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              Los Angeles en la Vida Social Humana
                
                  
 
 CAPÍTULO III
 EL MISTERIO DEL ATOMO DE HIDROGENO
 Todo tipo de substancia, material o inmaterial -entendiendo 
                  por inmaterial en este caso el aspecto subjetivo de la 
                  Naturaleza- está constituido por átomos, cuya densidad 
                  dependerá siempre de las necesidades de evolución de la 
                  substancia que constituye cada uno de los siete planos del 
                  sistema solar. La base estructural de toda substancia, sea 
                  cual sea su grado de evolución, es el átomo de hidrógeno. Este 
                  átomo, unidad fundamental en química ya que, como es sabido, 
                  consta solamente de un protón y un electrón, tiene la 
                  particularidad -esotéricamente reconocida- de contener 
                  dieciocho infinitesimales unidades atómicas visibles 
                  únicamente a la investigación clarividente, llamados 
                  ocultamente ANUS o átomos ultérrimos, cuya esencia es monádica 
                  y es la primera manifestación química del principio de vida en 
                  el Universo.
 
 Contando siempre con la facultad clarividente, se percibe que 
                  la manifestación primera del átomo, o del conjunto de átomos 
                  de hidrógeno, tiene lugar en el cuarto subplano del físico, o 
                  primer subplano etérico, constituyendo el punto de paso de la 
                  substancia etérica superior al nivel físico más denso. En 
                  dicho cuarto subplano, los dieciocho átomos ultérrimos se 
                  diferencian constituyendo un protón y un electrón, es decir, 
                  que se convierten en un conjunto átmico formado por nueve ANUS 
                  positivos y otros tantos negativos. Podría decirse así, que 
                  las energías positiva y negativa que constituyen toda la 
                  substancia material suministrada por la Vida oculta planetaria 
                  a través de su vehículo etérico, son una combinación de 
                  energía solar y de energía planetaria, procedente la primera 
                  de FOHAT, o Fuego creador del Universo, y siendo la segunda 
                  una emanación directa del Fuego de KUNDALINI, encerrado en las 
                  entrañas misteriosas de la Tierra. El ANU, tanto si se le 
                  considera un átomo ultérrimo de tipo cósmico, como de carácter 
                  físico, representa siempre una fusión dentro de la substancia 
                  material, de estos dos Fuegos de base.
 
 Ahora bien, examinado el átomo de hidrógeno por el sistema 
                  oculto de la clarividencia y dirigiendo la atención hacia el 
                  comportamiento de los átomos ultérrimos, se ve a éstos 
                  ejerciendo su presión sobre el protón o sobre el electrón de 
                  acuerdo con las leyes de la polaridad universal, aumentando 
                  proporcionalmente esta presión a medida que el proceso de 
                  substanciación material va teniendo efecto, es decir, que la 
                  gran Escalera de Jacob constituida por la totalidad de los 
                  elementos químicos de la Naturaleza, arranca del átomo de 
                  hidrógeno situado en los peldaños más elevados de la misma y 
                  va descendiendo de allí sumando átomos de hidrógeno con sus 
                  correspondientes ANUS, hasta alcanzar el más complejo y pesado 
                  de los elementos químicos conocidos hasta el momento presente, 
                  el Laurencio [Investigaciones científicas posteriores han 
                  confirmado la existencia de elementos químicos más pesados o 
                  con más carga de unidades de hidrógeno], el cual consta de 
                  ciento tres unidades de hidrógeno. Si el índice de dieciocho 
                  ANUS que contiene el átomo de hidrógeno fuese estrictamente 
                  proporcional, tendríamos que el átomo de laurencio seria 
                  poseedor de 103 x 18 = 1.854 ANUS y que bastaría con 
                  multiplicar por 18 el número de protones de cada elemento 
                  químico para obtener su carga completa de ANUS. Parece ser, 
                  sin embargo, que el índice de átomos ultérrimos varia con la 
                  calidad de los elementos químicos, constituyendo una rara 
                  singularidad científica.
 
