CAPÍTULO I
                  
                  GEOMETRÍA ESOTÉRICA
                  
                  La Geometría es el andamiaje de la imaginación. El Arte y la 
                  Ciencia se complementan geométricamente. Podríamos decir así 
                  que ninguna expresión artística carece de ciencia ni ninguna 
                  ciencia carece de arte, de ahí que todo conocimiento proviene 
                  del íntimo sentimiento creador, no teniendo otra meta la 
                  creación, que inicialmente es percepción, que darle adecuada 
                  forma a la imaginación que surge como efecto de los impulsos 
                  internos. Existe también, por poco que lo analicemos, un 
                  sentimiento de belleza matemática que tiende a la armonía de 
                  las formas y de los números, una elegancia geométrica 
                  -podríamos decir dévica- que puede ser descubierta por 
                  doquier, llegando finalmente a la conclusión de que una 
                  ecuación matemática para ser perfecta ha de tener forzosamente 
                  belleza. La Ciencia de los Números es la Ciencia de la Forma y 
                  no podemos hablar de Geometría Esotérica sin referirnos a la 
                  armonía existente entre ambas Ciencias. Con respecto a esa 
                  Geometría oculta habrá que tenerse en cuenta también que todos 
                  los cuerpos en el espacio se comportan de acuerdo con la 
                  posición que ocupan en el mismo con respecto a otros. Sus 
                  coincidencias y sus conjunciones, es decir, las figuras 
                  geométricas que constituyen en su mutua interdependencia 
                  tienen un significado básico, podríamos incluso denominarlo 
                  kármico, al ser observadas desde determinados ángulos de 
                  visión o perspectiva. La contemplación del Universo desde 
                  nuestro particular campo de percepciones tiene una importancia 
                  considerable desde el punto de vista esotérico y la mecánica 
                  misma de los astros, es decir, sus movimientos apreciables de 
                  rotación y traslación, motivarán en el espacio aquellas 
                  condiciones íntimas que producen nuestros particulares estados 
                  de conciencia.
                  
                  Creemos que por vez primera, quizás, en los estudios 
                  esotéricos, se intenta enlazar la idea del karma solar, 
                  planetario y humano con la posición geométrica de los astros 
                  en el firmamento. En nuestro caso particular, consideramos al 
                  planeta Tierra como centro de nuestras percepciones y al 
                  Universo entero como un inmenso campo de perspectiva. Yendo al 
                  fondo mismo de esta cuestión podríamos decir que la posición 
                  que ocupe un cuerpo en el espacio en relación con otros 
                  repercute en su propia estructura molecular. Posiciones 
                  similares en el orden estrictamente geométrico engendrarán así 
                  parecidas estructuras atómicas y la forma de un elemento 
                  químico cualquiera variará sensiblemente según sea la posición 
                  que ocupe dentro de su conjunto molecular y sus líneas 
                  geométricas de relación con otros grupos de elementos 
                  químicos. Hay pues una vinculación en el orden geométrico de 
                  acuerdo con determinadas posiciones adoptadas en el espacio 
                  por los cuerpos celestes o por los simples elementos químicos, 
                  siguiendo la absoluta ley de afinidades, cósmicas, 
                  universales, planetarias, humanas y moleculares. Es posible 
                  organizar así la vida manifestada, con todo cuanto ello 
                  presupone, de acuerdo con conceptos estructurales y 
                  disposiciones posicionales y geométricas. De ahí nace 
                  precisamente la idea de “las redes espaciales”, una verdadera 
                  creación angélica, las cuales al parecer y en orden a la 
                  filosofía de la forma o de la geometría esotérica, cubren el 
                  entero Universo y según sus combinaciones estructurales, 
                  vistas siempre desde el ángulo de la propia perspectiva, 
                  determinan ciertos definidos aspectos psicológicos en relación 
                  con los centros de visión o de observación.
                  
                  Habrá que ir pensando también, de acuerdo con tales 
                  conclusiones, que el establecimiento de jerarquías 
                  espirituales en el orden psicológico vendrá determinado 
                  también por la posición geométrica de unas almas con respecto 
                  a otras, o por el lugar que ocupen dentro de alguna definida 
                  FORMA geométrica adoptada en tiempo y espacio por Aquellas 
                  supremas Entidades psicológicas que denominamos esotéricamente 
                  Logos cósmicos, Logos solares y Logos planetarios, los Cuales, 
                  sin embargo, vienen particularmente condicionados también por 
                  el lugar que ocupen en el Espacio absoluto en relación con 
                  Sistemas estelares de todavía más elevada trascendencia.
                  
