Después de leer cuanto ha sido dicho en 
                este Tratado, quizás se pregunte el lector si el autor ha basado 
                sus comentarios en conocimientos adquiridos previamente, o bien 
                si ha desarrollado sus ideas de acuerdo con sus propias 
                experiencias dentro del mundo oculto. Debo decir al respecto que 
                si bien en el pasado adquirí bastante información acerca de la 
                interesante temática de los mundos invisibles, jamás llegué a 
                sentirme plenamente satisfecho de tal literatura, no porque ésta 
                careciese de valor, sino porque siempre creí que sólo la propia 
                experiencia podría calmar mi ardiente sed de conocimiento 
                interno. A esta experiencia dediqué pues todos mis esfuerzos 
                individuales, pudiendo afirmar que los tres libros que 
                constituyen Un Tratado Esotérico sobre los Angeles son el fruto 
                de un trabajo de investigación personal, llevado adelante 
                venciendo todas las dificultades que hallé en mi camino como 
                efectos del karma y las propias que son inherentes a los 
                esfuerzos de la búsqueda. La gentil ayuda dévica que recibí 
                durante el curso de mis investigaciones y que acepté con cálido 
                agradecimiento, forman indudablemente parte de este proceso 
                místico de introducción en el mundo oculto. Esta síntesis que 
                someto a la consideración de Uds. es un bloque arrancado de la 
                cantera de mi propia experiencia. En ella soy sincero y sólo 
                trato de que el ánimo de Uds. se sienta arrebolado por idéntico 
                entusiasmo que el que me impulsó a penetrar audazmente en los 
                secretos de la vida oculta. Esta síntesis abarca mis primeras 
                experiencias o contactos con las fuerzas elementales de la 
                Naturaleza, hasta los grandes contactos realizados en niveles. 
                superiores con Angeles de gran evolución espiritual, quienes se 
                dignaron introducirme conscientemente en los misterios de sus 
                maravillosos mundos de armonía. 
                
                En lo que respecta a las fuerzas dévicas definidas ocultamente 
                como elementales de la Naturaleza, es decir, los espíritus de la 
                tierra, las ondinas de las aguas, las sílfides del aire y los 
                elementales del fuego, definidos como salamandras, así como 
                todos los pequeños espíritus etéricos que viven en la atmósfera 
                planetaria dándole sabor y vida, puedo asegurar que en líneas 
                generales sus formas coinciden con las anteriormente descritas 
                por los investigadores esotéricos del pasado, siendo válidos 
                todos los conocimientos tradicionales, aunque admitiendo el 
                hecho de que dentro de cada especie de elementales de la 
                Naturaleza, hay multiplicidad de variantes, según sea la zona de 
                la Tierra o del Eter en donde realizan su particular evolución. 
                Las formas, sin embargo, suelen ser muy parecidas y sólo varían 
                el tamaño, el color y la vibración peculiar distintiva de cada 
                grupo. Las especies más numerosas, según he podido comprobar, 
                son las que corresponden a los espíritus de la tierra, definidos 
                generalmente como GNOMOS. Algunos de los que viven cerca de los 
                seres humanos, definidos como DUENDES, son más inteligentes ya 
                que, a igual que los animales domésticos, viven cerca del hombre 
                para acelerar su evolución. Estos duendecillos, a igual que 
                todos los elementales de su especie, poseen una gran habilidad 
                en copiar las formas del complejo ambiental que les rodea. Sus 
                indumentarias suelen ser pues muy parecidas a las que llevan los 
                seres humanos, pero hay un grupo muy numeroso de espíritus de la 
                tierra según he podido observar, cuyas vestimentas no varían 
                demasiado de las de los enanitos de los bosques, tal como nos 
                los muestra la tradición y son recogidos en los cuentos de hadas 
                con los cuales tanto nos recreamos en nuestra niñez. Lo que 
                decimos acerca de los espíritus de la tierra puede ser 
                íntegramente aplicado a los demás elementales de la Naturaleza. 
                La belleza de las hadas de las flores, los graciosos movimientos 
                de las ondinas en el seno de las aguas, la velocidad de las 
                sílfides del aire y el impresionante poder de las salamandras 
                del fuego, atentas siempre a la voz de mando de los 
                impresionantes AGNIS, los Impulsores del Fuego, constituyen 
                alicientes vivísimos para el ánimo del observador... Nuestra 
                intención, sin embargo, siguiendo el criterio que hemos adoptado 
                durante el curso de nuestras investigaciones, ha sido referirnos 
                a las fuerzas elementales de la Naturaleza en el sentido de la 
                labor oculta y definida que realizan en orden a la evolución 
                planetaria, descubriéndolas en su acción coordinada para 
                producir todos los fenómenos llamados naturales, desde el simple 
                movimiento que produce la brisa hasta la alta concentración de 
                sílfides y ondinas trabajando mancomunadamente para producir las 
                grandes tormentas y huracanes. Es decir, que si bien he recogido 
                humildemente la rica herencia tradicional de los conocimientos 
                ocultos sobre las fuerzas dévicas de la Naturaleza, me ha 
                parecido más conveniente y practico para los aspirantes 
                espirituales de nuestro mundo moderno, señalar las normas de 
                vida que siguen tales entidades dévicas, aportando al respecto 
                algunos datos concretos acerca de la misión que la Madre 
                Naturaleza les ha confiado dentro del concierto universal de la 
                Creación. 
                
                Los lectores de libros esotéricos de nuestra época están más 
                interesados -creo yo- en descubrir el secreto de la energía que 
                se halla oculto en lo más profundo del corazón silente de la 
                Naturaleza, que en el tradicional objetivo de presentar formas 
                de energía, aunque el estudio de tales formas forme parte de las 
                investigaciones esotéricas del mundo oculto. Recogí -permítanme 
                esta afirmación- el sagrado relato místico y tradicional de las 
                formas dévicas, pero añadiéndoles el significado dinámico de la 
                acción, mediante el cual puede apreciarse la suprema analogía de 
                dichas formas con sus muy bien determinadas y cualificadas 
                misiones en el orden creativo de la Naturaleza. He podido 
                establecer así una clara distinción entre energía y forma con 
                respecto a las infinitas vidas dévicas que en multiplicidad de 
                huestes y jerarquías crean el Universo, tratando de percibir y 
                de comprender la profunda y desconocida actividad dinámica que 
                surge de los éteres misteriosos del Espacio para construir 
                adecuadas formas para todos y cada uno de los Reinos de la 
                Naturaleza. He podido comprobar que para cada grupo de Devas 
                realizando determinada misión en la vida de los Reinos, existen 
                unas reglas definidas en lo que a su particular trabajo hace 
                referencia. Podríamos decir que para cada jerarquía dévica rige 
                lo que en términos humanos llamamos la responsabilidad. A mayor 
                jerarquía mayores compromisos y exigencias, así como mayor 
                belleza y sutilidad en la línea de las actividades dévicas, 
                habiendo aparentemente una enorme semejanza entre este sentido 
                natural de responsabilidad impuesta por la ley de jerarquía 
                dévica y la ley del karma que rige para los seres humanos. Pero, 
                por encima de todas las consideraciones jerárquicas del mundo 
                dévico, existe el permanente estímulo de la ley universal de 
                Necesidad que mueve todas las actividades de los Devas y les 
                mantiene gozosamente, dentro de sus grupos respectivos, para 
                construir todas las formas que precisan las unidades de vida de 
                todas las especies dentro de cada uno de los Reinos de la 
                Naturaleza. Así, al observar atentamente el desarrollo del 
                trabajo realizado por un elemental constructor y el de un Deva 
                de superior gradación dentro del mundo dévico, fui consciente 
                también de la armonía existente entre todas las cosas objetivas 
                de la vida y el incesante devenir de sus profundas motivaciones 
                ocultas. 
                