                  
                  [Hay que considerar al respecto que de la misma familia de los 
                  átomos de hidrógeno simples, aunque más complejos y con más 
                  carga de ANUS, se hallan los átomos de deuterio y de tritio, 
                  denominados en el libro QUIMICA OCULTA, de Mme. Annie Besant y 
                  Mr. C.W. Leadbeater, adyarlum y occtsltum respectivamente, 
                  conteniendo el primero 1 protón, 1 electrón y 1 neutrón, con 
                  una carga de 36 ANUS, y el segundo, 1 protón, 1 electrón y 2 
                  neutrones, con una carga de 54 ANUS. Así, el átomo de helio 
                  que sigue inmediatamente al átomo de hidrógeno, con 2 
                  protones, 2 electrones y 2 neutrones, aparece en dicho libro 
                  con un contenido de 72 ANUS y no con sólo 36 que aparentemente 
                  le corresponderían si se atuviese estrictamente al número de 
                  protones y electrones en relación con el átomo más simple de 
                  hidrógeno. Vemos, por ello, que la regla no es exacta en el 
                  sentido de una rigurosa analogía concreta (aunque quizás se 
                  manifieste esta analogía en los niveles subjetivos o 
                  abstractos). La señora Annie Besant y el señor Leadbeater, que 
                  fueron unos excelentes investigadores del mundo oculto, así 
                  parecen atestiguarlo en QUIMICA OCULTA, en el sentido de 
                  considerar que el número de protones y de electrones para cada 
                  elemento químico de la Naturaleza no ha de multiplicarse 
                  necesariamente por los 18 ANUS que a cada uno de ellos debería 
                  corresponderle. Existe, al parecer, una regla muy esotérica 
                  -iniciática podríamos decir- que regula el número de ANUS que 
                  constituyen el núcleo central de cualquier elemento químico, 
                  los protones o los oscilentes electrones. En todo caso, el ANU 
                  continua siendo la fuerza viva, coherente y determinante que 
                  se halla en la base substancial o química del Universo.] 
                  El misterio del átomo de hidrógeno es, por tanto, el que pueda 
                  encerrar cualquier otro elemento químico conocido, salvo en el 
                  sentido que constituye, tal como decíamos anteriormente, el 
                  punto de paso de las energías físicas superiores hacia las 
                  fuerzas más densas de la materia. Podemos asegurar, sin 
                  embargo, de acuerdo con la lógica que se desprende de tales 
                  conclusiones, que existen átomos mucho más sutiles y ligeros 
                  que los del hidrógeno, surgidos de un proceso natural de 
                  sutilización de los mismos mediante el cual el átomo de 
                  hidrógeno, por un proceso de transmutación que se realiza 
                  dentro de la propia materia por imposición del Espíritu de 
                  Dios, va perdiendo cargas sucesivas de ANUS y da lugar a los 
                  elementos atómicos que constituyen las moléculas de substancia 
                  de los subplanos tercero, segundo y primero del plano físico 
                  solar. En lo que hace referencia al plano físico cósmico, 
                  nuestro sistema solar, esta pérdida o reducción del número de 
                  ANUS da lugar a los planos astral, mental, búdico, átmico, 
                  etc. De acuerdo con la ley esotérica que va de lo universal a 
                  lo particular; podríamos afirmar que el proceso de 
                  substanciación -al cual me he referido muy frecuentemente 
                  durante el curso de este tratado esotérico sobre los Angeles- 
                  se inicia a partir del plano ADICO, el de la propia Divinidad, 
                  en donde los átomos cósmicos constituyentes son de la máxima 
                  sutilidad y pureza, es decir, sin carga alguna de ANUS o 
                  átomos ultérrimos cósmicos. Al descender al plano MONADICO, 
                  los átomos ádicos son substanciados -si podemos decirlo así- 
                  con tres ANUS, siendo ésta al parecer la primera manifestación 
                  cíclica de la vida del Logos al crear Su Universo, 
                  representando cada uno de estos ANUS alguno de los aspectos 
                  creadores de la Divinidad, que es triple en Su naturaleza. Tal 
                  podría ser el origen para nuestra mente tridimensional, del 
                  Triángulo de la Creación mencionado en los anales ocultos. El 
                  plano ATMICO, el de la Voluntad espiritual de la Mónada, está 
                  constituido -de acuerdo con esta analogía- por átomos 
                  conteniendo cada uno una carga de 6 ANUS cósmicos. La 
                  substancia integradora del plano BUDICO, el de la unidad 
                  espiritual, está constituida por agregados atómicos que 
                  contienen 9 ANUS. Este número de ANUS constituye un misterio 
                  iniciático. Quien logre penetrar en tal misterio sabrá de las 
                  razones ocultas por las cuales el 9 es el número del hombre y 
                  también por qué el 9 es el número de la Iniciación, comenzando 
                  entonces la búsqueda del misterio a partir del aspecto 
                  esencial del ANU cósmico, el de la divina Síntesis.
                   