                  Podríamos hablar asimismo, tal como era la concepción de los 
                  grandes Iniciados Druidas, de una geometría de los órganos 
                  dentro del cuerpo físico de los seres humanos y de la misión 
                  kármica de cada grupo de células o moléculas en relación con 
                  el lugar geométrico que ocupen dentro de la totalidad del 
                  organismo.
                  
                  Siguiendo rigurosamente el supremo dictado del principio 
                  hermético de analogía no nos será difícil hablar de relaciones 
                  kármicas entre órganos y planetas, entre sistemas moleculares 
                  y grupos de Universos y admitir aún, dentro de este cuadro de 
                  relaciones, que cualquier elemento químico, por pequeño que 
                  sea, está en magnética relación con algún cuerpo celeste, 
                  siendo un punto geométrico a través del cual una función 
                  psicológica, de la naturaleza que sea, tendrá oportunidad de 
                  expresarse.
                  
                  Así, pues, la clave de la expresión universal se halla en la 
                  geometría del espacio, es decir, en la forma geométrica de un 
                  cuerpo y en el lugar geométrico que circunstancialmente pueda 
                  ocupar en el espacio con respecto a la compleja estructura 
                  geométrica dentro de la cual su cuerpo con su particularizada 
                  forma se halla incluido. Y podríamos deducir, además, dentro 
                  de un inacabable cuadro de analogías, que el destino de 
                  cualquier ser, sea cual sea la naturaleza de su especie o su 
                  jerarquía espiritual, viene inexorablemente condicionado por 
                  la forma de su cuerpo físico y por la posición geométrica que 
                  adopte dentro de la estructura social de la cual forma parte. 
                  Esto puede significar también -si nuestras suposiciones son 
                  ciertas- que el Karma como Ley de la Naturaleza es un 
                  resultado de la FORMA que adopten y de la POSICION que ocupen, 
                  geométricamente hablando, la pluralidad infinita de vidas y de 
                  conciencias sujetas al devenir incesante de la evolución. La 
                  misma ley y el mismo orden rigen el comportamiento psicológico 
                  del ser humano, habida cuenta de que éste, sea cual sea su 
                  posición social y evolución interna, ocupa un lugar geométrico 
                  definido en el seno de la sociedad humana o contexto social 
                  del cual forma parte, siendo precisamente este LUGAR el que le 
                  condiciona kármicamente y le obliga a adoptar frente a la vida 
                  y a las circunstancias, un comportamiento psicológico definido 
                  con una serie de reacciones muy singulares y particularizadas 
                  frente al ambiente familiar, social y comunal dentro del cual 
                  vive inmerso. Así, de la misma manera que existe una geometría 
                  del espacio hay que admitir muy lógicamente también que hay 
                  una geometría esotérica que rige el comportamiento humano en 
                  todas sus fases de desarrollo durante el proceso de la 
                  evolución psicológica.
                   
                  
                  
                  La Ciencia de los Centros
                  
                  La geometría esotérica tiene que ver mucho, por tanto, con lo 
                  que nuestros estudios ocultos llamamos ciencia de los centros, 
                  la cual cuida del desarrollo y cumplimiento de los chacras 
                  alojados en el doble etérico del ser humano, los cuales son 
                  puertas de entrada en el cuerpo físico de todas las posibles 
                  energías universales. Habrá así, lógicamente, una geometría 
                  particular de los centros de fuerza o chacras, adoptando cada 
                  uno visto clarividentemente, una forma geométrica específica 
                  de acuerdo con el número de pétalos desarrollados, la cual 
                  estará relacionada con ciertos centros cósmicos de los cuales 
                  copiará o absorberá aquella definida forma geométrica. No será 
                  en vano pues que el centro MULADHARA de la base de la columna 
                  vertebral adopte la forma geométrica de la Cruz con cuatro 
                  pétalos desarrollados, que el chacra ANAHATA del corazón tenga 
                  la forma geométrica o mística de un loto con doce pétalos o 
                  que el centro SAHASRARA, el de la cúspide de la cabeza, 
                  aparezca como una montaña de fuego dentro de la cual puede 
                  apreciarse un loto indescriptible conteniendo mil pétalos... 
                  Las energías cósmicas procedentes de centros estelares más 
                  allá de la medida de nuestro entendimiento se proyectan sobre 
                  todos los centros vivos de la Naturaleza, condicionando sus 
                  expresiones y dotándolos de una forma geométrica determinada, 
                  sea la que se refiere a un Plano del Universo, a un Reino de 
                  la Naturaleza, a una Raza humana o a una definida especie 
                  dentro del insondable marco de la Creación.
                  
