaciones negativas en el aura de la tierra, rebasó el 
                  “círculo-no-se-pasa” de la misma y “alertó” a las “Huestes de 
                  la luz”, a los Servidores del Bien Cósmico, a Jerarquías más 
                  allá de la Jerarquía Blanca de nuestro planeta. Se nos dice 
                  ocultamente que hubo un Concilio “extraplanetario”, en el que 
                  además de nuestra propia Jerarquía, figuraron Miembros de 
                  otras Jerarquías planetarias de nuestro Sistema Solar, y aún 
                  de este gran Sol Central Espiritual que es la inmaculada Logia 
                  de Sirio. Estas explicaciones, tienen un carácter muy 
                  esotérico y deberán apelar al testimonio de la propia 
                  intuición para reconocerlo y aceptarlo, pero las consecuencias 
                  de tal Concilio en lo que a la historia de la tierra se 
                  refiere, fueron de naturaleza eminentemente drástica, 
                  ateniéndose en todo momento a la ley de armonía y conservación 
                  del conjunto universal. La terrible decisión fue ésta: el 
                  hundimiento del Gran continente de la Atlántida, con todo su 
                  contenido creativo, basado en el desorbitado desarrollo de la 
                  naturaleza astral, la que debía lavar a la raza atlante de “la 
                  herejía de separatividad”, que había ido creando alrededor de 
                  la tierra un aura nefasta de odio, tensión, enfermedad y 
                  muerte.
 La Jerarquía Espiritual está siempre atenta al proceso de la 
                  vida evolutiva del planeta en su totalidad, y mira más los 
                  planos o diseños del conjunto, que los pequeños planes o 
                  proyectos humanos que la mayoría de las veces, atentan contra 
                  la idea básica, arquetípica u original del conjunto, que es un 
                  anhelo o voluntad suprema del Creador universal. No hay pues 
                  vacilación alguna en destruir algo que se considere nocivo o 
                  peligroso para el conjunto, lo mismo que un inteligente 
                  cirujano no vacila un sólo momento en amputar un miembro 
                  enfermo cuando éste atenta contra la seguridad del organismo 
                  entero.
 
 La atención de nuestra Jerarquía planetaria, y aún de otras 
                  Jerarquías planetarias y Solares está actualmente, y desde 
                  hace ya varios años, fijamente enfocada sobre la actitud de 
                  los hombres con respecto a ese terrible ingenio que llamamos 
                  “bomba atómica”, dispuesta de nuevo a intervenir drásticamente 
                  y por medio del fuego (característica específica del principio 
                  mental en el hombre), en caso de que la manipulación 
                  inconsciente de aquella poderosa energía nuclear, pudiese 
                  constituir un peligro inmediato para las demás corrientes 
                  evolutivas planetarias o para la evolución natural de otros 
                  planetas del Sistema y aún perturbar el ambiente cósmico de 
                  otros Sistemas Solares.
 
 Cuando uno comprende analíticamente la raíz del proceso 
                  evolutivo tal como se enseña en los Ashramas de la Jerarquía y 
                  puede, aunque sea con carácter circunstancial, desgarrar el 
                  velo del tiempo y contemplar cierta extensión del pasado 
                  histórico de la raza o las inmensas perspectivas del futuro, 
                  se da cuenta exacta del peligro siempre latente en las ocultas 
                  raíces de la conciencia humana y “cambia drásticamente de 
                  actitud respecto a formas de vida gastadas o cristalizadas y a 
                  todas aquellas condiciones ambientales indeseables creadas y 
                  fomentadas por la inexperiencia de los seres humanos.
 
 El psiquismo inferior es como “una pequeña bomba atómica”, en 
                  el sentido de que destruye los aspectos creadores del ser 
                  humano. Vista desde el ángulo oculto, la experiencia humana 
                  sobre el psiquismo inferior o astral aparece como una 
                  corriente de agua sulfurosa, hirviente, que se va adueñando de 
                  los centros etéricos, situados bajo el diafragma, produciendo 
                  a su paso desgarros en la delicada trama etérica de protección 
                  de los mismos y determinando tensiones psicológicas y 
                  enfermedades incurables. No es aquel fuego eléctrico, de 
                  potentísimo y claro fulgor que inunda los centros etéricos, 
                  singularmente los que se hallan situados por encima del 
                  diafragma, de unos vivísimos colores de belleza 
                  indescriptible, tal como puede ser observado en el cuerpo 
                  etérico y en los chakras de una persona altamente mental, 
                  positivamente controlada y henchida de aspiraciones 
                  espirituales.
 
 En esta difícil era de transición que vivimos, en la que 
                  Piscis - simbólicamente hablando- está en el proceso de dar a 
                  luz a Acuario, las personas que a estas actividades se 
                  dedican, vistas desde el plano espiritual, constituyen como 
                  frenos o impedimentos al nacimiento natural y normal de la 
                  Nueva Era, más sensible, más sutil y por lo tanto más delicada 
                  que la anterior. Hay ya bastante dolor y dificultades en el 
                  mundo, con los segregados por las pasiones naturales de los 
                  seres humanos y por la espantosa lucha de los elementos, en el 
                  interior de esta entidad que los esotéricos llaman “Anima 
                  Mundí” o alma de la naturaleza y este dolor y estas 
                  dificultades se acentúan y agudizan en todo período de 
                  transición. Agreguemos a estas acciones que retardan el 
                  advenimiento de la Nueva Era, los riesgos y peligros de la 
                  potente resistencia ofrecida por los valores morales y 
                  sociales del viejo orden que aferrándose a las arcaicas 
                  prerrogativas del pasado se resisten a morir, ignorando que 
                  ello significa “renacer a una vida superior”.
 