                  
                  [Basta considerar en relación con esta idea, que el cuarto 
                  plano del sistema solar, el búdico, está íntimamente vinculado 
                  con el cuarto éter del plano físico del que surgirá 
                  eventualmente, por un proceso de substanciación, el átomo dé 
                  hidrógeno., Está vinculado asimismo con el cuarto reino de la 
                  Naturaleza, el reino humano. No será difícil establecer por 
                  analogía el por qué los 9 ANUS del plano búdico constituyen 
                  realmente la base del axioma esotérico... “el 9 es el número 
                  del hombre”.] 
                  El plano MENTAL está constituido por elementos atómicos 
                  conteniendo cada uno 12 ANUS, estando directamente relacionado 
                  este húmero con la gran Rueda del Zodíaco y con los 12 
                  Trabajos de Hércules, el discípulo Iniciado. Los elementos 
                  atómicos y moleculares del plano ASTRAL contienen 15 ANUS, 
                  siendo precisamente este número el que corresponde a la 
                  sensibilidad psíquica latente en todas las cosas existentes, a 
                  los deseos y sentimientos humanos y al sexto Rayo, el de la 
                  devoción a la obra de la Divinidad, numéricamente relacionado 
                  con la simplificación dígita del número de ANUS: 15 ó 1 + 5 = 
                  6. 
 Al incidir el átomo astral así constituido en el plano FISICO, 
                  le son añadidos otros 3 ANUS, completando así los 18 que 
                  corresponden al átomo de hidrógeno, es decir, un ANU para cada 
                  subplano o nivel hasta llegar al cuarto subplano etérico e 
                  iniciarse aquí la química universal de convertir en gaseosa la 
                  substancia etérica proveniente de los planos más elevados del 
                  sistema solar.
 
 La Escalera de Jacob de los elementos químicos pasa pues por 
                  el átomo de hidrógeno, ya sea para construir los átomos 
                  pesados que culminarán en el laurencio o para sutilizarse al 
                  extremo de constituir los átomos ultérrimos cósmicos del plano 
                  ADICO, el de la Vida inmaculada de la propia Divinidad.
 
                  
 La Actividad de los Angeles en el Proceso de Substanciación 
                  de los Atomos Ultérrimos
 