                Los nexos de unión o las fronteras silenciosas que separan ambos 
                mundos, el externo y el interno, son tan sutiles que 
                necesariamente me vi obligado a sutilizar mis vehículos de 
                percepción interna en una elevada medida. Así pude librarme de 
                muchos de los errores de visión y de las consiguientes 
                distorsiones mentales que de ellos se derivan. Traté, en fin, de 
                establecer unas claras analogías entre la minúscula existencia 
                dévica manifestada como un puntito de luz en el centro místico 
                del átomo ultérrimo, primera expresión de vida atómica o química 
                en la vida del Universo y el gigantesco ATOMO que llamamos 
                Sistema Solar. Si bien la expresión cíclica o campo de 
                experiencia entre ambos extremos varía inconcebiblemente en 
                espacio, tiempo y conciencia, el sentido y el propósito de la 
                manifestación son idénticos en uno y otro caso. Esta realidad 
                marca y define perfectamente las leyes de la analogía, cuya 
                utilización correcta e inteligente por parte de los científicos 
                del mundo, aportará datos concluyentes y objetivos sobre la 
                realidad del mundo oculto y de la causa suprema de la ENERGIA, 
                manifestada bajo multiplicidad de formas en la vida de la 
                Naturaleza. 
 
                
                
                La Visión del Mundo Oculto 
                
                Uds. se preguntarán seguramente también, y esta es una pregunta 
                que yo considero muy lógica, cómo le fue posible al investigador 
                establecer contacto directo con las formas angélicas de 
                manifestación tal como fueron descritas en este Tratado. Bien, 
                esta pregunta puede ser contestada con toda honestidad y 
                sencillez desde una doble vertiente; la primera es que el autor 
                posee una gran sensibilidad psíquica y una mente muy analítica y 
                la segunda -tal como lo he afirmado en algunas otras partes de 
                este libro -porque ciertos Devas de gran evolución se dignaron 
                aprovechar aquella sensibilidad psíquica para introducirme en el 
                maravilloso campo de la evolución angélica, intensificando mis 
                capacidades de observación interna y grabando en mi memoria 
                cerebral todos los datos de interés esotérico que mi mente 
                apercibida iba registrando. Uno de tales Devas -llamado 
                ocultamente JESAZEL y a Quien dediqué especialmente el segundo 
                volumen de este Tratado- estuvo muy asiduamente conmigo durante 
                casi todo el tiempo de mis investigaciones. Tanto los demás 
                Angeles que gentilmente me ayudaron, son de categoría espiritual 
                superior a la humana y poseen un tremendo y misterioso poder 
                sobre los éteres espaciales, como pude comprobar cuando 
                materializaron en mi mente la forma de los espíritus de la 
                Naturaleza de ciertos Devas constructores y de determinadas 
                Jerarquías dévicas de gran evolución. Acerca de estas últimas, 
                me advirtieron que me sería muy difícil poder intelectualmente 
                transcribirlas. “Es -me decían-como si trataras de explicar la 
                paz, la música o el viento’ Se trataba en realidad de definir 
                unas formas para las cuales la mente intelectualizada del hombre 
                no posee todavía elementos de conciencia. Debo confesar pues muy 
                honradamente que las descripciones que realicé acerca de las 
                Entidades Angélicas superiores en los textos del segundo volumen 
                de este Tratado, titulado muy significativamente La 
                Estructuración Dévica de las Formas, fueron sólo vagos recuerdos 
                de una experiencia vivida en los niveles ocultos, evocados 
                intuitivamente y expresados utilizando el poder creativo de la 
                imaginación. El propósito insigne que guía las actividades de 
                tales excelsas Entidades Dévicas quedó sin embargo lo 
                suficientemente claro en mi mente y a través de las percepciones 
                continuadas del mundo oculto, fui siendo cada vez más consciente 
                de la directa intervención angélica en todos los acontecimientos 
                históricos o kármicos que tienen lugar en el devenir de la vida 
                planetaria, utilizando la misteriosa red etérica que conecta a 
                todos los seres y a todas las cosas, más allá y por encima de la 
                propia ley de jerarquía. A través de esta red etérica que 
                constituye el vehículo magnético y radiante del Logos 
                planetario, todo cuanto vive, se mueve y tiene el ser dentro del 
                círculo-no-se-pasa del planeta, participa de un karma o de un 
                destino común. 
                
                El punto de vista de los Devas, como reino en evolución, es 
                evidentemente muy distinto del de los seres humanos. Por decirlo 
                de alguna manera ellos ven las cosas realizadas, en tanto que el 
                ser humano siempre tiene la sensación de que las está 
                realizando. Tal es a mi entender el motivo por el cual ambas 
                corrientes de vida, la dévica y la humana, no se hayan 
                encontrado todavía en el devenir de un sendero único plenamente 
                compartido... No obstante, y tal como me ha sido posible 
                constatar, un gran número de seres humanos están capacitándose 
                actualmente para establecer contactos con el mundo dévico, 
                aunque no sean plenamente conscientes de las facultades que van 
                desarrollando y consideren que sus visiones y percepciones no 
                son sino efectos psíquicos corrientes dentro del campo 
                parapsicológico. Debo aclarar al respecto que todos los efectos 
                parapsicológicos susceptibles de ser contactados o registrados 
                por los seres humanos, en no importa qué nivel del mundo 
                psíquico, son vibraciones en el éter, estando en su base la 
                actividad de los espíritus de la tierra, del agua, del aire o 
                del fuego, muy hábiles en la producción de todos los fenómenos 
                psíquicos o paranormales, capaces de afectar la vista, el oído, 
                el tacto, el gusto o el olfato de las personas convenientemente 
                sensibilizadas al mundo oculto y muy hábiles también en la 
                producción de las engañosas formas etéricas o ectoplásmicas, que 
                tanto seducen a la mayoría de los investigadores de los mundos 
                invisibles. Podríamos afirmar que todos los fenómenos psíquicos 
                que se producen en el éter y afectan los sentidos ocultos del 
                hombre han existido siempre, cambiando únicamente de polaridad o 
                de vibración a medida que la humanidad iba evolucionando. Las 
                unidades muy evolucionadas de la raza lemur, inspirados por los 
                devas, fueron capaces de producir efectos físicos en sus 
                ambientes sociales de clan o de tribu y hoy día podrían ser 
                hallados todavía hechiceros de tribus perdidas en el interior de 
                las selvas de Africa o Australia, que pese a su rudimentario 
                desarrollo mental son capaces de producir mediante sortilegios 
                mágicos, en realidad invocaciones de los elementales de la 
                Naturaleza, aprendidos de sus remotos antepasados y transmitidos 
                de boca a oído -tal como rezan las más antiguas tradiciones 
                esotéricas- los fenómenos naturales del viento, del trueno o de 
                la lluvia... Lo mismo cabría decir en relación con seres humanos 
                de nuestra época aunque de ascendencia netamente atlante, los 
                cuales son poseedores de altos secretos alquímicos y pueden 
                provocar también muchos de los llamados fenómenos naturales y de 
                carácter psíquico, singularmente algunos que están directamente 
                relacionados con el secreto místico del Fuego. Según me explicó 
                oportunamente JESAZEL, “el secreto del Fuego y el misterio de la 
                Electricidad, constituyen un solo y único Misterio que deberá 
                ser revelado a la humanidad en el devenir de la Nueva Era, ya 
                que su descubrimiento dará lugar a una serie impresionante de 
                conquistas en el orden técnico, cuya importancia no puede ser 
                medida todavía por el cerebro tridimensional del hombre de 
                nuestros días.” 
                