 Desde el ángulo de apreciación mental de lo que llamamos 
                  “investigación esotérica”, y aquí el énfasis va hacia el 
                  hemisferio causal de la vida del hombre, hay que negar muchas 
                  de estas ilusiones psíquicas y desdeñar a veces experiencias 
                  que a pesar de tener un cierto valor como prueba de la 
                  existencia de “unos universos paralelos” o de ciertas 
                  dimensiones superiores a las del mundo físico, nos privan sin 
                  embargo de la inmensa dicha de apreciar el alto valor de la 
                  experiencia espiritual de “continuidad” que caracteriza a la 
                  vida del hombre, como reflejo fiel en tiempo y espacio de la 
                  vida divina. “Las Facultades psíquicas” jamás deberían ser 
                  pretendidas para darle al mundo una prueba de evolución 
                  espiritual - lo cual no siempre es cierto- o para deleitar el 
                  ánimo personal más predispuesto a gozar de los efectos que de 
                  las propias causas. Las facultades psíquicas, a igual que las 
                  flores de las plantas y los frutos de los árboles, deben 
                  surgir espontáneamente, sin cuidado alguno por parte del 
                  aspirante, por el sólo hecho de vivir correctamente y de 
                  emplear la buena voluntad en todas sus acciones. El aspirante 
                  espiritual del mundo moderno es, ante todo, un investigador 
                  científico de los hechos; esto equivale a decir que se mueve 
                  progresivamente en el nivel mental, siendo cada vez más 
                  consciente de las energías y fuerzas que actúan sobre la vida 
                  organizada de la humanidad y sobre cada uno de los niveles o 
                  planos en los que él debe actuar en su calidad de servidor 
                  consciente.
 
 También muchas veces, ciertas condiciones de origen kármico 
                  por necesidad de desarrollar determinadas cualidades internas, 
                  pueden borrar circunstancialmente de la vida del discípulo 
                  espiritual y aun del Iniciado ciertas facultades psíquicas, 
                  sin que la vida interna se resienta en lo más mínimo y sin que 
                  en ningún momento cesen de florecer los lotos sagrados de la 
                  misma. Algo no hay que olvidar nunca, mayormente si se quiere 
                  hollar con seguridad el Sendero: es que la facultad psíquica 
                  nunca producirá por sí misma aquel sentimiento de paz e 
                  integridad, testimonio vivo de verdadero desarrollo espiritual 
                  que brota de las fuentes búdicas.
 
 Facultades psíquicas superiores
 
 Las facultades psíquicas superiores son de tipo 
                  mental-espiritual y se desarrollan con el ejercicio de la 
                  discriminación, el discernimiento, la meditación oculta, el 
                  control de los deseos y de las emociones, el amor por la 
                  síntesis y el , de coparticipación, de creciente afecto por 
                  los demás. Son ellas las facultades naturales de la Nueva Era 
                  en el hombre; la intuición espiritual, la telepatía, la 
                  clarividencia mental consciente, la facultad de ver en el 
                  registro akásico de los hechos, los Planes o Designios del 
                  Logos planetario, el desdoblamiento a voluntad con fines de 
                  servicio, la continuidad de conciencia “dentro y fuera” del 
                  cuerpo, el desarrollo progresivo del sentimiento de Compasión 
                  que ha creado a través de la historia de la Raza a los Grandes 
                  Taumaturgos y el elevado aspecto mental de Síntesis, que 
                  embellecerá la vida con unas corrientes de energía de extrema 
                  sutilidad que dará vida a un Arte y a una técnica suprema de 
                  contacto con los reinos sutiles e invisibles de la Naturaleza, 
                  produciendo aspectos de luz, color y sonido que nuestra más 
                  elevada y exaltada facultad imaginativa es todavía incapaz de 
                  visualizar y darle forma.
 
 Sin caer en exageraciones, y mirando todas estas cosas desde 
                  el ángulo esotérico, podría decirse que consciente o 
                  inconscientemente muchos psíquicos de nuestro mundo actual 
                  están “jugando a la magia negra”, reviviendo en sus vidas 
                  muchos de los vicios atlantes y retardando con su actitud la 
                  aurora del Nuevo Día que tiene que venir. Si se dieran cuenta 
                  de que su forma de proceder, unida a la forma de proceder 
                  análoga de otros muchos, está creando en la Naturaleza que le 
                  rodea y en sus particulares ambientes un clima de muerte, de 
                  descomposición y de temor, en vez de fresca esperanza hacia el 
                  futuro, quizá revisarían profundamente sus actitudes. Podemos 
                  decirles que están vitalizando constantemente sus cuerpos 
                  lunares inferiores, impidiendo con ello “el normal y natural 
                  proceso de descomposición de nuestro Satélite, la Luna”, cuyas 
                  Jerarquías Creadoras, los PITRIS, que nos dotaron de nuestros 
                  cuerpos inferiores, el físico y el astral, es decir, toda 
                  nuestra naturaleza instintiva, lo abandonaron hace millones de 
                  años, una vez cumplida su misión principal de preparar el 
                  tabernáculo, o cuerpo personal, que un día debería ocupar el 
                  Ángel Solar, el Yo divino en el hombre. Por paradójico que 
                  parezca, algo muy similar se opera en las sesiones 
                  espiritistas cuando se vitaliza, contraviniendo todas las 
                  leyes de la libertad espiritual, el cuerpo etérico de los 
                  difuntos e impidiendo que un ser humano fallecido pueda 
                  penetrar en el Devachán, por esta invocación constante de sus 
                  deudos, amigos y médiums sin control espiritual que, sin darse 
                  cuenta, están impidiendo asimismo que los cuerpos inferiores 
                  de los muertos accedan a su normal y natural proceso de 
                  descomposición.
 