 La línea maestra de este tratado esotérico sobre los Angeles 
                  pasa, como Uds. habrán podido advertir, por un término que yo 
                  he considerado clave para la comprensión del Propósito divino 
                  en la vida de la Naturaleza. Se trata de la palabra 
                  substanciación, la cual, después de una meditación profunda 
                  sobre lo dicho en el apartado anterior, adquirirá un tremendo 
                  valor de síntesis, pues toda la actividad dévica analizada en 
                  el proceso místico de substanciación, a partir de la más 
                  indescriptible y absoluta diafanidad y transparencia atómica, 
                  o sea, a partir del átomo ádico sin agregado alguno de ANUS 
                  cósmicos, hasta la creación de los elementos más pesados en el 
                  orden material de la creación, que constituyen el Reino 
                  Mineral, la Osamenta del planeta, tal como ocultamente se le 
                  denomina, es una suma o acumulación constante de ANUS 
                  ultérrimos físicos al contenido molecular de cualquier tipo de 
                  substancia. El éter del espacio es esencialmente una carga 
                  eléctrica que se va repartiendo equitativamente por todos los 
                  planos del Universo, constituyendo la estructura geométrica y 
                  química del mismo. La unidad eléctrica de base en el Universo 
                  será, sin duda, la que resulte del equilibrio dentro del átomo 
                  esencial o divino, es decir, dentro del ANU cósmico, el cual, 
                  como unidad atómica de base, consta de tres elementos, uno 
                  dinámico o positivo, otro aparentemente estático o negativo y 
                  en el centro de ambos surge el tercer elemento, de carácter 
                  inmensamente ígneo y de deslumbrantes resplandores, operando 
                  en el centro de aquellos en virtud de las leyes universales 
                  del equilibrio. De ahí que se le asigne al ANU, ya sea en su 
                  naturaleza cósmica o en su aspecto meramente físico, no 
                  solamente cuantitativo como creador de toda la substancia 
                  química del Universo, sino también un valor cualitativo como 
                  causa oculta de la electricidad, universal y planetaria, 
                  pudiendo ser comprendido así el origen común de la materia y 
                  de la energía, siendo aparentemente el permanente equilibrio 
                  que existe entre ambas aquella Fuente de Poder que llamamos 
                  Jerarquía Angélica del Universo, una Fuerza que determina al 
                  parecer la expresión natural de todas las formas creadas. Así, 
                  extremando al máximo nuestro sentido critico de valores y 
                  utilizando al propio tiempo el principio hermético de 
                  analogía, nos será posible considerar quizás que el equilibrio 
                  dentro de un átomo ultérrimo, o ANU físico, o dentro de 
                  cualquier otro centro de equilibrio universal, o ANU cósmico, 
                  en la vida de la Naturaleza, es la representación de un 
                  diminuto e imperceptible deva o de un glorioso Arcángel, cuyas 
                  naturales misiones serán, sin duda, el producir luz, 
                  radiación, magnetismo o aquella energía base de expansión de 
                  la Vida divina en el Universo que llamamos técnicamente 
                  electricidad, viniendo determinada la calidad de la jerarquía 
                  angélica por la diafanidad, intensidad y transparencia de las 
                  energías que irradien del centro equilibrio del que dimanen o 
                  al que de una u otra manera vitalicen. El trabajo de 
                  substanciación del ANU cósmico primordial hasta convertirlo en 
                  un átomo de hidrógeno físico y la tarea acumulativa de los 
                  átomos de hidrógeno hasta constituir la materia más pesada, es 
                  una misión encomendada a los devas y podríamos decir, 
                  esotéricamente, que en el centro de cada uno, de los elementos 
                  químicos conocidos, se halla una minúscula e inadvertida 
                  entidad dévica, cuya luminosa vida mantiene en equilibrio el 
                  contenido molecular o atómico de cualquier forma creada y es 
                  responsable de la calidad de sus radiaciones.
 