                Al hablar de Electricidad, debo hacer referencia a mis 
                afirmaciones en otras partes de este Tratado en el sentido de 
                que se trata de una Energía universal y planetaria cuya causa se 
                halla en la ley de polaridad, o diferencia de potencial psíquico 
                o ígneo entre los llamados devas lunares y los devas solares, 
                los cuales en ciertas fases de equilibrio producen luz, calor o 
                movimiento. El misterio de este equilibrio se halla muy 
                bellamente expuesto en los conocimientos esotéricos acerca de 
                los llamados planetas sagrados, o planetas luminosos, en donde 
                los Angeles que rigen la Materia y los que emanan del Espíritu 
                creador han llegado a un perfecto equilibrio y consecuentemente 
                han dejado de luchar entre sí. 
                
                Recuerdo que en cierta ocasión, JESAZEL me había dicho: Cuando 
                el hombre se dé cuenta del inmenso poder de equilibrio que tiene 
                sobre el ambiente social que le rodea y se responsabilice por 
                efecto de ello de su digna misión en la vida de la Naturaleza, 
                se convertirá en un dios sobre la Tierra. Son los poderes 
                incontrolados o insuficientemente desarrollados los que crean la 
                desdicha de la humanidad. Es como si a los hombres se les 
                hubiesen cortado las alas tensas para el vuelo, y se arrastrasen 
                lentos y pesados por los surcos estériles y resecos de la 
                tierra, una tierra que, sin embargo, es fértil, fecunda y 
                generosa”. Las palabras de JESAZEL dieron origen al titulo del 
                tercer libro de este Tratado: Los Angeles en la Vida Social 
                Humana, en el desarrollo de cuyos textos según habrán Uds. 
                podido observar, he tratado constantemente de hallar el nexo de 
                unión o de equilibrio entre los hombres y los Devas en un mutuo 
                y mancomunado esfuerzo de reconciliación. La síntesis de tales 
                argumentos se halla sin duda en el hecho de que todos los 
                ambientes planetarios, sociales, comunales, profesionales y 
                familiares son inicialmente reacciones psíquicas de los devas 
                constructores del espacio etérico a los pensamientos, deseos, 
                emociones y actitudes de los seres humanos. Esta es una razón 
                convincente, aún en el terreno científico, si se tiene en cuenta 
                que la civilización, la cultura, la historia íntima y aún el 
                lenguaje, costumbres y tradiciones de todos los pueblos de la 
                Tierra, obedecen a reacciones del espacio vital en donde se 
                hallan inmersos todos los seres humanos, no importa el lugar en 
                donde viven, se mueven y tienen el ser dentro de la vastedad del 
                mundo. Lógicamente, de no existir tales reacciones no habría 
                explicación científica de ningún hecho de carácter psicológico. 
                Sólo falta, entonces, darle un nombre científico a tales 
                reacciones. Yo les llamo devas substanciadores del éter y 
                también devas constructores. Me baso naturalmente en 
                denominaciones de carácter tradicional, aunque no demasiado 
                místicas, aceptadas íntegramente dentro del fecundo campo de los 
                estudios esotéricos. 
                
                
                Las Condiciones Intimas del Contacto Angélico
                
                
                Puede que Uds. se hayan interrogado alguna vez acerca de cuales 
                deberían ser los requisitos mediante los cuales un ser humano 
                podría establecer contacto con los Devas y con todas las fuerzas 
                ocultas de la Naturaleza. Bien, esta interrogante podría ser 
                contestada desde un ángulo puramente científico y psicológico, 
                por ejemplo: “... tratando de ser conscientes de las mismas.” 
                Esta respuesta, que aparentemente no dice nada, lo está diciendo 
                todo, habida cuenta que el contacto dévico o angélico ha 
                existido siempre, en todas las fases de la vida evolutiva de la 
                humanidad y en todos los niveles dentro de la inmensa 
                complejidad y magnificencia del mundo oculto que nos rodea y 
                compenetra. El sentido intimo de la civilización, de la cultura 
                y de las tradiciones de todos los tiempos, revela siempre el 
                contacto del hombre con las fuerzas subjetivas e invisibles de 
                la Naturaleza. Los Angeles, en su multiplicidad de jerarquías y 
                funciones, han constituido perennemente el centro de todos los 
                mitos sagrados, leyendas misteriosas y narraciones simbólicas 
                del mundo. Desde los poderosos Arcángeles o Mahadevas, Señores 
                de la espiritual revelación, hasta los humildes devas 
                elementales que cuidan de la construcción de los átomos 
                químicos, pasando por los Devas familiares, Genios o Daymons que 
                inspiraron las obras de los grandes filósofos y artistas del 
                pasado, todo es CONTACTO, REVELACION e INSPIRACION. Sólo hay que 
                abrir los ojos e intentar percibir esta infinita prodigalidad 
                dévica. El segundo paso corresponde al esfuerzo por desarrollar 
                conciencia dévica en nuestra vida de aspirantes espirituales y 
                evocar respuesta de los éteres inmortales. Para ello deberemos 
                adquirir un tipo de sensibilidad espiritual con respecto al 
                entero contexto ambiental que nos envuelve. El término 
                comprensión, que es la antesala del amor humano, define muy 
                claramente ese tipo de sensibilidad, que permitirá modificar 
                sensiblemente la conciencia psicológica hasta el punto de 
                suprimir todas las reacciones de tipo personal, corrientemente 
                de carácter antagónico y, como consecuencia, provocar una 
                reacción psíquica de carácter dévico que creará un impacto en 
                nuestra conciencia y llenará de luz algún hueco de nuestro 
                cerebro, permitiendo cierta liberación de energía espiritual y 
                desarrollando algún definido y cualificado grupo de células. El 
                proceso parece sencillo; sin embargo está lleno de dificultades 
                y los hábitos egoístas de la personalidad crearán, a no dudarlo, 
                zonas de gran resistencia a las buenas intenciones del alma. 
                Pero, habrá que perseverar en el intento y hacer frente a todas 
                las dificultades, sabiendo de antemano que el contacto dévico 
                nos hará conscientes de ocultos e ignorados niveles de armonía 
                dentro del propio ser y que los resultados obtenidos, ya en un 
                buen principio de los intentos de acercamiento dévico, mantendrá 
                nuestro ánimo muy sereno, animoso y expectante y la voluntad muy 
                firme y dispuesta a enfrentar los incidentes psicológicos de la 
                búsqueda. 
                
                Las primeras experiencias de contacto dévico afectarán quizás el 
                sentido del olfato en forma de vagos o penetrantes perfumes. 
                También podrá percibirse auditivamente las notas de una música 
                tenue, suave y lejana o bien será posible registrar en los 
                éteres ambientales una serie de luces de varios colores que 
                surgen inopinadamente dentro del campo subjetivo de nuestras 
                percepciones internas, para desaparecer asimismo raudamente, 
                aunque deparándonos una sensación psicológica de paz y de 
                bienestar. Más adelante, las tomas de contacto serán más 
                concretas y objetivas, desde la vaga impresión de que Alguien 
                está a nuestro lado ayudándonos con su presencia, singularmente 
                en momentos de grandes problemas y dificultades, hasta la visión 
                concreta y objetiva de los pequeños devas y espíritus 
                elementales de la Naturaleza. Finalmente, se abrirá por completo 
                el campo de nuestras percepciones sutiles en el éter y seremos 
                capaces de percibir a los Devas familiares, quienes, con 
                infinita cordialidad, nos introducirán en el extenso y dilatado 
                campo de las relaciones dévicas. En esta fase nos será posible, 
                sin duda, establecer contacto y entablar amistad con algún Deva 
                superior, el cual nos hará conscientes, si a ello estamos 
                realmente dispuestos, de los misterios del Reino Dévico, con sus 
                profundas enseñanzas místicas sobre las leyes ocultas de la 
                Naturaleza y los íntimos secretos y sagrados misterios que 
                preceden a la iniciación espiritual del ser humano. 
                