 Por cuanto les hemos venido diciendo, toda persona inteligente 
                  y de buen criterio llegará a ciertas positivas conclusiones si 
                  se da cuenta hasta qué punto está colaborando con su actitud 
                  altamente pasiva, con respecto a la actividad psíquica 
                  inferior, al retraso cósmico que representa retardar la caída 
                  del maná espiritual, aquel alimento solar que nutre el cuerpo 
                  de los Dioses y que está presente en toda vida y 
                  acontecimiento planetario. Este alimento “solar”, base del 
                  correcto psiquismo, está actualmente, y desde hace ya muchos 
                  siglos, a nuestro alcance; son las facultades del Alma, su 
                  inmensa bendición de servicio y sacrificio, su infinito deseo 
                  de conducir al hombre a su verdadera Morada, al sagrado Lugar 
                  en donde la vida se expresa como paz, fraternidad; armonía, 
                  equilibrio… seguridad absoluta en relación con las leyes que 
                  rigen el tiempo y las cosas que en el tiempo hallan su razón 
                  de ser.
 
 Son los poderes naturales que nacen del contacto con el Alma 
                  divina, y nada tienen que ver con las apetencias de la pequeña 
                  personalidad en los tres mundos, apegada siempre al fluir 
                  incesante de lo ilusorio, el vago placer de lo efímero, 
                  encadenada constantemente al vano oficio de tejer y destejer 
                  recuerdos e ilusiones ... Pero estas facultades se expresarán 
                  noble y adecuadamente a través de esta pequeña personalidad, 
                  cuando dejando de identificarse con sus pequeñas creaciones y 
                  autodeterminándose en un potente esfuerzo de voluntad, sepa 
                  amoldarse a la Voluntad de Aquel que es su vida y la raíz de 
                  todas sus existencias y aprenda el valor de lo inmediato, de 
                  lo cósmico, por primera vez a su alcance después de siglos de 
                  separatividad, soledad, tristeza y agonía. Tal es la fértil 
                  promesa de Acuario, llevando implícita la Voluntad y el Amor 
                  de “Aquel que retorna al Mundo”, después de un inmenso período 
                  de Soledad espiritual, para llevarles a los hombres, una vez 
                  más, el testimonio vivo de los Misterios espirituales que 
                  “edad tras edad” dignifican la Raza y promueven en los 
                  infinitos recodos de las conciencias el Aliento divino que 
                  contiene la Gracia Santificante.
 
 En lo que a la personalidad humana se refiere, el desarrollo 
                  de las facultades psíquicas superiores puede ser equiparado a 
                  la imagen de la Luna durante el período de plenilunio, en el 
                  que la potencia del Sol la cubre e ilumina completamente. Y 
                  tal es realmente el caso. Las facultades psíquicas superiores 
                  son en realidad “facultades solares”, puesto que ocultamente 
                  dimanan del aspecto subjetivo o espiritual del Sol. Existen 
                  por sí mismas, no son un reflejo como lo son las facultades 
                  psíquicas inferiores; están por lo tanto más allá de la vida y 
                  de la muerte de la personalidad. Nada tienen que ver, por 
                  tanto, con la Luna, con aquel astro que un día fue esplendente 
                  sede de la vida, pero que ahora está ya muerto, sujeto a la 
                  inexorable ley de descomposición del tiempo. Pero, de la misma 
                  manera que el Alma tiene una personalidad donde reflejarse, 
                  donde reflejar su gloria, así el Sol, Gloria suprema en lo 
                  oculto, aprovecha todavía la Luna, como un espejo para 
                  reflejar sobre la humanidad aquellos poderes latentes que 
                  están más allá y por encima de la muerte y de todos aquellos 
                  elementos dentro de la Naturaleza que producen caos, confusión 
                  y temor. Esto parecerá extraño o sin sentido a muchos, pero 
                  les aconsejaríamos que reflexionaran acerca de las virtudes 
                  esenciales de la Luna, un astro virtualmente muerto, durante 
                  el período de la luna llena, en lo que a “vida existencial” se 
                  refiere. Existen en estos conceptos verdades que aun 
                  pareciendo misteriosas o novelescas, contienen sin embargo 
                  muchas de las claves que han de ordenar el proceso expansivo y 
                  fecundo de la Nueva Era. Podemos decir que estos conceptos se 
                  ajustan íntegramente a las enseñanzas que normalmente se 
                  imparten en todas las verdaderas escuelas esotéricas u ocultas 
                  del mundo, y aun en los Ashramas de la Jerarquía, 
                  singularmente en momentos de grandes crisis de “necesidad 
                  planetaria”.
 