 Vista esta idea desde el ángulo cósmico, nuestro Universo y 
                  aún el Propio planeta aparecerán como centros de equilibrio 
                  creados por la intervención de ciertas Entidades angélicas, 
                  las cuales, pese a Su indescriptible evolución cumplen una 
                  función similar a la de las Pequeñísimas e insospechables 
                  vidas dévicas que mantienen en equilibrio estable la 
                  infinitesimal estructura de un átomo físico Ultérrimo... Por 
                  estas y por otras todavía más ocultas razones, el proceso 
                  substanciador del éter, tal como veíamos en las primeras 
                  enunciaciones de este tratado, tiene un carácter eminentemente 
                  angélico, pudiendo afirmarse que las entidades dévicas -en 
                  todas sus huestes y jerarquías- irán perdiendo progresivamente 
                  su significado meramente místico para introducirse en las 
                  áreas de la investigación científica, singularmente en 
                  aquellas mayormente relacionadas con las maravillosas 
                  combinaciones geométricas observadas en el interior de todos y 
                  cada uno de los elementos químicos que constituyen los 
                  compuestos moleculares, por cuanto se comprobará que cada 
                  forma geométrica -sea cual sea su disposición- está 
                  directamente relacionada con la vida de un grupo específico de 
                  devas, cuyas vibraciones, reflejadas desde ignoradas regiones 
                  subjetivas, crean aquel particular tipo de figuras 
                  geométricas, esferoidales, cónicas, piramidales, cilíndricas, 
                  etc., las cuales, armoniosamente entrelazadas, constituyen la 
                  característica definida de cualquier grupo de elementos 
                  químicos, tal como puede ser percibido con ayuda de los 
                  modernos microscopios electrónicos. Así, al Conocido aforismo 
                  platónico Dios geometriza..., podría serle añadida otra 
                  afirmación esotérica igualmente verídica y categórica ... 
                  mediante la energía creativa de los Angeles. El axioma tendría 
                  entonces, además de su carácter eminentemente filosófico, una 
                  expresión afirmativa de naturaleza científica.
 
 Estas conclusiones de carácter universal, a las que nos hemos 
                  ido aproximando siguiendo un proceso sistemático de analogía, 
                  podrían depararnos una visión mucho más completa del mundo 
                  físico que nos rodea, llegando a la consideración de que todo 
                  cuanto existe en la Naturaleza, sea cual sea su forma, 
                  cualidad, reino o especie, no es más que un agregado de átomos 
                  de hidrógeno en diversas y complejas fases de substanciación, 
                  entendiendo que las formas materiales se caracterizan por 
                  orden de densidad..., viniendo condicionadas por el número de 
                  átomos de hidrógeno que componen el núcleo atómico de 
                  cualquier elemento químico. Vemos así que entre el átomo más 
                  ligero, o de hidrógeno, con un sólo protón y un solo electrón, 
                  y el más pesado, el laurencio, con una carga de 103 átomos de 
                  hidrógeno, se extiende toda la gama de elementos químicos 
                  conocidos hasta ahora, constituyendo mediante sus diferentes 
                  pesos atómicos y estructuras geométricas definidas el universo 
                  material, el indescriptible e inmenso depósito substancial del 
                  cual cada vida y cada unidad de conciencia extraen el 
                  contenido molecular que ha de constituir su forma física. Hay 
                  que admitir, por tanto, que toda expresión de vida vendrá 
                  absolutamente condicionada por la calidad de los elementos 
                  químicos y compuestos moleculares que entran en la composición 
                  de la forma, organismo o vehículo que ha de utilizarse durante 
                  el proceso evolutivo o kármico, teniendo en cuenta que los 
                  vehículos o mecanismos de expresión del ser humano -el cual 
                  lógicamente ha de constituir el centro de nuestra atención- 
                  son cuatro:
 
  
 
              
                
                  Cada uno de estos mecanismos de manifestación 
                  cíclica está compuesto por conjuntos moleculares de elementos 
                  químicos, que van aumentando de densidad a medida que el 
                  impulso espiritual a través del alma o conciencia va 
                  descendiendo desde los subplanos superiores del plano físico a 
                  los inferiores, aglutinando materia cada más densa según sea 
                  la calidad de los vehículos expresivos, los cuales se 
                  caracterizan, tal como veíamos anteriormente al analizar el 
                  aspecto universal del proceso, por la cantidad de ANUS que son 
                  absorbidos en cada plano a medida que la fuerza del alma va 
                  incorporándose en la materia. Una pequeña tabla de analogía el 
                  sentido de cuanto hemos venido estudiando en este apartado:  
                   
              
                
                  Lo único que variará, por tanto -y en forma 
                  incomprensible para nuestra mente- será la sutilidad infinita 
                  de los ANUS correspondientes al plano físico cósmico, nuestro 
                  sistema solar como un todo, en relación con los del plano 
                  físico solar, considerado como nuestro universo material. 
                  Establecer una correcta analogía sobre este punto parece 
                  constituir un misterio iniciático...     
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