                El proceso de sensibilización psicológica que precede al 
                contacto dévico deberla iniciarse con un voluntario silencio de 
                palabras, ya que según expresión de los propios Angeles el 
                silencio contiene espíritu y las palabras suelen contener 
                aspectos materiales. Sea como sea, el silencio ha sido adoptado 
                como norma de desarrollo espiritual por todas las escuelas 
                esotéricas y místicas del mundo y el contacto angélico, que es 
                una expresión del desarrollo espiritual del ser humano, no podía 
                escapar de la regla. El silencio de palabras atrae por simpatía 
                el silencio de deseos y pensamientos y, según mi propia 
                experiencia, la quietud mental ha sido una norma natural para 
                establecer contacto con los Devas. Así, resulta conveniente un 
                saludable ejercicio de silenciación de palabras cuando nada 
                importante tengamos que decir, o suspenderlas en un acto 
                meritorio de silencio cuando las condiciones ambientales así lo 
                exigiesen, aunque teniendo en cuenta en todos los casos que el 
                permanecer íntimamente silenciosos no debe implicar nunca 
                desconsideración o falta de cortesía hacia los demás, sino una 
                sincera y confiada deferencia hacia el Ser interno, Quien nos 
                revelará intuitivamente cuando hay que hablar o cuando es 
                necesario callar... 
                
                Como Uds. habrán podido constatar, estoy refiriéndome a ciertas 
                experiencias de carácter íntimo aunque de efectos ambientales, 
                pero cuya culminación en el orden oculto ha de ser el 
                establecimiento de unas relaciones conscientes con el mundo 
                dévico. Quizás Uds. habrán tenido alguna vez experiencias de ese 
                tipo, en la niñez o en el devenir de ciertas etapas de sus vidas 
                cuya trascendencia motivó profundos cambios en sus conciencias. 
                La manera imprevista como tal proceso culminó en una solución 
                correcta cuando ya todo parecía perdido, podría indicar quizás 
                que en el desarrollo de la misma intervinieron factores ocultos 
                que llevaron a cabo por procedimientos supranormales aquello que 
                seguramente se hallaba más allá del alcance de nuestras fuerzas 
                o posibilidades. Podríamos decir al respecto que muchas de las 
                soluciones atribuidas a la acción humana nada o muy poco tienen 
                que ver con la utilización de la voluntad o del libre 
                albedrío... El libre albedrío expresa frecuentemente una 
                incapacidad manifiesta para solucionar ciertos problemas vitales 
                en el devenir de la existencia humana, debiendo ser aceptada 
                entonces la presencia oculta de una voluntad oculta 
                completamente independiente de la del hombre, que realiza por 
                arte mágico -si es que podemos decirlo así- cuanto éste es 
                incapaz de realizar. Sólo así es posible que se cumpla normal y 
                adecuadamente el karma del ser humano y el de la propia 
                humanidad. Y, naturalmente, dentro de los límites de esta 
                comprensión habrá que aceptarse asimismo como lógica la idea de 
                que una infinita legión de entidades ocultas, llámeselas 
                ángeles, devas o simplemente energía divina, está cumpliendo el 
                propósito de la Vida de Dios en la Naturaleza con una total 
                abstracción de los deseos y las voluntades de los hombres. De 
                ahí también que la perfección humana, que nace del augusto 
                cumplimiento del destino kármico, no sea sino un resultado de la 
                compenetración inteligente del hombre con la actividad de los 
                Devas, que desde los niveles ocultos cuidan del cumplimiento de 
                la Voluntad de Dios. 
 
                
                
                Los Insignes Forjadores del Destino 
                
                Cuando establecemos esta marcada distinción entre el libre 
                albedrío humano y la voluntad divina encarnada por los Devas, 
                estamos introduciéndonos realmente en las verdaderas causas o 
                motivaciones de la historia, ya sea individual, comunal o 
                planetaria. El centro de incidencia del proceso es el Karma o 
                Destino, es decir, la Ley de Causa y Efecto que rige el absoluto 
                cumplimiento de la Voluntad de Dios dentro de las fronteras o 
                círculo-no-se-pasa del Universo. Lo que hace el hombre mientras 
                se halla en el pleno ejercicio de su libre albedrío, es ofrecer 
                una constante resistencia a la Voluntad rectora del Destino y a 
                esta resistencia se la llama corrientemente voluntad individual. 
                Hay por tanto un larguísimo trayecto a recorrer en tanto que el 
                hombre no comprenda que su libre albedrío se opone 
                constantemente a la voluntad divina y decida inteligentemente 
                variar la conducta o trayectoria de su vida. Las energías 
                dévicas, como fuentes de construcción, se hallan presentes por 
                doquier constituyendo la motivación oculta de todas las formas y 
                sembrando dentro del corazón humano las eternas semillas de la 
                comprensión superior. Es precisamente esta comprensión la que ha 
                de realizar dentro del sancta sanctorum del corazón individual 
                la trascendente alquimia de convertir el libre albedrío en 
                voluntad perfecta, siendo descrita ocultamente esta alquimia 
                trascendente como INICIACION es decir, la capacidad que tiene el 
                hombre de prescindir conscientemente de su libre albedrío, o 
                pequeña voluntad humana, frente a la Voluntad todopoderosa de la 
                Divinidad, con lo cual deja de sufrir y de sentirse fatalmente 
                atado a la Rueda del Destino con su interminable secuela de 
                muertes y nacimientos. En el centro del proceso superior que va 
                del libre albedrío humano a la Voluntad divina, pasando por las 
                inevitables crisis de la Iniciación, hallaremos siempre que las 
                ocultas motivaciones de tal trascendente experiencia surgen de 
                unas regiones desconocidas del éter a las que yo denomino mundo 
                dévico o reino angélico. Estas energías dévicas constituyen el 
                eje misterioso alrededor del cual gira la Rueda del Destino 
                individual, planetario o solar movida por los Señores del Karma. 
                La Ley siempre es la misma, aunque crezca o decrezca la medida o 
                los limites de contención de la Vida dentro de la Forma. Así, un 
                pequeño átomo tendrá un destino tan completo como el del propio 
                Universo, pese a la medida infinitesimal de su cauce o a lo 
                reducido de su campo de expresión. La Vida es la medida de todas 
                las cosas, pero sabe limitarse en cada una de ellas en orden al 
                Plan universal diseñado por la propia Divinidad. Esta limitación 
                da origen al principio de Jerarquía espiritual dentro del 
                Cosmos. De ahí que existan unas muy particulares e íntimas 
                relaciones entre Vida, Conciencia y Forma, términos tan 
                frecuentemente utilizados en los libros esotéricos. La Vida 
                pertenece siempre a la Divinidad creadora, la Conciencia es el 
                privilegio de la Vida manifestada, y la Manifestación, con su 
                infinita prodigalidad de Formas, corresponde a la actividad de 
                las jerarquías dévicas. Tal es aparentemente el orden de la 
                Creación mediante el cual el Espíritu humano manifestado como 
                Vida se sumerge en el misterioso océano de la Materia para ser 
                cada vez más consciente del Propósito redentor que a través de 
                cada una de las Formas de la Naturaleza trata de revelarse. La 
                Conciencia, por tanto, es la reacción o respuesta de la Vida al 
                contacto con la Forma material. Esta Forma material, a su vez, 
                es una respuesta a los sagrados impulsos de la Vida del 
                Espíritu. Así, siempre existirán unos lazos indestructibles 
                entre la incalculable prodigalidad de conciencias en evolución 
                -dentro y fuera del Universo- y la Vida Divina, llena de 
                propósitos redentores, que se introduce en la Materia para 
                dignificarla y elevarla a las sempiternas alturas del Espíritu. 
                Por tal razón es altamente necesario que el ser humano, cuya 
                alma o conciencia se halla en el centro del equilibrio del 
                Espíritu-Vida y de la Materia-Forma, aprenda a dignificar sus 
                compuestos materiales y a elevar la sintonía vibratoria de los 
                mismos, siguiendo unos propósitos redentores idénticos a los de 
                la propia Divinidad, ya que no es un simple tópico o una amable 
                condescendencia la afirmación bíblica de que somos hechos a Su 
                imagen y semejanza. 
                