 En las meditaciones grupales de la Jerarquía, en los grandes 
                  contactos planetarios con energías más allá de nuestro confín 
                  solar (como en el caso del Festival de Wesak), en los 
                  contactos especiales entre los discípulos del mundo con sus 
                  respectivos Maestros y en toda obra mágica cuyos fines 
                  reconocidos sean el contacto con la Voluntad de Bien que rige 
                  el Universo, se toma como punto de enfoque y referencia vital 
                  el momento cíclico de la Luna Llena. No hay que olvidar nunca, 
                  cuando se hable de facultades psíquicas de orden trascendente, 
                  que todo contacto de naturaleza espiritual en orden a estas 
                  facultades debe realizarse cuando existe una perfecta 
                  conjunción Sol-Luna, esotéricamente hablando, pues todo 
                  verdadero discípulo sabe que los cuerpos de su personalidad, 
                  lo que denominamos vehículos inferiores, están regidos todavía 
                  por los Pitris lunares, en tanto que los que se centran en el 
                  Alma o Yo superior del hombre (la Tríada espiritual) son la 
                  sede de las facultades psíquicas superiores que vienen regidos 
                  directamente por el Oculto Sol Espiritual, velado, tal cómo se 
                  dice en el sublime canto del Gayatri, “tras un disco de luz 
                  dorada” (el Sol físico). No estamos jugando con palabras; 
                  tratamos de explicar una verdad que, pese a sus dificultades 
                  de asimilación por la mente concreta del hombre, constituye el 
                  nervio vivo de aquello que es la esencia de toda posible 
                  evolución universal, la conciencia de dualidad existente en 
                  todas las cosas, en todos los seres vivos, en el proceso, 
                  mismo de expansión del Cosmos absoluto.
 
 Los aspirantes espirituales del mundo se sentirán cada vez más 
                  inclinados a dedicarle una profunda atención al misterio 
                  espiritual que se produce durante la fase de luna llena y 
                  comprenderán progresivamente cómo las energías solares 
                  disponibles en aquellos mágicos intervalos del tiempo pueden 
                  ser aprovechadas para elevar la sintonía espiritual de sus 
                  vidas. El momento de plenilunio, lo mismo que toda fase 
                  periódica en la vida cíclica del planeta, como son por ejemplo 
                  los solsticios y los equinoccios, regidos por constelaciones 
                  zodiacales y, en menor grado, las auroras y los crepúsculos 
                  que equilibran el día y la noche planetaria, así como los más 
                  humildes tatwas”, cuya duración puede medirse por segundos, 
                  deberán ser estudiadas cada vez con más profunda e interesada 
                  atención por parte de los aspirantes modernos, pues el orden 
                  cíclico a que están sujetas todas estas fases son el 
                  testimonio de una Voluntad, de un Poder y de un Designio 
                  divino con el cual todos, sin distinción, podemos establecer 
                  contacto conscientemente.
 
 Los Sonidos Creadores de la Naturaleza
 
 El Canto del silencio
 
 El máximo secreto de la Naturaleza se halla contenido en el 
                  valor esencial del sonido. Cuando éste “rasga los éteres y los 
                  pone incandescentes, está cimentando la base de la Creación 
                  Universal”. Esta frase tiene un valor singularmente esotérico 
                  y la hemos sacado del “Libro de los Iniciados”.
 
 Como en los trabajos se hacen frecuentes alusiones a este 
                  libro, diremos que se trata del Libro de la Experiencia de las 
                  Edades, cuyo contenido se halla expresado en forma de máximas, 
                  símbolos, axiomas y cantos, y sólo el iniciado puede leer, 
                  comprender y asimilar, para disponer de todo el conocimiento 
                  adquirido por la humanidad a través de las edades, y de 
                  ciertas claves para el futuro.
 
 Al hacer referencia a este libro, no nos guía afán ni 
                  pretensión de crear una jerarquía de conocimiento, sino 
                  despertar y avivar la fe de muchos seres humanos, para 
                  descubrir en sí mismos y a través del corazón, donde el 
                  conocimiento de las cosas se halla reflejado, esta esencia de 
                  sabiduría que el Libro revela. Si comprenden perfectamente 
                  algunos de los comentarios superiores o intuitivos de este 
                  Libro, será ésta una prueba evidente de que están adquiriendo, 
                  como iniciados en latencia, el derecho de leerlo y utilizarlo.
 
 En la frase “rasgar los éteres y ponerlos en incandescencia, 
                  como base futura del Fuego promotor de la vida del Universo”, 
                  refiérese al sonido en el sentido de fricción, sin lo cual no 
                  existirían la luz y el calor que condensando los éteres 
                  constituyen la sustancia universal.
 
 El Sonido, Verbo o Palabra, es la Voz de Dios, es la expresión 
                  de Su Voluntad Creadora de Ser y de Realizar; se halla, pues, 
                  en la base de toda forma y de todo concepto vivo o expresivo 
                  de la Creación.
 