                  Hay que tener en cuenta, por tanto, que toda unidad 
                  psicológica condicionante de no importa qué tipo de forma 
                  geométrica, viene condicionada a su vez por la posición que 
                  ocupe dentro de cualquier estructura molecular o social, la 
                  cual es un resultado de la unión y relación de un incalculable 
                  número de unidades geométricas -en realidad minúsculas vidas 
                  dévicas- cada una de las cuales con su particular 
                  idiosincrasia, temperamento y carácter psicológico -si podemos 
                  decirlo asícuyas reacciones totales dan fe de una estructura 
                  determinada, sea atómica, molecular, psicológica o espiritual. 
                  Variará lógicamente la calidad de los elementos básicos o 
                  unidades geométricas de vida definidas esotéricamente como 
                  elementales constructores en uno u otro nivel. Son, en 
                  realidad, la vida de Dios en movimiento incesante de 
                  traslación, en tanto que la forma geométrica de una 
                  determinada estructura tiende, por inercia o por su lento 
                  movimiento de asimilación de las energías, a la ley de 
                  gravitación, cuya cualidad apreciable desde el ángulo oculto 
                  es el movimiento de rotación de los astros. Los dos 
                  movimientos antes descritos adoptan también en el espacio una 
                  forma geométrica idéntica: la ESPIRAL, lo único que variará en 
                  el orden universal es que el movimiento de rotación engendra 
                  una espiral que va de la superficie o del espacio hacia 
                  adentro, el centro, en tanto que el movimiento de traslación, 
                  por el contrario, se proyecta desde el centro hacia el espacio 
                  exterior. La creación de un Universo físico, de un planeta, de 
                  un ser humano o de un chacra etérico se inicia siempre con la 
                  nebulosa cuya forma ESPIRAL gravita hacia un centro espiritual 
                  de síntesis, siguiendo un proceso centrípeta de gravitación y 
                  origina con este movimiento circular que va de la superficie 
                  al centro la fase de substanciación del éter, llevada a cabo 
                  por los Devas, a la cual ya nos hemos referido varias veces 
                  durante el curso de este Tratado y que progresivamente y 
                  después que la fuerza gravitatoria del centro, el SOL, se ha 
                  escindido en otros varios centros gravitatorios menores, los 
                  PLANETAS, con idéntico movimiento en espiral hacia dentro, se 
                  convierte en un Sistema solar. Cada uno de los planetas son 
                  unos centros, chacras o expresiones geométricas de las 
                  cualidades que el Logos solar trata de revelar a través de las 
                  mismas.
                  
                  Hay por tanto en todo Universo -si es que son ciertas para el 
                  Cosmos absoluto las leyes de analogía que rigen para nuestro 
                  Sistema solar- dos movimientos principales: el de rotación de 
                  cada astro alrededor de sí mismo creando un centro 
                  gravitatorio particular y con ello un tipo definido de 
                  expresión psicológica y singularidad geométrica y otro de 
                  traslación alrededor de un centro de atracción mayor, 
                  llámesele Sol, Constelación o Galaxia que le crea un sentido 
                  más o menos acentuado de dependencia cósmica. En el aspecto 
                  psicológico la fuerza centrípeta o de rotación sobre sí crea 
                  el sentimiento de separatividad o de egoísmo, por el 
                  contrario, la fuerza centrífuga o de expansión hacia un centro 
                  mayor fuera de la propia gravitación despierta, promueve y 
                  desarrolla el sentimiento de unidad y de altruismo y aproxima 
                  íntimamente al astro a su centro de atracción mayor en donde 
                  misteriosamente intuye, presiente o adivina el Espíritu de 
                  Síntesis que está en la base potencial del Cosmos absoluto. 
                  Parecerá extraño, quizás, que hablemos de cualidades 
                  psicológicas al referirnos a los astros que pueblan el 
                  infinito firmamento. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que 
                  en la fase primaria u original de cada cosa se halla una 
                  motivación oculta, un tremendo impulso dinámico e inteligente 
                  que impele a la manifestación. Ahora bien, considérese que tal 
                  impulso dinámico e inteligente no procede de la materia 
                  substanciada mediante la cual todas las cosas fueron hechas, 
                  sino de un Espíritu creador que reúne en Sí todas las 
                  cualidades psicológicas de voluntad, sabiduría e inteligencia 
                  a un grado superlativo de exaltación, al cual no pueden 
                  acceder nuestros más elevados sentidos espirituales, pero cuya 
                  irresistible tendencia es la MANIFESTACIÓN CÍCLICA. La Forma 
                  geométrica se hace eco de tal espíritu de expresión 
                  psicológica y surgen así del Espacio absoluto todos los 
                  cuerpos universales, desde el más pequeño y humilde asteroide 
                  a la más absoluta y trascendente Galaxia. Bien, esta idea 
                  podrá parecer quizás demasiado abstracta. Aplíquese, no 
                  obstante, el principio de analogía; analícense los dos 
                  movimientos universales conocidos como rotación y traslación; 
                  inténtese penetrar en sus remotas causas originales y se 
                  tendrá una idea concreta e intelectual de las trascendentes 
                  realidades cósmicas, una ventana abierta a las insondables 
                  profundidades del infinito Espacio, la cual puede mostrarle al 
                  audaz investigador esotérico las causas supremas de la vida 
                  manifestada, así como los orígenes psicológicos del ser 
                  humano.
                   