                Interesa profundamente, pues, iniciar ese trabajo redentor de la 
                Materia asignado al Reino humano estableciendo contacto con las 
                Entidades dévicas, cuya misión es dotar de Formas cada vez más 
                dignas y bellas a las conciencias en evolución dentro del 
                círculo-no-se-pasa del planeta y del propio Universo. El secreto 
                de la Forma, uno de los grandes misterios iniciáticos, revela 
                que cualquier partícula de materia ha de hacerse radioactiva 
                para poder liberar las energías de la Vida divina contenidas en 
                su interior. Tal es la labor asignada al Reino dévico y a la 
                humanidad trabajando mancomunada y debidamente compenetrados. El 
                resultado de esta fusión de actividades tendrá como absoluta 
                consecuencia la liberación del aciago destino que persigue a la 
                humanidad desde las más primitivas edades... 
                
                Podríamos asegurar que algunas de las grandes crisis humanas de 
                los momentos actuales son de reajuste con las nuevas energías 
                dévicas, procedentes de las más elevadas regiones siderales, en 
                respuesta a las necesidades de evolución del propio Logos 
                planetario y una de cuyas principales consecuencias o resultados 
                ha de ser el contacto consciente de los seres humanos 
                debidamente capacitados con elevadas jerarquías del Reino 
                dévico. 
 
                
                
                El Sentimiento de Alegría y el Misterio de la 
                Voz 
                
                La Alegría proviene siempre de una conciencia de unidad y de 
                síntesis; es una condición natural y una inherente prerrogativa 
                de las Mónadas espirituales, ya sean de los Angeles, de los 
                hombres o de cualquier ser en la vida de la Naturaleza. Siendo 
                así, sólo el contacto con la Mónada realizado a través del Angel 
                solar, o Yo superior del hombre, mediante el proceso de la 
                Iniciación podrá traerle al ser humano la paz y la alegría que 
                tan ardientemente busca. Podríamos decir que las Iniciaciones 
                humanas en los misterios de la Divinidad son acercamientos 
                monádicos, introducciones conscientes en uno u otro de los Siete 
                subplanos que constituyen el Plano búdico en donde el 
                sentimiento de Alegría, que es básicamente Felicidad, puede ser 
                debidamente comprendido y experimentado. Tal comprensión y tal 
                experiencia permitirán un día la relación consciente y fraternal 
                de los seres humanos, previamente iniciados en los misterios del 
                Eter, con los excelsos Devas habitantes de estos elevados 
                niveles en la vida de la Naturaleza. Uno de los grandes Yogas 
                que practicarán normalmente los hombres del futuro y que yo he 
                denominado intencionadamente DEVI YOGA [Ver libro del mismo 
                autor “Los Misterios del Yoga”, Editorial Kier, Buenos Aires. 
                Rep. Argentina.], permitirá a la humanidad avanzada crear una 
                vía de acceso a los más elevados subplanos del plano búdico y 
                unificar creadoramente su vida con la Vida de los Angeles 
                superiores, creando así las bases de la Fraternidad universal y 
                el establecimiento del Reino de Dios aquí en la Tierra. 
                
                Si la adquisición del sentimiento de Alegría dependiese de una 
                técnica, diríamos que esta técnica debería tener tres grandes 
                vertientes: la invocación, el contacto y el control de las 
                energías provenientes del plano búdico. La invocación presupone 
                emitir una nota de armonía en la vida personal con el 
                consecuente establecimiento de rectas relaciones humanas dentro 
                del contexto social en el que vivimos inmersos. El contacto es 
                inevitable cuando la armonía personal se exterioriza en forma de 
                paz a través del aura etérica, creando un campo magnético puro y 
                radiante. Los Angeles familiares -a los cuales hemos hecho 
                amplia referencia en otras partes de este estudio- contemplan 
                serenamente el proceso de irradiación que acompaña la vivencia 
                correcta del ser humano y pueden mostrarse objetivamente ante 
                sus percepciones e incluso ilustrarles sobre muchos de los 
                misterios que encubren sus mundos de armonía, confiándole más 
                adelante, en ciertas iniciaciones y cuando los vehículos 
                expresivos se han hecho perfectamente moldeables a la influencia 
                superior, el poder de controlar eficientemente utilizando 
                substancia búdica, las numerosísimas huestes de pequeños devas 
                de la tierra, del agua, del aire y del fuego que en su 
                interacción constituyen la vida material en sus múltiples e 
                incalculables combinaciones... Técnicamente el hombre se 
                convierte en un Mago. 
                
                En cierta ocasión, y cuando me hallaba escribiendo sobre los 
                espíritus de la Naturaleza, JESAZEL, el Angel amigo, me comunicó 
                el secreto de una Voz cuyo sonido tenía la virtud de 
                materializar a los pequeños devas que en multiplicidad de formas 
                y especies constituyen el aspecto material de la vida de la 
                Naturaleza. Este sonido tenía una cadencia extraña y se parecía 
                mucho desde el ángulo auditivo, al susurro o eco que se oye 
                dentro de una caracola marina cuando le aplicamos el oído. Pero, 
                a su conjuro, aparecían y se hacían objetivas y claramente 
                visibles ante mí una serie impresionante de criaturas del éter, 
                graciosas unas, hurañas otras pero que, en su conjunto, 
                constituían el andamiaje o estructura básica de las formas de la 
                Naturaleza. Algunas de tales criaturas dévicas podrán Uds. 
                apreciarlas en los grabados que ilustran los tres volúmenes que 
                constituyen este Tratado esotérico sobre los Angeles. El secreto 
                de la Voz es el del propio misterio de la Creación. Cuando el 
                hombre sea puro y tenga sana alegría en su corazón se hará 
                propicio a tales misterios. Parece ser que la Paz constituye la 
                regla única de la Alegría y es el único poder al que pueden 
                responder los Angeles superiores. Un sonido inarmónico y sin paz 
                en su contenido sólo puede producir alteraciones nocivas en el 
                ambiente y atraerá únicamente a devas y elementales de tipo 
                inferior. Una palabra o un sonido inteligente llevando paz en 
                cada una de sus inflexiones, creará un campo magnético dentro 
                del cual podrán manifestarse los Devas superiores. El secreto 
                del Bien y del Mal, del Dolor y del Gozo, es el mismo que separa 
                entre sí los sonidos armónicos de los inarmónicos dentro de la 
                humanidad y al incalculable número de devas en uno u otro bando 
                que en su interacción producen las alteraciones ambientales. 
                Dentro de una lógica sencilla y fácilmente comprensible, vemos 
                que el Reino de la Felicidad está al alcance del hombre que vive 
                en paz consigo mismo y no se esclaviza al fruto de sus acciones. 
                La mente de este hombre, como la del Angel, no fragua ambiciones 
                y posee una impresionante sencillez de ideas y pensamientos que 
                constituyen la antesala mística aunque potentemente dinámica de 
                la Creación. Pues -tal como decía JESAZEL- “La sencillez debe 
                estar en la base del hombre sabio haciéndole acreedor a la 
                potencialidad del sagrado y a los sonidos de los mántrams 
                invocativos “. Las palabras de JESAZEL y las conversaciones que 
                tuve el privilegio de sostener con El, me dieron siempre la 
                clave de resolución de ciertas dudas surgidas en mi mente 
                durante mi proceso de investigación oculta. 
                