 El canto del silencio que oye el iniciado cuando se halla 
                  serenamente escuchando, aguzando el oído interno para poder 
                  oír la Voz de Dios, es el principal trabajo de reagrupación de 
                  energías que debe realizar como motivo principal de su vida. 
                  Este oír constantemente los múltiples sonidos de la 
                  Naturaleza, esa atención suprema a cada una de las pequeñas 
                  voces, que cada uno de los reinos de la Naturaleza eleva al 
                  Creador a través de todas y cada una de sus criaturas 
                  vivientes, es el principio mismo de la Magia, en su acepción 
                  esotérica o ashrámica, es el proceso infinito que va “del 
                  escuchar atento dentro del corazón el sonido inaudible, pero 
                  interiormente perceptible de los propósitos creadores 
                  subyacentes en cada reino de la naturaleza, y de reproducirlos 
                  después conscientemente a través del cuerpo mental”. Este 
                  escuchar serenamente dentro del corazón motivo esencial o 
                  propósito de vida de cada ser viviente, incluido el que se 
                  eleva del indescriptible mundo de los átomos, y reproducirlo 
                  con fidelidad a través del poder de la mente es magia pura, 
                  espíritu creador, conciencia de
 síntesis.
 
 Lógico es que en el Ashrama se le asigne tanta importancia a 
                  la práctica “consciente” del silencio, a este aguzar constante 
                  de los oídos internos para oír el canto supremo de la 
                  creación, pues sólo de esta manera se podrá reproducir más 
                  adelante el “canto o sonido de cada cosa”, como ciencia 
                  suprema de invocación del poder que cada cosa tiene en el 
                  lugar que el Creador la ha situado. Un milagro del orden que 
                  sea, siempre puede ser explicado a través del misterio de la 
                  invocación, es decir, del poder que tiene el iniciado sobre 
                  cada uno de los elementos vivos de la Naturaleza, es decir, 
                  sobre cada una de las criaturas que viven en el seno de la 
                  tierra, dentro del agua, en el aire, o en el interior del 
                  mismo fuego. La invocación es siempre un intento de 
                  “materializar” por el poder del sonido a que responde cada 
                  reino de la Naturaleza, las fuerzas latentes en todos los 
                  elementos de las cosas y de los seres creados. Esto puede 
                  parecer muy difícil de comprender, pero los que se han 
                  adiestrado mucho en el silencio y a través del silencio han 
                  aprendido a reproducir el canto de cada cosa, saben por 
                  experiencia que al reproducir mental o físicamente este canto 
                  producen la invocación o “materialización objetiva” de la 
                  criatura o de la cosa que lo ha emitido. En estas últimas 
                  palabras tienen un indicio del alto secreto de la Magia, se 
                  trate de la teurgia que emplean los Magos blancos o la goecía 
                  de los Magos negros que en sus distintas gradaciones o 
                  jerarquías producen a voluntad hechos y situaciones, por 
                  invocación y materialización de los seres vivientes que 
                  habitan en los reinos invisibles de la Naturaleza.
 
 El estudio de la Magia, analizada desde este punto de vista, 
                  es realmente aleccionador y profundamente sugestivo. De ahí 
                  que en las verdaderas escuelas esotéricas se le asigne a la 
                  ciencia de la invocación y de la evocación una importancia 
                  fundamental. En cierta ocasión, hablando acerca de los 
                  misterios implícitos en el Fuego, dijimos que “contemplar es 
                  reproducir por afinidad o semejanza las cosas que existen en 
                  la naturaleza”. Estas palabras encierran también el secreto de 
                  la Magia.
 
 Al escuchar, profundamente expectantes y silenciosamente 
                  recogidos, el aliento subjetivo o propósito de unidad, que 
                  subyace en el corazón de toda cosa o ser viviente, estamos 
                  aprendiendo la primera lección de Magia, aunque no nos demos 
                  cuenta de ello. Más adelante, el día menos pensado y sin 
                  posible explicación para nosotros, reproducimos sin querer, o 
                  inconscientemente, algunas de estas voces o de estos cantos de 
                  la Naturaleza y “materializamos” a los seres que los emiten, 
                  los cuales se sienten llamados o invocados. La primera 
                  experiencia es de pasmo, maravilla o temor, después nos 
                  acostumbramos a estas cosas o a estas visiones, hasta que 
                  finalmente, y por la práctica inteligente, adquirimos el poder 
                  y la capacidad de seleccionar los cantos o las voces, es 
                  decir, buscamos en el orden de la Naturaleza a la criatura más 
                  adecuada para producir un hecho objetivo o particular, el que 
                  debe crear a nuestro alrededor un aura positiva de armonía.
 
 Por la práctica hemos aprendido ciertas técnicas de invocación 
                  con respecto al OM sagrado, al que nos referiremos más 
                  adelante, que nos han hecho conscientes de ciertas claves de 
                  armonía de la que participan ciertas fuerzas bienhechoras del 
                  ambiente, singularmente dévicas, que utilizamos en las 
                  meditaciones espirituales de grupo. Se trata de una técnica 
                  definida de contacto consciente con estas fuerzas subjetivas 
                  de la Naturaleza, que rigen la evolución de los “tattwas” o 
                  corrientes eléctricas de expresión cíclica. Idéntica técnica, 
                  pero realizada por elevadas Entidades planetarias, sirve de 
                  invocación a “corrientes especiales” de ordenación cíclica, 
                  como aquellas fuerzas liberadas en los solsticios y en los 
                  equinoccio s o de algún otro planeta específico con el que se 
                  quiere entrar en contacto.
 
 Como podrán apreciar, la Magia es un secreto implícito en la 
                  Iniciación en su aspecto de Invocación, y es utilizada por 
                  todos los seres, desde el ser humano que empieza a pensar y a 
                  aguzar sus pequeños oídos internos, hasta el más exaltado Ser 
                  planetario, universal o cósmico. Aplicamos como siempre la ley 
                  de analogía hermética.
 