                  
                  
                  El Reino Angélico, El Centro de Equilibrio entre Vida y Forma
                  
                  Cuando analizamos la relación existente entre la Vida 
                  espiritual y la Forma material, entre la Voluntad de Ser y el 
                  Propósito de Realizar, observamos los fenómenos producidos en 
                  el espacio por las dos fuerzas básicas que rigen el orden 
                  cíclico del Cosmos; hacia adentro, hacia el alma espiritual o 
                  ser inmanente se halla el secreto psicológico de rotación o de 
                  gravitación; hacia afuera, en dirección al Ser trascendente 
                  que llamamos Dios, se halla el misterio psicológico de 
                  traslación o de expansión cíclica. Esotéricamente -y siempre 
                  debo hacer esta obligada aclaraciónse percibe un espacio 
                  geométrico que es externo y otro espacio psicológico que es 
                  interno. Las condiciones que rigen el Espacio -considerado 
                  como una Entidad- son idénticas en los dos casos, pero cuando 
                  hablamos de un espacio geométrico introducimos en nuestro 
                  estudio el factor tiempo, el cual condiciona desde el centro 
                  gravitatorio de todo cuerpo de substancia las cualidades 
                  psicológicas que sólo con el tiempo pueden manifestarse y 
                  llegar a su plena madurez y perfección. Llegará sin embargo un 
                  momento en la vida de todo ser viviente en que el tiempo y el 
                  espacio se equilibrarán adecuadamente y constituirán un 
                  fenómeno único de conciencia, de unidad o de síntesis. Es en 
                  aquel momento solemne en la vida de la Naturaleza, de un 
                  Reino, de una Raza, de una Especie o de un ser humano que se 
                  cumplirá un destino establecido de perfección y se realizará 
                  plenamente un ARQUETIPO, depositario de una Idea de Dios y 
                  contenedor de ciertas elevadas cualidades de Sí mismo. ¿Cómo 
                  ha sido posible tal prodigio? ¿Cómo se ha realizado tal 
                  milagro? Todo en la Naturaleza es un prodigio, todo es un 
                  milagro. Pero ha sido realmente la ley del esfuerzo fustigado 
                  por el sentido infinito de una gran Necesidad Cósmica de 
                  expansión vital el que ha hecho posible que se creara una 
                  síntesis, que se conquistara una Verdad y se diera testimonio 
                  objetivo de una Ley. El principio de analogía hace el resto 
                  mostrándole al investigador esotérico en forma concreta, clara 
                  y objetiva la incalculable serie de procesos concatenados 
                  procedentes de las dos infinitas vertientes de la Vida, 
                  subjetiva y espiritual una y objetiva y material la otra, pero 
                  que igual que dos afluentes del mismo río convergen en la 
                  majestad infinita del insondable Océano de la existencia 
                  universal. El espacio geométrico y el espacio psicológico se 
                  han unido y reconciliado después de inmensos periodos de lucha 
                  y de conflicto y ya jamás podrán marchar por separado, al 
                  menos desde la consideración o punto de vista racional del 
                  hombre. Esta idea podría apuntar seguramente hacia metas más 
                  elevadas todavía, como por ejemplo, la indagación de las 
                  causas supremas de esta acción unificadora de síntesis dentro 
                  de la cual lo inmanente y lo trascendente, la gravitación 
                  hacia adentro y la expansión hacia afuera, la fuerza 
                  centrípeta y la fuerza centrífuga, el ideal y el ARQUETIPO, 
                  tiempo y espacio, etc. han llegado a un augusto Centro de 
                  Cumplimiento universal.
                  