                Uds. se preguntarán quizás cómo eran efectuadas estas 
                conversaciones. Lógicamente y por el carácter de las mismas, 
                debían realizarse dentro de una atmósfera de paz y de quietud la 
                cual provocaba una especie de vacío a mi alrededor aislándome 
                por completo de cuanto me rodeaba. Tal era invariablemente el 
                preludio. Oía después una especie de sintonía (me he dado cuenta 
                oportunamente que cada Angel tiene su propia sintonía), como si 
                alguien musitase quedamente mi nombre en mis oídos. Sabía 
                entonces que se trataba de JESAZEL, pues aunque había logrado 
                establecer contacto con diversos Angeles durante el proceso de 
                mi trabajo esotérico sobre el mundo dévico, singularmente cuando 
                trataba de investigar el secreto místico de su lenguaje, el 
                carácter íntimo de amistad y de comprensión con que me había 
                distinguido JESAZEL, impregnaba mi aura etérica de un radiante 
                magnetismo especial que le hacía perfectamente reconocible. La 
                conversación no se producía nunca al azar; según pude averiguar 
                oportunamente, era siempre el resultado de alguna silenciosa 
                invocación que yo sin darme cuenta formulaba cuando algo no lo 
                veía suficientemente claro o cuando intentaba descifrar el 
                sentido de algún hecho oculto relacionado con la misteriosa vida 
                de los Devas. Debo aclarar al respecto que nuestras 
                conversaciones se realizaban en un nivel mental superior, aun 
                cuando mis sentidos internos parecían recogerlas o registrarlas 
                como una conversación común o corriente. Otras veces, tales 
                conversaciones se reflejaban objetivamente dentro de una especie 
                de marco etérico de intenso color índigo sobre el cual se 
                reflejaban unas bellas y extrañas figuras geométricas de fúlgido 
                y brillante color dorado. Algunas de tales conversaciones, 
                captadas magistralmente por el pintor señor Josep Gumí, podrán 
                Uds. verlas reflejadas en los grabados que ilustran el segundo 
                volumen de este Tratado. 
                
                El sentido de estas conversaciones penetraba en mi mente en 
                forma intuitiva y el cerebro recogía su significado de manera 
                casi perfecta. Puedo decir -y lo hago con un gran sentido de 
                reconocimiento a la potencia inductiva de JESAZEL y no a mis 
                cualidades interpretativas- que sólo dos o tres veces durante el 
                curso de mis investigaciones tuvo que rectificar JESAZEL algún 
                punto sobre el cual mi mente había sufrido una distorsión. Puedo 
                afirmar ahora, sin espíritu alguno de soberbia, pero si de gran 
                satisfacción, que mi sensibilidad a la vida oculta ha llegado a 
                un punto en que me es posible diferenciar muchas de las 
                influencias dévicas en la vida de la Naturaleza y de la 
                humanidad, que crean reacciones psíquicas ambientales y producen 
                determinados efectos psicológicos y parapsicológicos en la vida 
                de los seres humanos. 
 
                
                
                El Tercer Elemento Vital 
                
                Desde el ángulo de vista esotérico, todo cuanto acontece o se 
                realiza en la vida de la Naturaleza es un gigantesco fenómeno 
                psíquico, motivado por la Voluntad del Creador al infundir Su 
                Vida en la Materia y evocar de ella cada vez más sutiles 
                respuestas. Los Planos del Universo justifican esta Voluntad o 
                Propósito de la Divinidad y no hay rincón alguno dentro del 
                Sistema solar que no albergue una potencia psíquica, irradiando 
                energía a través de su aura etérica y creando un definido campo 
                magnético. Si se admite este hecho podrá llegarse fácilmente a 
                la conclusión de que el Espacio contiene en sí una Potencia 
                inteligente e integradora de todos aquellos campos magnéticos y 
                los convierte en ambientes definidos dentro del orden colectivo 
                o social de la Naturaleza. Cualquier tipo de ambiente dentro de 
                la humanidad, sea particular, familiar, profesional o grupal es 
                el resultado de la condensación de un tipo determinado de 
                energía psíquica, generada por los seres humanos y manipulada 
                creativamente por las potencias integradoras del Espacio, que 
                nosotros llamamos esotéricamente Angeles o Devas en las líneas 
                de este Tratado. Pero, dénse Uds. cuenta de que al utilizar las 
                expresiones dévica y angélica, no hemos caído en el error de 
                considerar a estas fuerzas desde el ángulo de vista religioso o 
                tradicional, sino que les hemos asignado un poder científico y 
                una actividad extraordinariamente dinámica en la vida de la 
                Naturaleza, cual es la de construir todas las posibles 
                estructuras geométricas, formas, cuerpos o vehículos que, en su 
                totalidad y en la vida de los Reinos y de las Especies, albergan 
                el Espíritu de Dios en una infinita e increíble gama de estados 
                de conciencia. Tenemos así y por doquier, estados de conciencia 
                vibrando a través de estructuras geométricas definidas y creando 
                unos apropiados campos magnéticos y psíquicos. El estudio de las 
                reacciones producidas entre los distintos campos magnéticos por 
                parte de los investigadores del mundo oculto, dará lugar a la 
                verdadera Ciencia Parapsicológica del futuro. En el presente se 
                les asigna demasiada importancia todavía a los pequeños efectos 
                ambientales y se discute aún demasiado en términos de 
                conocimientos teóricos, porque no se ha logrado llegar a la 
                plenitud de experiencia de los hechos psíquicos; de ahí que el 
                problema del psiquismo, con su numerosa secuela de fenómenos en 
                el éter, constituye todavía una zona llena de vaguedades y de 
                misteriosas incógnitas, es decir, un área de discusión en donde 
                cada cual aporta sus particulares puntos de vista, pero no 
                experiencias vitales. 
                
                Esta era, en efecto, la alternativa que se me presentaba al 
                iniciar mis investigaciones ocultas acerca de los Angeles. Todo 
                cuanto acerca de ellos había leído en el pasado me parecía 
                demasiado nebuloso o místico y no resistía, a mi entender, ni el 
                peso ni el rigor de la razón científica. Así, pues, tuve que 
                profundizar mucho dentro de mí mismo en un intento de hallar el 
                tercer elemento que me faltaba para poder unificar los centros 
                de conciencia humanos con los fenómenos producidos en el éter y 
                los estados psíquicos en general. Este tercer elemento surgió 
                inopinadamente ante mi percepción mental en momentos álgidos y 
                trascendentes de mi vida. Al principio sus formas eran vagas, 
                suaves, acrecentando con su misteriosa incógnita mi pasión por 
                la vida oculta, que siempre había constituido una parte esencial 
                de mi vida. Más adelante pude percibir con toda claridad a los 
                espíritus de la Naturaleza, pero no en sueño, sino formando 
                parte de mi contemplación de la obra de la Naturaleza. Pude 
                darme cuenta así que el suelo, el aire, el agua, el fuego, y 
                todo cuanto me rodeaba era vida inteligente, siguiendo unas 
                ocultas y misteriosas motivaciones bajo la forma característica 
                de los elementos naturales. 
                