 Nuestro interés es sacar conclusiones prácticas de estas 
                  ideas, que si bien parecen extrañas o misteriosas, son cosas 
                  que ocurren constantemente a nuestro alrededor, hasta el 
                  extremo que el conocimiento de las mismas puede alterar, 
                  modificar y hasta destruir las bases kármicas donde se asienta 
                  nuestra existencia humana. He aquí otra idea que nos parece 
                  digna de la máxima atención, por parte del aspirante 
                  espiritual, como base de futuras interpretaciones acerca del 
                  misterio esencial de la vida y del poder de controlar el 
                  ambiente y las circunstancias en que vivimos, para poder 
                  preparar el karma más conveniente y menos doloroso para el 
                  futuro. De no ser así, el sólo hecho de predicar ideas o de 
                  emitir hipótesis sería una cosa vana; sólo la continuidad de 
                  una serie de elementos erróneos que ofuscan la mente en lugar 
                  de aclararla.
 
 Pero al decir que consciente o inconscientemente estamos 
                  practicando la magia, nos atenemos a una verdad esotérica con 
                  respecto a las leyes del sonido, pues todos, sin distinción, 
                  emitimos voces y sonidos y, por lo tanto, estamos 
                  constantemente invocando mental, emocional o físicamente a las 
                  criaturas invisibles que pueblan los éteres en donde vivimos 
                  sumergidos. Uno de los dones más preciosos, el de la palabra, 
                  contiene en sí el poder infinito de la magia. De ahí la 
                  reticencia del iniciado, que sólo habla cuando DEBE y no 
                  cuando PUEDE, muy al contrario de los seres humanos corrientes 
                  y aun de muchos aspirantes espirituales que hablan cuando 
                  pueden y no cuando deben, decir, sin ton ni son, sin propósito 
                  definido y sin conocimiento alguno de las leyes de oportunidad 
                  que nacen del consciente empleo de la economía universal.
 
 Cuando se entra en la gran corriente de vida espiritual que 
                  lleva a la iniciación, son cada vez menos las palabras que 
                  fluyen por la boca, menos los pensamientos que invaden la 
                  mente y menos los deseos que perturban el corazón. El hombre 
                  espiritual se auto-define por el silencio y la parquedad de 
                  sus argumentos y, si es preciso hablar, por lo atinado y 
                  oportuno de sus comentarios.
 
 La magia de las palabras crea el verdadero soporte del karma 
                  humano, que será bueno o malo, según las palabras que surgen 
                  del corazón y hablan a través de la boca, pues si nos atenemos 
                  al misterio infinito que evidenciamos cada vez que abrimos la 
                  boca para hablar, seremos conscientes del valor de las 
                  palabras de Cristo, cuando decía: “En el día del Juicio os 
                  serán tenidas en cuenta hasta vuestras inútiles palabras”, es 
                  decir, este hablar por hablar, sin propósito definido alguno, 
                  que utilizan la mayoría de las personas que como verdaderos 
                  “boomerangs”, retornan a ellas llevando su fruto de karma. Es 
                  evidente la cualidad altamente nociva de este fruto cuando se 
                  emplea la crítica, la murmuración o la maledicencia. Entonces 
                  este fruto será realmente amargo y contendrá las duras 
                  semillas de la prueba kármica, que sólo serán disueltas o 
                  destruidas cuando el alma del hombre sea capaz de permanecer 
                  en verdadero y sentido silencio.
 
 Una voz, una palabra o un sonido contiene en esencia la 
                  creación. Cuando en los textos bíblicos o en los sagrados 
                  cantos védicos se nos dice que “El Universo es el resultado de 
                  la Palabra o del Verbo divino”, se está refiriendo a la magia 
                  creadora del sonido. La Voz de Dios, rasgando los éteres y 
                  poniéndolos incandescentes, es decir, originando el misterio 
                  del Fuego, crea todo cuanto existe en el Universo “en donde 
                  vivimos, nos movemos y tenemos el ser”.
 
 El Karma de Dios, hasta donde nos es posible comprenderlo, 
                  dependerá, pues, de su propio aliento creador, expresado a 
                  través de la cualidad infinita de su Verbo o de su Palabra. La 
                  voz es el distintivo peculiar del Ser interior, ya se refiera 
                  a la pequeñísima conciencia que alienta en la diminuta esfera 
                  del átomo o a la más exaltada conciencia cósmica. Sólo la 
                  longitud de onda, el poder de rasgadura de los éteres, la 
                  intensidad del Fuego creador y la potencia indescriptible del 
                  Verbo diferencia esta expresión infinita del ser y la 
                  extensión del círculo-no-sepasa, o aura, que se extiende fuera 
                  del mismo y define el marco en el interior del cual se cumple 
                  y desarrolla la ley del karma.
 