                  Ahora bien, los factores cósmicos o los intermediarios divinos 
                  que han prestado su colaboración en la magna obra de realizar 
                  un ARQUETIPO, es decir, los Ángeles o Devas, realizaron su 
                  misión equilibrante entre la Vida y la Forma liberando del 
                  seno profundo de los espacios intermoleculares o de las 
                  profundidades misteriosas de los éteres universales, las 
                  energías cósmicas que producen perfección y armonía. Por 
                  ejemplo, en el centro místico de los movimientos de rotación y 
                  de traslación de cualquier cuerpo celeste hay un ESPACIO 
                  eternamente virgen, libre absolutamente de karma, dentro del 
                  cual no opera fuerza gravitatoria alguna, pero que es la causa 
                  promotora del equilibrio universal. Y si extremando la idea 
                  imaginamos, tal como lo hemos hecho ya en otras varias 
                  ocasiones, que tales espacios interespaciales o 
                  intermoleculares no están vacíos, sino que están habitados y 
                  dinamizados por una especie particular de vida, muy diferente 
                  de la nuestra quizás, pero dotada de una increíble y 
                  extraordinaria capacidad de síntesis, el Reino Dévico o 
                  Angélico, tendremos en nuestras manos el elemento supremamente 
                  vital que nos faltaba para poder explicar razonablemente el 
                  misterio creador del Equilibrio universal, abarcando la 
                  totalidad de la Creación divina.
                   
                  
                  
                  El Arquetipo.
                  
                  Cuando lo inmanente y lo trascendente de cualquier ser 
                  viviente se han unido o reconciliado en cualquier momento del 
                  tiempo y en cualquier lugar del espacio, se produce un milagro 
                  de rara y espectacular belleza. Platón lo llamaba ARQUETIPO, 
                  la síntesis geométrica de belleza alcanzada por un cuerpo en 
                  la vida de la Naturaleza, mineral, vegetal, animal o humano. 
                  Pero, existe también en el nivel que sea una energía 
                  espiritual que ha logrado redención, siendo psicológicamente 
                  perfecta su expresión a través de aquella bendita forma, 
                  teniendo en cuenta que no puede haber perfección posible en la 
                  vida de la Naturaleza si no se realiza previamente un 
                  equilibrio verdadero entre una razón interna, o propósito 
                  creador, y una manifestación externa por medio de una 
                  cualificada forma geométrica. Tal equilibrio no hubiera sido 
                  posible a no mediar el tercer factor, aquel poder aglutinante 
                  de la energía material y espiritual al que místicamente 
                  llamamos ALMA.
                  
                  Todas las formas de la Naturaleza poseen un Alma que las dota 
                  de conciencia y de un impulso vital, dinámico e irresistible 
                  que las orienta hacia un definido propósito de redención o, si 
                  Uds. lo prefieren, de perfección. Sin embargo, la redención y 
                  la perfección no constituyen metas rígidas o estáticas, sino 
                  que son antesalas de mayores conocimientos y realizaciones. 
                  Por lo tanto, cuando hablemos de Arquetipos en relación con 
                  las formas geométricas hacemos referencia a un estadio de 
                  perfección orientado siempre a nuevas y más esplendentes 
                  perfecciones. De ahí que la perfección que no constituye un 
                  fin en sí misma sino que es un eterno movimiento hacia más 
                  elevadas realidades, no está condicionada a meta definida 
                  alguna, ya que una vez la Naturaleza ha realizado el milagro 
                  de un Arquetipo, en el nivel, plano, reino o especie que sea, 
                  abre automáticamente la perspectiva de nuevos y más 
                  esplendentes Arquetipos o Modelos a realizar.
                  