                Así, el agua no era para mí un simple compuesto químico, sino 
                que era además el recipiente místico que albergaba a unas vidas 
                inteligentes que aparentemente y en mutuas y desconocidas 
                intercomunicaciones la construían. Aprendí, de esta manera, a 
                aliar el agua con unas bellas criaturas etéricas que 
                esotéricamente se denominan ONDINAS. Lo mismo me ocurrió al 
                examinar ocultamente el aire, la tierra o el fuego, dándome 
                cuenta de que en el seno de tales elementos existía una insólita 
                y palpitante vida que llenaba el espacio con su poder psíquico. 
                Comprendí progresivamente que estas vidas menores, las sílfides, 
                las ondinas, las hadas, los gnomos, etc. y la multiplicidad de 
                invisibles y desconocidos espíritus de la Naturaleza, eran 
                expresiones psíquicas de un poder más elevado ya que, tal como 
                siempre había presentido, la ley de evolución contiene en sí el 
                principio de jerarquía. Y es así, en forma suave y paulatina, 
                como fui consciente de unas fuerzas psíquicas infinitamente 
                superiores que utilizaban asimismo el Eter del Espacio como 
                campo de expresión. Surgieron entonces ante mi exaltada y 
                maravillada visión extensas gamas de Devas, maestros en el arte 
                de la construcción, dirigiendo una increíble hueste de 
                pequeñísimos obreros, los cuales con rara habilidad, creaban con 
                sutilísimos hilos de luz etérica todas las formas físicas de la 
                Naturaleza y que descomponiendo aquella luz la dotaban de color 
                y de las inherentes cualidades físicas y psíquicas que 
                constituían la razón de ser de sus vidas, de su constitución y 
                de su especie... 
 
                
                
                Ultimas consideraciones 
                
                La evolución de los Devas de todos los órdenes, en relación con 
                la substancia material del Universo y del planeta, es obvia y es 
                apreciable en el devenir de cada nuevo ciclo de vida, en el que 
                la vibración interna del Morador del Cuerpo, ya se trate del 
                Logos Solar, del Logos planetario o del ser humano, ha alcanzado 
                un nivel superior que exige una substancia material o lunar -si 
                podemos decirlo así- manejada por más excelsos y elevados 
                Pitris. Variará por tanto sensiblemente la calidad de las 
                formas, ya que hay una evidente relación entre calidad o 
                vibración y substancia o forma. La analogía ha de ser perfecta 
                en todos los casos y habrá que admitirse lógicamente que los 
                Devas que en su integridad confeccionan la substancia de un 
                esquema de evolución humano, planetario, solar o cósmico, 
                deberán acceder -a igual que los seres humanos y los Logos 
                creadores- a algún tipo de INICIACION DEVICA en cualquier 
                ignorado nivel de la Naturaleza, de parte de los poderosos 
                Arcángeles regentes de los Planos del Universo, 
                o de los Angeles superiores que rigen la evolución de los 
                Reinos. El Misterio de Revelación de tales Iniciaciones -si 
                tenemos en cuenta las cualidades específicas de los Devas- será 
                quizás el desarrollo del sentido íntimo del OIDO para poder 
                escuchar los múltiples e incesantes sonidos que se elevan del 
                mundo manifestado, de la misma manera que las Iniciaciones 
                humanas tienen por objeto desarrollar el sentido oculto de la 
                VISTA, es decir, el dilatado grupo de percepciones que han de 
                convertir al Iniciado en un perfecto CONOCEDOR. 
                
                La analogía nos va demostrando constantemente que los Angeles y 
                los Hombres constituyen dos corrientes de Vida divina tan 
                estrechamente vinculadas, que resultaría imposible mover una sin 
                que inmediatamente se sienta movida la otra. En otras partes de 
                este Tratado me he referido a los grados de vinculación humano 
                dévica y sus resultados en la vida de la humanidad, tal como 
                puede ser, por ejemplo, la construcción de sus vehículos de 
                manifestación y también el proceso de integración espiritual y 
                grado de acercamiento a los grandes DEVAS de los tres Planos 
                inferiores del Sistema, llamados: AGNISCHAITAS, AGNISURYAS y 
                AGNISHVATTAS cuyo contacto, inteligentemente establecido, puede 
                decidir el ritmo de nuestra vida, detener a veces el curso de 
                los acontecimientos kármicos y llevamos de la obscuridad a la 
                luz, de lo irreal a lo real y de la muerte a la inmortalidad, es 
                decir, a la Montaña de la Iniciación, desde cuyas gloriosas 
                cumbres podemos contemplar el valle de la ilusión mental, de los 
                variados espejismos astrales y del maya de los sentidos físicos, 
                sin sentirnos atraídos por sus potentes insinuaciones. Este paso 
                trascendente que hemos logrado dar con ayuda de los Devas y de 
                nuestro espíritu de resolución, significa que hemos vencido la 
                fuerza gravitatoria de los devas inferiores, nuestra intención 
                se halla anclada actualmente en las fuerza de en nuestros 
                estudios esotéricos devas lunares, y que la supremamente 
                místicas, aunque increíblemente dinámicas, vitalizadas por los 
                grandes Devas AGNISHVATTAS y que Angel Solar, o Yo espiritual, 
                puede intervenir libremente en nuestra vida, inspirando las 
                resoluciones de nuestra alma y dotándonos de amorosa comprensión 
                hacia los demás. Cuando esto sucede, los asuntos humanos con 
                todas sus crecientes dificultades y tensiones ya no atraen tan 
                poderosamente como antes nuestro interés individual, 
                permitiéndonos vivir más desapegados y seguros dentro del 
                complejo social donde vivimos inmersos... El hecho oculto que un 
                día será científicamente descubierto de que a cada hombre 
                corresponde un Deva de similar vibración, aunque de naturaleza 
                negativa con respecto a él, mostrará el secreto de la luz 
                espiritual. Podrá indicar, también, que el trabajo realizado en 
                el devenir de nuestros estudios, meditaciones y actos de 
                servicio, ha suscitado un eco muy creador e íntimo de parte de 
                los insondables éteres del Espacio y que nuestro ALTER EGO 
                angélico [ El Angel Guardián. según expresión esotérica y 
                mística.] -atento a las circunstancias de nuestra acción- nos 
                ayuda con sus indicaciones en el ejercicio de la rectitud y del 
                buen sentido natural. 
                