 La magia del alma
 
 El ser humano, lo mismo que cualquier ser manifestado, 
                  prescindiendo de su mayor o menor abertura de conciencia, se 
                  define por la Voz. Su vibración particular, la que le sirve de 
                  vehículo del sonido, crea un color especial al rasgar los 
                  éteres, que puede ser percibido por el clarividente entrenado. 
                  Por esta vía cualquier ser humano puede ser seguido en la 
                  evolución del mundo espiritual, por el rastro de luz que deja 
                  tras sí y que convenientemente seguido por el experimentado 
                  observador lo lleva directamente al centro de conciencia, o 
                  alma en evolución. Aun cuando la multiplicidad de voces, o 
                  estados de conciencia, van tejiendo y destejiendo en el éter 
                  multiplicidad de colores, hay un color distintivo especial 
                  invariable que es precisamente el que sirve de referencia 
                  espiritual y que permanece inalterable en el centro de la 
                  incesante movilidad de los colores circunstanciales o pasajes 
                  envolventes. La Voz a la que nos estamos refiriendo es la del 
                  alma humana, y hay mucho para profundizar en este sentido y en 
                  las elevadas consecuencias de su relación con el tiempo y con 
                  el espacio etéreo, en el que tiene su morada el alto secreto 
                  de la Magia.
 
 La voz del Alma, el poder del gran sonido OM que la 
                  caracteriza, es creadora de situaciones permanentes y reside 
                  en ella la capacidad de transformar la vida y destruir el 
                  karma. Esta capacidad inherente al alma, de transformar la 
                  vida en términos de realización, es Magia, el poder de crear a 
                  voluntad las situaciones kármicas, que aparecían como aspectos 
                  fatales e implacables de la Voluntad de Dios respecto a 
                  nosotros, y de conducir la nave de la vida hacia océanos 
                  infinitos de liberación. El Verbo, o Voz del Alma, es el poder 
                  mágico que convenientemente empleado puede destruir dentro de 
                  la conciencia el aliento de todas las voces menores, recuerdos 
                  de otras vidas y apegos a lo inmediato que nos circunda y que 
                  en su mutua y fatal interdependencia crea y origina el 
                  misterio del karma. El llanto de un niño que nace y el 
                  estertor de un moribundo son voces menores que nos hablan de 
                  nuestra relación con el espacio y el tiempo, en tanto que la 
                  Voz del alma, una vez reconocida y conscientemente 
                  pronunciada, nos hará testigos del gran Misterio de. la 
                  eternidad. La magia de la Voz del alma es poderosísima, pues 
                  es un vehículo de la Voluntad de Dios. El secreto del cuarto 
                  reino, o reino humano, reside en el consciente empleo del 
                  Mántram solar OM, de cuyo sonido específico cada alma 
                  participa en la medida justa de sus fuerzas y posibilidades.
 
 Cada reino tiene su propia Voz, su propio distintivo en color 
                  y sonido, y en el descubrimiento de este misterio se halla el 
                  conocimiento de las almas grupales, minerales, vegetales y 
                  animales que en cada reino de la Naturaleza realizan su 
                  evolución. De esta manera el esoterista entrenado, o el 
                  iniciado, pueden seguir fácilmente la historia del planeta con 
                  solo aguzar sus experimentados oídos para escuchar la Voz o 
                  seguir el rastro de luz que cada una de las almas grupales 
                  emite como característica distintiva de su vida en evolución. 
                  Dentro del misterio que oculta cada reino y que se exterioriza 
                  a través de cada una de sus innumerables criaturas, es posible 
                  seguir el rastro de luz y de sonido que emite cada una en 
                  particular y aprender a materializarlas según técnicas 
                  científicas de invocación. Los aspectos de milagro, magia o 
                  prodigio, que pueden producir los esoteristas experimentados 
                  tienen su raíz en dos aspectos científicos muy definidos, que 
                  sin darnos cuenta estamos utilizando a cada instante: el oír y 
                  el hablar. Esta magia que está tan a nuestro alcance origina 
                  situaciones planetarias, pues los hombres como un todo 
                  pronuncian voces y emiten sonidos, que al adueñarse de los 
                  éteres producen el karma de la humanidad. Ya sea en lo 
                  individual o en lo planetario, todo depende de la calidad de 
                  nuestras luces y de nuestros sonidos. A medida que el 
                  individuo va sutilizando sus expresiones de luz y de color se 
                  va acercando al Sonido característico del Alma Solar o 
                  Planetaria, el OM, y aprende a ver la luz que este OM genera 
                  al poner incandescentes los éteres, que lo hacen sensible a la 
                  Vida que rige el conjunto planetario. En esta forma se pone 
                  inteligentemente en relación con Aquel que utiliza el planeta 
                  Tierra como cuerpo de Su expresión, y aprende la técnica 
                  suprema de reproducir en su pequeña vida el OM solar, por el 
                  cual es posible la evolución de los planetas del Universo.
 
 Cada vez que hablamos estamos reproduciendo el misterio solar 
                  de manifestación y colaboramos con nuestra palabra a la 
                  perpetuación de este misterio. Cuando somos conscientes del 
                  valor afirmativo del Verbo, como creador de situaciones 
                  individuales o mundiales, es que podemos medir el alcance de 
                  nuestra responsabilidad planetaria. También se podrá 
                  comprender la reticencia y circunspección del iniciado frente 
                  al misterio de la Palabra y el porqué de sus prolongados 
                  silencios y de su culto a la ley de la oportunidad cíclica, en 
                  la cual todas las palabras deberían ser pronunciadas. Él sabe 
                  del poder y de la responsabilidad de cada una por 
                  insignificante que parezca, y de la relación de ellas con la 
                  voz o sonido de las criaturas invisibles que pueblan los 
                  éteres y que al ser “materializadas” por invocación determinan 
                  las condiciones planetarias. La ampliación de este concepto, 
                  al que haremos nueva referencia en el capítulo dedicado a los 
                  devas, y su cuidadoso estudio, debería hacernos muy 
                  responsables y hacernos conscientes de que la iniciación, con 
                  sus infinitas oportunidades y posibilidades, es un resultado 
                  de emplear cuidadosa e inteligentemente las palabras y de la 
                  capacidad de silencio, en virtud del cual los oídos internos 
                  se abren a la majestuosa sinfonía de Creación.
 