                  El Arquetipo del hombre se halla virtualmente en el ser 
                  ANDRÓGINO, aquél en cuyo centro de conciencia se han fundido o 
                  reconciliado todas las posibles polaridades. Al igual que 
                  ocurre con el misterio de la electricidad, cuyo centro de 
                  equilibrio o reconciliación es la Luz, el Alma del hombre es 
                  el centro de reconciliación entre el Espíritu y la Materia, 
                  entre la Vida divina y la forma geométrica del cuaternario 
                  inferior, entre el propósito de SER y la acción de REALIZAR. 
                  En el centro de la eterna Balanza de la Justicia kármica se 
                  halla el alma del hombre, decidiendo, luchando, sufriendo y 
                  gozando..., hasta que llega un día en que la Balanza se 
                  equilibra, el Espíritu y la Materia ya no luchan entre sí; se 
                  hallan perfectamente integrados en el centro causal del Alma y 
                  se produce entonces aquel fenómeno humano que esotéricamente 
                  se denomina el ANDRÓGINO, la realización perfecta del hombre 
                  que ha consumado su destino. La mente humana ya no lucha ni se 
                  extiende horizontalmente a la búsqueda de conocimiento y su 
                  corazón se halla desapegado y libre de todo deseo. El Fuego de 
                  Kundalini circula libremente entonces por todos los centros 
                  etéricos; alrededor del SUSUMMA, IDA y PINGALA se hallan 
                  perfectamente equilibrados y el Fuego -tal como místicamente 
                  se dice- se ha convertido en LUZ, una Luz que orienta hacia 
                  las más elevadas realidades cósmicas. En tal estado de 
                  realización el cuerpo físico, ya pertenezca a un hombre o a 
                  una mujer, deja de sentir atracciones o estímulos de carácter 
                  sexual. Nada ni nadie pueden afectar ya este equilibrio 
                  estable en la vida de la naturaleza humana y cuando en el 
                  proceso cíclico de la muerte física tal esplendente y 
                  cualificado cuerpo arquetípico ha de ser abandonado, la 
                  conciencia del alma no se refugia en el Devachán, la zona 
                  intermolecular o de descanso angélico en el plano mental, sino 
                  que se fusiona absolutamente con la Mónada espiritual, el 
                  verdadero y único SER del hombre. Si algún nuevo nacimiento 
                  tuviera que producirse en el devenir del tiempo, la Mónada o 
                  Espíritu se manifestaría físicamente sin necesidad de 
                  sujetarse al ordinario proceso de concepción nacido de la 
                  dualidad masculino-femenina que rige para todos los seres 
                  humanos que no lograron todavía su perfección individual, sino 
                  que será realizado por medio de un ímpetu de amor y utilizando 
                  creativamente las fuerzas angélicas del espacio para construir 
                  el Vehículo adecuado a la realización de ciertos nobles fines 
                  que sólo la Mónada espiritual conoce y sirve. A este Cuerpo de 
                  radiante y sublime irradiación que el Iniciado crea con ayuda 
                  de los Devas superiores se le llama esotéricamente LINGA 
                  SARIRE y tiene la propiedad de no envejecer, de estar libre de 
                  enfermedades y de persistir en el plano físico todo el tiempo 
                  que sea necesario para el cumplimiento de la obra jerárquica 
                  aceptada voluntariamente por la Vida infinita de la Mónada 
                  espiritual. Otra de sus propiedades es la de hacerse invisible 
                  a voluntad y de surgir inesperadamente de los éteres del 
                  espacio cuando así conviniere a los propósitos monádicos. Este 
                  Cuerpo, un verdadero TALISMÁN viviente está bajo la custodia 
                  de ciertos Devas de elevadísima evolución que hacen circular 
                  PRANA de las más elevadas regiones del éter a través de cada 
                  uno de sus componentes moleculares, construidos únicamente con 
                  átomos seleccionados del cuarto nivel etérico y que son 
                  atraídos en virtud de un sonido o Mántram especial que 
                  pronuncia el Iniciado cada vez que tiene necesidad de utilizar 
                  su LINGA SARIRE para poder manifestarse substancialmente en el 
                  mundo.
                  
                  En estas últimas ideas y consideraciones hallarán Uds. no 
                  pocos indicios acerca de la actividad de aquellas gloriosas 
                  Jerarquías Dévicas, denominadas en algunas partes de este 
                  Tratado Esotérico sobre los Ángeles, Señores de los 
                  Arquetipos, Quienes, bajo la suave imposición del Adepto, 
                  construyen los Cuerpos Sagrados o Langas Sarires necesarios 
                  para el cumplimiento de alguna misión especial en el mundo, 
                  siguiendo el criterio universal de la Gran Fraternidad Oculta 
                  que guía los destinos espirituales del planeta Tierra...