                Tal como he dicho ya en varias ocasiones, y lo repito ahora por 
                cuanto lo considero muy importante desde el punto de vista del 
                lector, durante el curso de las investigaciones ocultas que 
                culminaron en este Tratado, he logrado establecer contacto con 
                algunos de superior evolución y de reconocida inteligencia. Sus 
                insinuaciones espirituales y el grato sabor de su contacto me 
                permitieron continuar el trabajo emprendido, singularmente 
                porque gracias a Ellos tuve siempre una protección segura cuando 
                debía introducirme en ciertas regiones psíquicas en donde los 
                devas que intentaba contactar eran realmente peligrosos, debido 
                a su intenso dinamismo vibratorio y al poder ígneo de sus campos 
                magnéticos o cuando trataba de penetrar en los niveles etéricos 
                ocupados por los elementales inferiores de la Naturaleza, 
                señores de la tierra, del agua, del aire o del fuego. La 
                experiencia espiritual fue siempre aleccionadora y sé ahora que 
                todas mis motivaciones espirituales obedecían al interés 
                jerárquico por esclarecer el tema, tan profundamente místico y 
                espiritual, relacionado con la misteriosa Vida de los devas. 
                Veamos ahora, algunas de las razones por las cuales el 
                conocimiento del mundo dévico se hace necesario e imprescindible 
                para la evolución mental y profundidad esotérica de los 
                aspirantes espirituales de mundo:
                
                a. Porque, tal como hemos venido diciendo en las páginas de este 
                Tratado, los hombres y los Devas son dos evoluciones o 
                corrientes de Vida que corren paralelas y que, al final de 
                cierto ciclo de evolución planetaria, deberán coincidir en un 
                punto infinito de su mutuo desarrollo espiritual para crear el 
                divino HERMAFRODITA o SER ANDROGINO, mitad hombre -mitad Deva 
                -si podemos decirlo así- que ha de culminar una gran etapa 
                mística e iniciática en la Vida de nuestro Logos planetario. 
                
                b. Porque el secreto de la existencia humana y el por qué de 
                todas las formas existentes, se halla escondido en el mundo de 
                los Devas y es allí donde hay que descubrirlo. 
                
                c. Porque la evolución humana no sería posible sin la 
                cooperación de los grandes DEVAS que rigen los ciclos de la vida 
                del hombre aquí en la Tierra, preparando su 
                destino creador y confeccionando la substancia material mediante 
                la cual son construidos sus tres vehículos expresivos, llamados 
                de necesidad kármica, es decir, el mental, el astral y el 
                físico. 
                
                d. Porque los Devas constructores de estos tres cuerpos en cada 
                uno de los Planos físico, astral y mental y sus correspondientes 
                subplanos, están cualificados para convertir los impulsos 
                humanos o necesidades kármicas, en ambientes definidos dentro 
                del orden social y planetario, teniendo en cuenta que las líneas 
                de mínima resistencia o instintos procedentes de un lejanísimo 
                pasado, constituyen el campo de batalla del hombre y los 
                incentivos dévicos de la propia perfección. Hay que tener en 
                cuenta al respecto que cada uno de los vehículos humanos es 
                esencialmente un Deva, asistido por una innumerable hueste de 
                devas menores, algunos de ellos minúsculos como los propios 
                átomos, cuyo poder centralizador ha de ser conquistado por el 
                hombre. A estos Devas se les denomina esotéricamente ELEMENTALES 
                CONSTRUCTORES. Tenemos, por tanto, los Elementales físico, 
                astral y mental, poseyendo cada uno, tal como habremos dicho ya 
                en otras partes de este estudio, un tipo de conciencia separada 
                que el ser humano ha de controlar, gobernar y dirigir. A este 
                trabajo continuado de gobierno y de control de tales Devas o 
                Elementales constructores, se le define oculta y místicamente 
                con el nombre de SENDERO. Se trata de un proceso de integración 
                que puede llevarse a cabo mediante la práctica de un oportuno y 
                conveniente Yoga, de un sistema inteligente de meditación o por 
                la práctica asidua y continuada de la buena voluntad y el deseo 
                de bien hacia los demás en el devenir de las relaciones 
                sociales. Tal trabajo de integración es un DHARMA de naturaleza 
                kármica y tiene por objeto redimir a las vidas menores que 
                construyen nuestros vehículos de necesidad y hacer evolucionar 
                al Deva constructor por el sistema universal de polarización 
                magnética hacia centros superiores en donde la Vida dévica es 
                más radiante e incluyente. 
                
                e. Porque sin un conocimiento perfecto del mundo dévico no 
                podríamos acceder a las alturas de la intuición ni a la gloria 
                de la inspiración espiritual. Uno de los secretos conquistados 
                del mundo de los Devas, utilizando la clave de la analogía, es 
                el de que la actividad del hombre por adueñarse del misterio 
                universal de su propia vida pasa por el Reino dévico, ya que son 
                precisamente ciertos excelsos Devas solares los que crean el 
                estímulo de la vida espiritual y construyen con la luz inmortal 
                de Sus vidas radiantes aquel místico Puente de Arco Iris, 
                denominado esotéricamente ANTAKARANA. Este Puente conecta al 
                hombre, el alma en encarnación cíclica, con su Alma espiritual, 
                Yo superior o Angel Solar. Toda la Vida de la Naturaleza, en 
                permanente expansión de posibilidades latentes, revela este 
                principio infinito de polarización de lo inferior con lo 
                superior, ya se refiera a un átomo, a un ser humano, a un 
                planeta, a un Universo o a una Galaxia. Los Devas, en su 
                multiplicidad de huestes y jerarquías crean eternamente el 
                ANTAKARANA de unión entre todos los principios separados en la 
                vida de la Naturaleza y producen fusión y reconciliación en el 
                insondable destino de todo lo creado. Gracias a los Devas existe 
                un infinito e ininterrumpible SUTRATMA, o Hilo de Vida y de 
                Conciencia, que une todos los Planos, Reinos, Razas y Especies 
                enlazándolos a un Destino común de perfección y reconciliación. 
                Tal es el sentido incomprensible de FRATERNIDAD que une el 
                corazón de todo lo creado con el indescriptible Corazón solar.
                
                
                f. Porque, tal como esotéricamente hemos aprendido, los hombres 
                encarnan los principios conscientes de la Divinidad, lo que 
                podríamos denominar AUTOCONCIENCIA o aspectos esenciales de Su 
                Vida. Los Devas, a su vez, representan la VIBRACION CONSTRUCTIVA 
                de Su Naturaleza expresiva, es decir, los atributos que 
                corresponden a aquellos aspectos esenciales. Así, los tres 
                aspectos mayores de la CONCIENCIA y los cuatro atributos menores 
                de la EXISTENCIA constituyendo el Gran Septenario Solar, están 
                eternamente unidos y vinculados. Esta infinita relación de 
                aspectos y atributos se extiende a la Naturaleza entera, a la 
                Vida de los Planos regidos por poderosísimos Arcángeles, a los 
                Reinos con sus excelsos Angeles regentes, a la Vida cíclica de 
                los Rayos y a las Razas humanas con sus correspondientes Manúes 
                y Devas familiares... Tenemos el ejemplo claro y concreto de 
                esta realidad en el CUATERNARIO humano que expresa los cuatro 
                atributos del alma en encarnación cíclica o universal, el cuerpo 
                físico, el vehículo etérico, la naturaleza psíquica o astral y 
                la mente organizadora y los aspectos espirituales del Angel 
                Solar, o Yo superior, que anda en el tercer subplano del Plano 
                mental el poder monádico de la Tríada espiritual constituida por 
                Atma, Budhi y Manas. 
                
                Extremando la analogía podríamos descubrir todavía otras muchas 
                e interesantes razones para justificar el interés de la 
                Jerarquía espiritual del planeta por presentar el conocimiento y 
                estudio de las Vidas dévicas o angélicas a la atención de los 
                aspirantes espirituales del mundo, cada vez más inteligentes y 
                responsables. Sin embargo, y siendo muy sincero al respecto, 
                creo que las razones expuestas serán suficientes y que abrirán 
                nuevas y más extensas perspectivas espirituales en la mente 
                inquisitiva del sincero investigador.