 Siguiendo atentamente el curso de estas ideas, están 
                  entrenándose para los grandes secretos de la magia. Con sólo 
                  responsabilizarse plenamente de cuanto digan o hagan (hacer es 
                  otra forma de decir) y de utilizar palabras correctas en sus 
                  conversaciones, cuidando que cada una de ellas no hiera ni 
                  mortifique a los demás, de ser parcos en sus comentarios, 
                  evitando palabras inútiles y sin sentido, están convirtiéndose 
                  por obra y gracia del Verbo en verdaderos Magos blancos, en 
                  verdaderos teurgos de la buena ley.
 
 Están derrumbando por este sencillo procedimiento, las 
                  estructuras poderosas que sostienen el mal karma planetario, 
                  constituido por cuanto dijeron o hicieron incorrecto todas las 
                  generaciones precedentes.
 
 Nos referimos al OM solar y también al AUM planetario. El 
                  doble OM y el triple AUM son los sonidos que en su mutua y 
                  armoniosa conjunción producen al hombre realizado, al ser 
                  humano perfecto o Maestro de Compasión y de sabiduría.
 
 Cuando nos referimos al Cristo, como Maestro de Maestros, en 
                  su simbólica apreciación espiritual y no simplemente física se 
                  lo ha presentado como una estrella de cinco puntas de un 
                  brillo azulado intensísimo que se proyecta en lo infinito de 
                  los éteres. La estrella de cinco puntas es, desde el punto de 
                  vista de nuestro estudio acerca de la Palabra, Verbo o Sonido, 
                  un resultado de equilibrar el Verbo Solar OM con el triple 
                  sonido AUM, que es una respuesta de los tres reinos inferiores 
                  de la Naturaleza, mineral, vegetal y animal, a la voluntad del 
                  Hombre espiritual o alma, que los utiliza como vehículos de 
                  expresión. También el triple AUM tiene relación con los 
                  vehículos periódicos de la personalidad, que utilizan materia 
                  de cada uno de los reinos para crear unas estructuras 
                  definidas, que servirán de Cáliz, Recipiente o Tabernáculo 
                  para la expresión del verbo.
 
 El OM es un Sonido Solar o Verbo del Alma. Participa a la vez 
                  de la gloria monádica y del sonido o palabra que se eleva de 
                  cada uno de los Reinos. Es un sonido doble que al ser 
                  pronunciado correctamente produce integración de los reinos, o 
                  en una esfera más reducida integración de los vehículos 
                  mental, emocional y físico que utiliza el alma para su 
                  evolución en el tiempo.
 
 Un pequeño diagrama aclarará esto:
 
                  OM. Sonido de Relación e Integración. La Voz 
                  del Alma
 A. Mundo mental relacionado con el Reino animal.
 
 U. Mundo emocional relacionado con el Reino vegetal.
 
 M. Mundo físico relacionado con el Reino mineral.
 La descripción simbólica de Cristo como una 
                  estrella perfecta de cinco puntas indica que Cristo es el 
                  verdadero hombre perfecto o Solar y que el AUM o triple sonido 
                  de la Naturaleza se manifiesta, a través de cada uno de los 
                  cuerpos expresivos del hombre, estando sometidos 
                  armoniosamente a la Voluntad superior del OM sagrado. El 
                  símbolo de esta armonía por la cual el hombre celeste tiene 
                  poder omnipotente sobre sus vehículos y a través de los mismos 
                  sobre cada uno de los reinos de la Naturaleza, lo tenemos en 
                  su más pura expresión en el gran misterio iniciático de la 
                  transfiguración en el Monte Tabor en el que Cristo, radiante 
                  de luz, tiene a sus pies tres discípulos dormidos, sometidos a 
                  Su voluntad superior; ellos simbolizan los tres cuerpos 
                  periódicos de manifestación cíclica que el alma utiliza para 
                  su evolución espiritual.
 En este cuadro en que presentamos el Verbo Solar OM como alma 
                  espiritual y al triple sonido AUM como los tres sonidos que se 
                  elevan de cada reino, como un Canto al Padre, está resuelto el 
                  gran Misterio de la Creación Universal que si bien se examina 
                  no es sino una expresión de la Magia suprema de Dios en 
                  relación con la naturaleza entera o Universo solar que le 
                  sirve de vehículo y morada.
 
 Mediante el conocimiento que acaban de obtener, comprenderán 
                  los reiterados y constantes esfuerzos de los Ashramas y de las 
                  auténticas escuelas esotéricas del mundo, para enseñarles a 
                  los aspirantes espirituales, las verdades que les servirán 
                  para guiar sus pasos por el sendero espiritual; armonizar e 
                  integrar sus vehículos inferiores, limpiarlos de todas sus 
                  impurezas o sonidos extraños, para poder oír la nota típica de 
                  cada uno de los reinos de la Naturaleza e integrarlas por el 
                  poder de la mente y la intensidad del propósito interno, 
                  ofreciéndolas humildemente a la Voluntad superior para que 
                  ésta las utilice como fuerzas bienhechoras de la humanidad.
 
   
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